Rubén Darío Franco Narváez
La poesía nos da fuerzas suficientes para levitar, venciendo a los imanes del descontrol moderno. He recibido como maná caído del cielo tres nutridos libros del poeta Álvaro Mejía Mejía.
Claro, es un sorpresivo regalo que me trae la frase del nicaragüense Rubén Darío: “El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento, antorcha del pensamiento y manantial del amor”.
El primer libro “Gritos en la Sangre”, con una dedicatoria que llega al más allá, dedicada a la progenitora Angélica Mejía de Mejía, a su hermano Hernán y a sus tías: Lorenza Mejía Ángel y Luz Marina Echeverry Mejía, personas abrigadas en su corazón y que volaron al infinito en el terremoto del 25 de enero 1999.
La carátula fue realizada por su hermano Hernán (odontólogo especializado en Argentina); además incluye ocho bocetos originales pintados antes de su muerte cuando Armenia fue semidestruida por el movimiento sísmico.
El prólogo del libro fue elaborado líricamente por José Luis Díaz Granados, donde remata literalmente: “Pero entre nosotros y el misterio, la palabra luminosa de Álvaro Mejía Mejía en Gritos en la Sangre, resulta más que un rayo de sol en las tinieblas: es un instante de redención ante la desesperanza cotidiana”.
Con buen tino, el poeta Mejía, clasificó sus creaciones en: Espejos y Sombras; Sinfonía de la Muerte; Estigmas; Naufragio del tiempo; La Ciudad; Conocimiento y verdad; y, Enigma Existencial.
Da apertura con El festejo de los orates: “En las alturas/ convoca el festejo/ trepad orates/ trepad, trepad…/ en el tremedal…”. Cierra con Gritos en la Sangre: “Rumor sibilino/ avasallado en la garganta;/ sensación de infinitud/ disuelta en pluma de Notario…”
El segundo libro
“Sinfonías de la Muerte”, presente agradecimientos a quienes le colaboraron en la publicación: Juan Restrepo Fernández, Héctor Ocampo Marín, Humberto Senegal, VI Romero y César Hincapié Silva. Menciona al artista quindiano Ricardo Loaiza Agudelo por la realización de las obras pictóricas que adornan su poemario.
Finaliza el libro con La derrota de la muerte: “Si el destino de los muertos/ es hollar la fría sepultura,/ ¿qué razón tienen los afanes/ y la oblación del caminante…”.
Juan Restrepo Fernández, en la página 7, bajo el titular “Amanecer de sinfonías de la muerte, obra poética de Álvaro Mejía Mejía: “Nada fácil dar a la muerte una forma previsible, nada fácil rodear a sus sombras y llamarlas amorosas el poderoso andar de las palabras. Tal vez al grito del silencio nunca antes proferido, nunca antes revelado cautivarla en el encontrado vacío, en la soledad de su deleite, en el hacha del rayo sobre su garganta…”
Héctor Ocampo Marín, en uno de sus apartes de “Buenas intenciones de prólogo”, dice: “Cuando los poetas elevan preces a la muerte están demostrando no sólo la plenitud y madurez intelectual y anímica, sino sostenido amor a la existencia misma, a la existencia terrenal…”.
En el poema La derrota de la muerte, página 84, primer cuarteto, dice: “La muerte es hija de la vida/ y la vida retoño de la muerte./ Llegamos desde estación ignota/ y volvemos al punto de partida/.
El tercer libro
“Luis Vidales el quindiano”. Ahí, el poeta Álvaro Mejía Mejía, teje una hermosa nota con el título: “Cien años después… Vidales suena como un tombre”, rematando así: “La tumba de Luis Vidales permanece abandonada frente a los escombros de la Casa de la Cultura de Calarcá, allí no tiene dolientes ni recibe la visita de adocenados intelectuales pero a lo lejos su voz, cien años después, aún suena como un timbre: “Pero cuando se vayan las flores/ quedarán los aros de las coronas/ y esta noche/ el muerto se pondrá el aro de una corona/ -salvavidas-/ y saboteará el charco que hay que pasar/ para ir al cielo./”
Álvaro Mejía Mejía, quindiano con olor a café, abogado, magister en Derecho Administrativo, experto en Contratación Estatal, escritor, profesor universitario, asesor de varias entidades estatales y poeta dimensional, resucita al vate indio Rabindranath Tagore con su alentadora frase: “La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos”.