En la actualidad el tema de la ropa ha ganado un significativo espacio en la cotidianidad humana, lejos de ser una necesidad básica se ha convertido en un compromiso social en parte regido por las redes sociales, donde las personas deben lucir atractivas empleando sus cuerpos y estéticas fashionistas para destacarse, el hecho de lucir prendas nuevas diariamente ha conformado nuevos círculos sociales influyentes en una realidad paralela a la sociedad, con ello además de que la psicología humana se ve afectada por no conseguir formar parte de estos círculos, se contribuye al aumento de enfermedades de salud mental como la ansiedad y la depresión. El principal afectado, además de la economía local, es el medio ambiente, que termina recibiendo los residuos de industrias textiles que arrojan sin pudor y sin vigilancia líquidos contaminantes a ríos y grandes cantidades de esmog al aire.
Además, con la necesidad de lucir acorde a la moda, se desechan a la basura prendas en buen estado que terminan en botaderos de basura aumentando la contaminación.
¿Por qué usamos ropa?
En primer lugar, para protegernos. La ropa es una barrera que nos protege del ambiente, en los climas fríos nos aísla de la pérdida de calor y en los climas desérticos nos cubre de la radiación solar, también ayuda a defendernos de contagios e infecciones. Otras razones son temas sociales relacionados con aspectos de género o clase y temas religiosos relacionados con el pudor y la vergüenza.
Historia de la ropa
Los primeros atuendos fueron pieles de animales y luego las personas empezaron a usar fibras naturales como el lino, el algodón, la lana y la seda en fibras, las fibras en hilos, y luego tejían los hilos para crear telas, coserlas y confeccionar ropa, proceso que se realizaba de manera artesanal y que con la revolución industrial empezó a mecanizarse.
La nueva realidad de andar vestidos
Desde aquel tiempo al siglo XXI muchas costumbres han cambiado unas para mejorar y otras definitivamente para hacer más complejo los dilemas humanos de habitar en un planeta que basa su crecimiento en una economía de consumo salvaje, a nivel global se producen más de 120.000 millones de prendas al año, la necesidad de vestirnos pasó a ser una adicción en la que además las prendas no son elaboradas con materiales orgánicos, sino que están siendo reemplazados, según expertos en textiles, por fibras sintéticas que se obtienen del petróleo crudo y son difíciles de reciclar.
Compartir, intercambiar y reutilizar en vez de desechar.
María José Parra España es diseñadora de moda, ella es la creadora de ‘Ay María’, siempre tuvo claro el papel de la moda en la industria y le pareció tenaz hacer parte de esa bola de nieve, su padre quien tenía una fundación recibió una donación de camisetas que luego fueron transformadas en peluches y cojines, la fundación cerró y ella aprovechó para crear pantalones y tops con las camisas que quedaron, pero además reflexiona que seguro otras fábricas también podían donar y tomó la decisión de crear una marca asequible, juvenil, fresca con sentido consciente, el objetivo de su marca es recibir, rescatar y recuperar retazos y pedazos de tela sobrantes que quedan después de los cortes y que se acumulan, y con ello reducir el impacto ambiental de los desechos de las fábricas y poder crear con imaginación y creatividad diseños que les gusten a las personas.
Otra opción para ayudar a combatir esta problemática es la que brindan los lugares dedicados a vender ropa de segunda mano y en excelente estado como los bazares populares, donde además de ropa se pueden comprar zapatos y accesorios a precios económicos.
Pero además, las plataformas digitales también ofrecen opciones donde usted puede comprar o vender todo tipo de ropa usada en buen estado de marcas internacionales y locales a precios menores que en las tiendas de grandes marcas.
En conclusión, la humanidad pudiese dejar de producir ropa por lo menos durante los siguientes cinco años y aun así los habitantes de este planeta tendrían prendas para usar sin repetir durante este tiempo.