No es fácil entender que mientras invita al Congreso a buscar un consenso alrededor de sus reformas, convoca al pueblo a que salga a las calles a exigir a los congresistas que las aprueben.
Con este mensaje aparecido en la cuenta oficial de la presidencia de la República, el Gobierno está invitando a los colombianos a movilizarse este miércoles 27 de septiembre, “Con el pueblo de Colombia nos movilizaremos por la educación, el trabajo digno, la cultura, el cambio y sobre todo por la vida con justicia social. Vente pa´ la plaza y súmate a nosotros”.
Esto está siendo complementado por el propio presidente Petro, quien desde su cuenta personal viene permanentemente invitando a la gente a “marchar por la vida” y por varios altos funcionarios del Gobierno, quienes cada uno en su campo y en su estilo, están llamando a salir a la calle a apoyar las reformas propuestas por el gobierno del cambio.
No hay duda de que el Gobierno piensa que ante la falta de mayorías claras en el Congreso para sacar adelante los distintos proyectos de reforma que están a su estudio, una masiva movilización de ciudadanos serviría para presionar a los congresistas para que aprueben las iniciativas oficiales.
El espejo que tiene el Gobierno son las masivas protestas sociales realizadas durante el gobierno Duque, que fueron convocadas y está probado que también financiadas por quienes hoy hacen parte del Ejecutivo y en ese tiempo eran oposición, y que a decir verdad consiguieron los objetivos.
Sin embargo, primero que todo, el llamado estallido social estaba animado por un descontento generalizado en un sector importante de colombianos con el abandono oficial y con el olvido de muchas promesas incumplidas y segundo, está demostrado que el gobierno Petro no ha podido lograr ahora lo que consiguió cuando era oposición.
En las marchas convocadas por el presidente Petro en junio pasado, para apoyar algunas de sus últimas decisiones, no consiguieron el respaldo de otras épocas. Según la Policía Nacional, se registró una asistencia de cerca de 20.000 personas, un dato que nada tiene que ver con los ríos de gente que todos los días inundaban las avenidas de las principales ciudades del país y que cada vez que ocurrían cerraban el comercio, clausuraban el transporte público y guardaban en sus casas al resto de los habitantes.
Por otro lado, tratar de presionar al Congreso movilizando a los ciudadanos para que expresen en las calles su apoyo a las iniciativas oficiales, es, además de una intromisión en las facultades del Legislativo, una falta de respeto con los congresistas. Ya es suficiente el vulgar intento de comprar sus conciencias con puestos para tratar de conseguir esas mayorías que hasta hoy les siguen siendo esquivas.
Todo mientras el presidente Petro habla de un “gran acuerdo nacional” sobre sus propuestas de reformas sociales. No es fácil de entender que mientras invita al Congreso a conversar sobre sus propuestas y a buscar un consenso alrededor de ellas, convoca al pueblo a que salga a las calles y a que con gritos y frases destempladas le exija a los congresistas que aprueben sus reformas sin cambiarle una sola coma.