El miedo a una erupción del Ruiz está latente en decenas de personas que viven a menos de 20 kilómetros del volcán, sin embargo lo que podría pasar con los animales que tienen y la necesidad de generar recursos, los llevan a quedarse en sus casas.
Recientemente desde el Gobierno nacional solicitaron agilizar la evacuación preventiva de las familias que se encuentran en la zona de riesgo del volcán Nevado del Ruiz. Tras este pronunciamiento en Risaralda se determinó que 16 familias; 11 de ellas en Pereira y 5 en Santa Rosa de Cabal, deberían ser evacuadas ante el peligro que corren por vivir cerca al volcán.
Desde ese momento las autoridades locales y departamental comenzaron la sensibilización a las familias que deben ser evacuadas. Estas actividades continúan actualmente, no obstante la mayoría de las personas en cercanías al Nevado no han abandonado las viviendas.
Las razones que esgrimen las familias son comunes entre los diferentes núcleos familiares. Una de ellas es el temor de dejar los animales que tienen en las fincas, la mayoría bovinos, también varios equinos, algunas ovejas y caprinos, además de perros y gatos.
Otra de las causas que señalan las personas en la parte alta de Santa Rosa de Cabal y Pereira, es que la labor que realizan día a día es lo que les permite generar ingresos para ellos y sus familias, por lo que salir de las fincas en que trabajan sería muy perjudicial para la economía familiar.
Se quedan por ahora
Rubén Darío Cardona reside en una humilde vivienda junto a su esposa y dos hijos, a unos 16 kilómetros del volcán Nevado del Ruiz. Asegura que no ha visto un aumento en la caída de ceniza en inmediaciones a su casa, ni tampoco un olor constante a azufre.
Este hombre en diálogo con El Diario, manifestó que desde que se pasó el nivel de actividad del Ruiz de amarillo a naranja, está más alerta de las informaciones que emiten las autoridades y los medios de comunicación.
A pesar del temor con el que convive las últimas semanas, asegura que en los más de 30 años que lleva viviendo en la zona, nunca ha ocurrido alguna problemática grave por cuenta del volcán.
Igualmente afirma que él y su familia no tienen otra fuente de ingreso aparte del que obtienen de trabajar en la finca y por ello decidió, junto a sus seres queridos, quedarse en la vivienda, eso sí pendiente si el nivel de actividad pasa a rojo para salir de la zona.
Con mucho miedo
Orlando Solera ha recorrido un largo camino en su vida. Este hombre natural de Turbo (Antioquia) se crió en Santa Marta, pero por las vueltas que da la vida termino viviendo junto a sus 4 hijos y esposa en una finca en la vía que de Santa Rosa de Cabal conduce a la Laguna del Otún, donde labora actualmente.
Al llevar poco tiempo en esta zona a menos de 20 kilómetros del Nevado del Ruiz, la situación lo tiene muy preocupado y constantemente revisa las noticias sobre el volcán para saber qué hacer en caso de una erupción.
Orlando trabaja en la finca El Porvenir junto a otras personas. Allí realiza diferentes actividades propias del campo montañoso colombiano, al tiempo que comparte con su familia distintas historias.
‘Ruge el Ruiz’
Diego Fernando Sierra se desempeña como guardabosques en Santa Rosa de Cabal, el recorrer constantemente la zona y el diálogo con las familias de la parte alta de este municipio en cercanías al volcán, le han permitido conocer el sentir de los moradores.
Afirma que es más bien poca la ceniza que ha caído para el sector del Municipio de las Araucarias, pero sí se han escuchado fuertes ruidos que provienen del Ruiz. Así mismo señala que las familias que ya llevan un buen tiempo viviendo en la zona mencionan que la situación actual es normal, pero que siguen atentas ante cualquier nueva indicación o una erupción de grandes proporciones. Agrega que otro es el sentir de quienes llevan poco tiempo en el lugar, quienes si han evidenciado su temor ante lo que pueda ocurrir con el Nevado.
Destacado
El martes 11 de abril la columna de gases y/o ceniza observada en el volcán Nevado del Ruiz, fue de 2.500 metros de altura, se registró caída de ceniza en Villamaría (Caldas) y Filandia (Quindío).