Ricardo de los Ríos Tobón
La Academia Pereirana de Historia develó una placa en el nuevo parque de La Julia, en la avenida Circunvalar, en recuerdo de la hacienda del mismo nombre y de su creador y propietario, Luis Jaramillo Walker, el visionario hombre de negocios que inició la caficultura tecnificada en Pereira.
La placa quiere hacer conocer a los visitantes del nuevo y bello parque La Julia, la razón de dicho nombre y busca también recordar la importancia de Jaramillo Walker, aprovechando la ocasión del centenario de su muerte, el 24 de septiembre pasado.
Luis Jaramillo Walker fue un hombre especial. Nacido en Manizales en 1856, era hijo y nieto de emprendedores. Su bisabuelo, Edward Walker, minero inglés, había llegado al país hacia 1821 para comprar y administrar minas en la zona de Supía, para una empresa inversionista inglesa. Casado con una antioqueña en Sonsón, murió muy joven y dejó un hijo, Eduardo Walker Robledo quien, aliado con los fundadores de Manizales, hacia 1850, fundó el primer tejar de la región; y luego, hacia 1864, creó la primera finca cafetera del actual Eje Cafetero, La Cabaña, en La Enea, en Manizales, donde sembró los primeros mil palos de tan “exótico arbusto”.
La hermana de Eduardo, Luisa Walker Robledo casó con Bernardino Jaramillo Palacio, de Abejorral, quien terminó establecido en Manizales para actividades comerciales y cafeteras. Y la suerte para el futuro del café pereirano fue que Bernardino tuvo ocasión de viajar desde Villamaría con Ramón María Arana, para colaborarle en la medición y repartición de tierras a los colonos fundadores de Pereira, hacia 1866; y quedando admirado de la topografía y calidad de la tierra cercana a la pequeña población, ideal para la siembra de café (actividad ya conocida por la familia, como se ha dicho), transmitió el interés hacia dos de sus hijos, Luis y Samuel, quienes terminarían residiendo en Pereira.
El empresario
Contagiado del espíritu empresarial de sus mayores, Luis Jaramillo primero fue gran comerciante en Manizales, especializándose en importaciones de artículos de lujo desde Londres. Luego continuó el trabajo familiar alrededor del café y fue uno de los precursores de la teoría de que el café debía beneficiarse en el sitio de origen, las tierras caldenses, y no en el otro extremo de la cadena, Europa o Estados Unidos.
De acuerdo con ello, estudió procesos hidráulicos e instaló un proceso motriz para despulpado y trilla, la Trilladora Argentina, aprovechando las aguas del río Olivares, en Manizales.
Así terminó convertido en productor, al tiempo que en comprador de café, el primero de la región, para luego exportarlo.
Pero su padre le había enseñado que la mejor tierra cafetera, por altitud, era la cercana al pequeño Pereira, por lo que, siguiendo sus consejos, don Luis vino a Pereira y, hacia 1885, compró un gran globo de terreno, de 400 cuadras entre el Consota y el nacimiento del Egoyá (cimientos del actual Centro Comercial Arboleda), quizás la mejor área para café de Pereira, tierra que aumentaría en los años siguientes, hasta formar una gran hacienda, La Julia, de cerca de 550 cuadras (fanegadas).
Y empezó a tumbar selva, hacer potreros y sembrar café en todo ese piedemonte de los actuales cerros Canceles y Mirador.
se llama Luker
Pero como su energía era inmensa, al tiempo hizo alianza con Enrique Cardona, un visionario antioqueño, y juntos fundaron la primera chocolatería de la región, la Luker, en Manizales, entre 1904 y 1906, empresa cuyos primeros rodillos de molienda fueron fabricados con grandes piedras de maní (ahora llamado granito), que fueron esculpidas y pulidas a mano.
Y es interesante hacer notar que el nombre de la empresa correspondía al nombre telegráfico de don Luis porque en 1889, en el periódico La Voz del Sur, de Manizales, había publicado un aviso anunciando que, cansado de los problemas que le creaban a sus negocios tantos homónimos Luis Jaramillo, como había en la región, había resuelto cambiar su nombre comercial en todos sus negocios, por el de Luis Walker, con nombre telegráfico Luker. Y así nació el sonoro nombre de Luker, que sigue vigente 119 años después.
La Julia
Pero la joya de la corona de Jaramillo Walker fue La Julia, la mayor hacienda cafetera de principios del siglo 20. Muy cerca del casco urbano de Pereira, en tierra muy fértil y de ondulaciones suaves, abundante en aguas y con facilidades para transporte de la carga. En términos de hoy, su territorio ocuparía toda el área de Pinares, Circunvalar, La Rebeca, Gimnasio Pereira, Canceles, Mirador, parte de Villa Santana y vertiente norte del Consota, es decir, entre Corocito y La Curva en el río Consota, y entre Villa Santana, Mundonuevo e Invico. ¡Media Pereira!
La Acequia
En 1908 don Luis se trasladó de Manizales a Pereira para darle el gran impulso a su proyecto de La Julia. Y como ya tenía café en grandes cantidades se propuso beneficiarlo, antes de exportarlo, y para ello buscó energía motriz en el río Otún. Así trajo el agua desde el río hasta el sitio de la casa principal de la hacienda, donde instaló el beneficiadero: despulpado, lavado, secado y trilla, para lo cual buscó río arriba el nivel adecuado para que el agua llegara hasta la hacienda, y construyó una acequia de más de cinco kilómetros entre las cercanías a la desembocadura del río San José en el Otún y la parte trasera del actual Hotel Movich. Imaginar su recorrido ahora es difícil, pero posible: por el piedemonte de Libaré y Kennedy, pasando por la base de la actual iglesia de La Trinidad, allí devolviéndose por las laderas de Corocito hasta abrazar la base del parque La Rebeca; enseguida un túnel bajo la Circunvalar y un puente sobre la cañada de La Arenosa y finalmente, por las laderas de Pinares hasta las cercanías de Invico. Y como no era época de cemento ni de hierro, la acequia fue un gran canalón en la tierra, forrado en madera, con piso reforzado con piedra en las zonas pantanosas, y sellado con el llamado zulacre que era una mezcla de sebo de res, cal y yute de costales. Una obra de ingeniería para 1910.
Pero se acaban de mencionar dos novedades: Como la actual avenida Circunvalar era una pequeña cuchilla entre dos vertientes, la acequia la traspasó por un túnel de cien metros de largo, para poder mantener el nivel, túnel que posteriormente fue refugio de ladrones por varios años; y como al otro lado quedaba la profunda cañada donde nacía la quebrada La Arenosa, la acequia la cruzó por un puente de cajones de tabla sellados con zulacre y sostenido por postes de madera desde abajo. ¡Era la técnica de los acueductos romanos en las cañadas pereiranas!
El valor agregado
Adicionalmente, don Luis, hacia 1913 hizo posible la electricidad para Pereira. Mediante un arreglo con la compañía eléctrica privada, recién creada, se acordó derivar de la acequia una parte del caudal que pasó a un tanque de reserva, en los alrededores de la actual carrera décima con sexta, desde donde bajó una tubería de hierro hasta la actual carrera 6 con calle 6, y allí se instaló una rueda Pelton unida por correas a un generador, para producir los primeros cincuenta kilovatios que permitieron encender las primeras cincuenta bombillas eléctricas en Pereira, en 1914. O sea que en nuestra ciudad, la energía eléctrica empezó como el valor agregado de un beneficiadero de café; del beneficiadero de don Luis Jaramillo Walker.
Telefonía
Incansable y práctico, don Luis tuvo más aventuras tecnológicas: Cuando sus negocios estaban en todo su esplendor, recuperó una línea telegráfica abandonada por falta de tráfico, entre Pereira y Manizales y la puso a trabajar para poder controlar sus negocios en ambas ciudades a velocidad de Morse y no de mula: Y como también había creado una trilladora en Armenia, en La María, con energía del río Quindío, terminó siendo un elemento integrador de la región, adelantándose a políticos y gobiernos.
Y lo de los pollitos fue un escándalo parroquial porque don Luis importó una incubadora de pollos desde Europa y la puso a funcionar en Manizales, pero se encontró con oposición porque muchos buenos cristianos alegaron que incubar pollitos mediante calor era acelerar el proceso natural de la gestación avícola, lo que lindaba con la moral, probablemente un pecado.
Otra vez La Julia
La Julia terminó por convertirse en un referente de Pereira.
En el Libro Azul de Colombia, un importante proyecto bilingüe que mostraba a Colombia ante el mundo porque se repartía en embajadas y consulados, al hablar del Departamento de Caldas, dedica una página entera a la hacienda y a don Luis. Igualmente su esposa, doña Camila González hizo de los salones de la hacienda un sitio de cultura y de reunión social que se complementaba con la gran casona que Jaramillo Walker construyó en la calle 17, en el centro de la ciudad.
Y ambos fundaron una familia importante que ha estado vinculada a la economía y a la vida social de la ciudad, haciendo honor a la memoria de sus padres.
Una placa
Pereira, que hacia los setenta fue la primera población cafetera de la Nación, debe a Luis Jaramiilo Walker su segunda vocación en la historia, la del café. Y la Hacienda La Julia, que fue como se dijo antes, un referente de la ciudad ante Colombia, también debe ser recordada como un símbolo ciudadano. Por tal motivo es importante que la Alcaldía Municipal haya dado al parque de la Circunvalar, donde quedaba la portada del sendero que llegaba hasta la gran casona de tres pisos y mansarda, el nombre de La Julia.
Consciente de ello, la Academia Pereirana de Historia ha fijado esta placa en el parque para que las generaciones actuales y futuras recuerden a quien los guiaron en los principios de la ciudad, dando ejemplo de coraje y civismo.
Porque La Julia merecía un parque y una placa recordatoria. Y Luis Jaramillo Walker también merecía una placa… aunque fuera solamente por haber sido el primer manizaleño de la historia en haber creído en Pereira.