Liliana Cardona Marín
Una efemérides como la de hoy ha quedado solo para los últimos románticos del idioma ¿Una qué? Efemérides significa acontecimiento importante (fallecimiento de Miguel de Cervantes, el autor del Quijote). Y los últimos románticos refiere a aquellas personas que todavía defienden las formas de un lenguaje transparente, en el que las palabras acudían a imágenes mentales claras.
En el hoy por hoy
La belleza del español radica, según los conocedores, precisamente en la transformación que sufre, lo que indica que está vivo y eso solo se hace posible, gracias a la calle, porque los que saben, también aseguran que la academia es una entidad fría y no hace que el lenguaje cambie, solo se acoge con resignación y por la fuerza de su uso, a palabras como amigovio, pero el lenguaje se transforma en la esquina, en el grupo de rock, en la banda criminal y por eso entre las sugerencias que han llegado a la RAE (Real Academia Española) se ha sugerido ‘patecabra’ que significa: instrumento o herramienta que utiliza el ñero para laborar y ñero es el amigo de lo ajeno.
El español es uno de los idiomas más complejos por la cantidad de palabras, sinónimos y adjetivos que posee, pero ese español se ha transformado en un nuevo español, más urbano o si se quiere contemporáneo y abierto a todas las posibilidades de hablarse. No se le puede pedir al ciudadano del común que conozca de metáforas o términos técnicos pero de moda como sororidad (empatía entre las mujeres), si muchos profesionales también la desconocen y no por eso un español es más válido que el otro, porque cumple su función que es la de comunicar.
Hace no muchos años, cuando alguien le quería dar la razón al otro o afirmar algo, aquí en la región se decía ‘eso’, pero esta palabra transmutó a ‘epa’ y en este momento que usted lee debe tener una sonrisa, porque lo ha escuchado. Muchos viciosos del idioma español le ponen más arandelas de las que necesita y se ufanan de una cierta superioridad, porque conocen algunas palabras de más, en cuanto a esto el escritor Ernesto Sábato decía que solo había un nombre para nombrarlo, un adjetivo para calificarlo y un verbo para accionarlo.
Los ‘chiflados’ del idioma
Ahora, hay una horda de seres que se han dado a la tarea de incorporar unas palabrejas que en vez de enriquecer o trasmutar, lo que hacen es distorsionar y opacar palabras que ya existían y cumplían muy bien su papel, como es el caso de los que se sienten llamados a ‘aperturar’ eventos en los que analizan en varias ‘temáticas’, las ‘problemáticas’ de determinada situación y no lo hacen literalmente, sino de forma ‘literal’.