Un riesgo muy tenaz acomete un (o una) cineasta, cuando hace una película, y sobre todo una de largometraje, de corte familiar. Funciona en términos de taquilla, cuando el artista en mención ha vivido o es conocido en Hollywood o tiene muchísimo dinero. Por no citar sino dos casos.
De pronto funciona también, cuando hay una estrecha relación entre el o la cineasta en cuestión, con los medios de promoción, difusión, distribución, venta y comercialización del cine. O su cercanía con esos canales o plataformas que ponen a ver dicho producto, a miles y millones de espectadores en el mundo, independientemente de la importancia o el interés que pueda despertar esa historia o biografía (s).
Ya este tipo de cine, el familiar, está haciendo carrera, pero ha de interesar mucho más, el que siendo de esas características, permite en su interior, anexarle a su contenido, aspectos interesantes, inteligentes, sabios, astutos, que puedan importar mucho más, a los diferentes espectadores que en diferentes ciudades y/o países del planeta, puedan consumir este tipo de producto y queden satisfechos con cada película, después de su proyección o exhibición.
Obvio, hay cientos, perdón, miles de películas, que siendo de este corte, no le interesan a nadie, pues lo que cuentan, se vuelve provinciano, aburrido, soso, simple, muy local y hasta súper regional, y eso, a los demás mortales, ni les gusta ni les interesa.
Muchas familias tienen en su seno mártires, lumbreras, líderes, genios, sicópatas o víctimas, que a muchos llama la atención y que pueden interesar a guionistas, productores y/o mercaderes del cine, pero ojo, hay que ser muy buen artista, muy buen realizador, estar muy bien “datiado”, bien asesorado y hasta bien acompañado de talentosos cineastas, para lograr un producto digno, como para llegar a tener un muy buen éxito de taquilla, de público, de crítica y aceptación de muchos cinéfilos, que es a lo que finalmente se apunta con un esfuerzo de estos.
Retomando lo que decíamos al principio, me gusta citar dos ejemplos no más, para ratificar cosas: “Carta a una sombra” (2015) y “The Smiling Lombana” (2018), de Daniela Abad, cintas que siendo de una misma directora, se remiten solo a esclarecer momentos, anécdotas, situaciones, cosas y excentricidades de una familia que la han hecho famosa un abuelo y un padre, que sobresalieron en ella. Él mayor, el doctor Héctor Abad Gómez, un médico asesinado por paramilitares el 25 de agosto de 1987 y quien luchó por la salud, la paz, la solidaridad de muchos y quien promovió la tolerancia y los derechos humanos, papá de su padre (Héctor Abad Faciolince), ese escritor que hiciera el libro “El olvido que seremos”, que sirvió de soporte teórico para hacer la película que le permitió a nuestra cinematografía obtener el premio GOYA a la Mejor cinta Iberoamericana, famoso en este planeta (2021), a nuestra cinematografía y que hacen parte de este tipo de documentales que le dejaron ver a los espectadores, cosas y casos de una familia en particular, que como muchas, no debe pasar desapercibida ni olvidada, así porque sí y, “The Smiling Lombana”, esa película que muestra con una extraña delicia, largos ratos de la vida convulsa de uno de los más grandes escultores (Tito Lombana) que ha tenido nuestro país y que fuera su padre, el autor de obras como la bella India Catalina y los famosos “Zapatos Viejos” que le hiciera como homenaje al famoso poeta el Tuerto López.

La película
Dice el press book de la película: “¿De quién son la memoria y la lucha? Después de toda una vida compartida, Laura se acerca a su padre Fernando y le pregunta por las luchas del pasado y las utopías del presente. La memoria del padre parece desvanecerse, pero la voluntad de la hija se resiste a que los sueños de un mundo más justo y mejor, se hundan en el olvido o la indiferencia. “UTOPÍA”: un encuentro generacional entre la memoria, la identidad y el amor. Una película de Laura Gómez Hincapié”.
Esta cinta que ahora nos ocupa, “UTOPÍA”, merece tenerse en cuenta, así no posea en su entorno esos “personajes” un tanto destacados de alguna manera en su seno, pues los suyos son, si se quiere, más elementales, menos sofisticados, más sencillos, más cercanos a nosotros, los espectadores que somos también comunes y corrientes.
Es una película valiente si se quiere, retadora, inquietante, amena y cercana. Cuenta cosas, de un lado, de un padre que aun desvaneciendo por culpa de la pérdida de calidad de su memoria, se resiste a tener que darle el valor y el mérito que durante muchos años de su vida le dio a su militancia izquierdista, de sindicalista honesto y entregado, pero que vio que su causa se perdía con los años y la falta de entrega de muchos de sus camaradas y el desprecio que sus sucesores, de la misma generación de su hija, que hace la película y lo confronta todo el tiempo, pero que también deja aflorar su rebeldía, con sus preguntas inteligentes y la persistencia en la búsqueda de respuestas más precisas que aclaren sus apetitos utópicos.
Le perdono las escenas largas, no hay necesidad por ejemplo de darle primeros planos largos a casi todo el himno de LA INTERNACION AL al principio, ni a algunas escenas que parecen no haber sido preparadas, así hagan parte de un documental, que se supone, no admite “puestas en escena”; le perdono algunas imperfecciones técnicas, muy pocas por supuesto (ya los mismos cubanos entendieron que el cine debe en lo posible ser más perfecto que “imperfecto”, como el que hicieron durante y pocos años después de la Revolución y hasta le perdono la reiteración de los primeros planos y primerísimos primeros planos a las fotos que muestran el amor de su padre (los padres, porque su madre también pesa en el filme) por los líderes ruso cubanos que desde el principio determina (n) su fidelidad por el comunismo socialismo, pues lo que la cinta en términos generales cuenta, es al fin y al cabo, lo que cuenta, lo que importa, lo que interesa.
“UTOPÍA” es un encuentro generacional entre la memoria, la identidad y el amor. Una película de Laura Gómez Hincapié, que hace para demostrar su amor por su padre, Fernando el sindicalista, el líder y su madre, Doña Ruby Hincapié, la profesora, la rebelde, la sindicalista y feminista, verraca mujer que se sostiene en su ideología y principios firme y serena, apoyando y respetando todo lo que permite y permitió con los años y el tiempo, la formación de todos los que conforman su espectacular núcleo familiar.
Es una película diferente, sin trucos ni trampas, que, sin engaños, atrapa al espectador, gústele o no, la política untada de izquierda y, además, al espectador que, formado en la ignorancia ideológica, ha creído que fueron mejores esos doscientos años que gobernantes repletos de aberraciones ideológicas, han manejado nuestros destinos antes de la elección de ese Presidente que ahora tenemos