La gran conclusión del Foro, es la urgencia que hay de que las autoridades intensifiquen el control y revisen las estrategias que se están aplicando para evitar que este mal siga creciendo.
No pueden ser más aterradores y preocupantes los datos sobre la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, que se acaban de conocer con motivo de la conmemoración el sábado pasado de “El Día Internacional Contra la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes”.
Según la ONG “Valientes Colombia”, información corroborada por el Gobierno, el Eje Cafetero es unas de las regiones del país más golpeadas por este terrible flagelo y Risaralda es, dentro de la región, una víctima fácil de las organizaciones dedicadas a este creciente delito.
De las 2.612 víctimas de explotación sexual de que tuvieron conocimiento las autoridades el año pasado, 41 eran del Departamento, un dato que significa una tasa de 17.84 por cada 100.000 habitantes y que es sustancialmente superior al promedio nacional en este tipo de conductas criminales.
La condición especial de ser la región y Risaralda en especial, una zona receptora importante de turismo nacional y extranjero, la hace singularmente propicia para la explotación sexual y para que niños y adolescentes caigan fácilmente en esta práctica, o, lo que es peor, en las garras de las estructuras criminales dedicadas al tráfico y explotación sexual de menores de edad.
Lastimosamente, el Eje Cafetero y Pereira en particular, tienen mal ganada fama de ser destinos donde se combina el turismo tradicional con el turismo sexual, sin que exista un control permanente y efectivo por parte de las distintas autoridades y por tanto que sea impedimento para quienes lo practican.
Esto con un agravante mayor y es que el subregistro en este clase de delitos, es altísimo. Bien porque es una actividad muy difícil de detectar a simple vista o bien porque las víctimas prefieren mantener silencio por temor a las represalias que puedan recibir o porque aquello constituye la única fuente de ingresos personales y de su familia; los casos que conocen las autoridades son muy pocos frente a los que suceden en el país.
Adicionalmente, detrás de esta actividad hay verdaderas organizaciones criminales, muchas de ellas con ramificaciones y estructuras internacionales, con capacidad de controlar y neutralizar las eventuales filtraciones o las denuncias que se puedan presentar por la comisión de ese delito.
La gran conclusión, pues, del Foro sobre la explotación sexual de menores realizado la semana pasada, es la urgencia que hay de que las autoridades intensifiquen el control y revisen las estrategias que se están aplicando para evitar que este mal siga avanzando y el Departamento continúe siendo liberen este mal.