Una de cada tres mujeres, según datos oficiales revelados con motivo de celebrarse el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer”, una fecha instituida por la ONU en 1999, ha sufrido alguna vez violencia física o sexual causada por alguna persona.
Esta dramática cifra, sumada a que cada año por lo menos dos millones de mujeres son víctimas de la trata de personas, da una idea de la forma como esta condenable práctica ha avanzado en nuestra sociedad y la poca efectividad de las acciones que se han emprendido para combatirla.
En Risaralda, al 30 de septiembre pasado se habían presentado 106 casos de violencia sexual contra mujeres, la misma cantidad que hubo en todo el año pasado, y 382 denuncias, también un dato muy superior al de todo el 2020, por violencia contra una mujer, lo que pone de presente el avance de un fenómeno que en vez de crecer debería disminuir.
Todo esto con un doloroso agravante y es que en esto la realidad está muy lejos de los registros oficiales, porque no todos los casos de violencia llegan a conocimiento de las autoridades, aunque cada día más ofendidas toman la decisión de hacerlo, de un lado debido a que muchas de las víctimas no quieren que se sepa que están siendo maltratadas y de la otro, porque en un alto porcentaje el victimario es su compañero sentimental o un familiar muy cercano.
La violencia contra cualquier ser humano que esté en condiciones de inferioridad frente a los demás, es un hecho reprobable que hay que sancionar con severidad, y si, además, esa persona es una mujer, constituye un acto de cobardía que hay que proscribir en nuestra sociedad.
La mujer, por el simple hecho de serlo, no puede seguir siendo el blanco fácil de una sociedad machista, violadora de derechos humanos y a la que poco le importa los valores y el respeto por la persona humana. El papel de ella en la familia y en la comunidad es fundamental y como tal merece que se le trate y se le considere.
Por eso, es tan valiosa esta jornada que se cumple en muchos países del mundo para llamar la atención de todos los habitantes sobre el trato agresivo y violento que se le está dando a las mujeres y la necesidad de hacer un frente común para defenderlas de sus victimarios, y para poner en evidencia de las autoridades y de la sociedad a quienes tienen por costumbre maltratar y someter a la mujer a las peores prácticas y humillaciones.