Este viernes, 15 de septiembre falleció en Mónaco, el maestro Fernando Botero Angulo a los de 91 años tras complicaciones de salud. El pintor más importante de Colombia y único en el mundo por su obra caracterizada por pinturas y esculturas de amplio tamaño que están distribuidas en todo el mundo, falleció recientemente, dejando un legado artístico invaluable.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en la ciudad de Medellín, siendo el segundo hijo de David Botero y Flora Angulo. Desde temprana edad, mostró interés por el arte, comenzando su educación primaria en el Ateneo Antioqueño y continuando sus estudios secundarios en la Bolivariana. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando, influenciado por un tío, incursionó en la tauromaquia en La Macarena de Medellín.
A pesar de su breve paso por la tauromaquia, fue en la pintura donde Botero encontró su verdadera pasión. En 1948, realizó su primera exposición en Medellín, con el apoyo de su familia. Para financiar sus estudios, colaboró con ilustraciones para el periódico local «El Colombiano». Sin embargo, sus ilustraciones y su libre expresión artística le llevaron a enfrentar conflictos académicos, siendo expulsado del Colegio Bolivariano.
A lo largo de su vida, Botero fue un viajero incansable, visitando talleres de escultura en Italia y dedicando tiempo a la pintura en ciudades como París, Nueva York y Montecarlo. Además, encontró inspiración en lugares como Zihuatanejo, México y Rionegro, Colombia.
En 1951, se mudó a Bogotá, donde estableció contactos con destacados intelectuales colombianos y realizó dos exposiciones individuales que impulsaron su carrera. Un año después, viajó a Europa, estudiando en la Real Academia de Arte de San Fernando en Madrid y encontrando inspiración en el arte renacentista italiano.
A su regreso a Colombia en 1955, enfrentó críticas mixtas sobre su trabajo influenciado por Europa, pero no se desanimó. En 1956, se casó con Gloria Zea y juntos viajaron a Ciudad de México, donde Botero se vio influenciado por artistas locales y desarrolló su estilo artístico único, caracterizado por un énfasis en el volumen y la forma.
En 1958, Botero regresó a Bogotá y fue nombrado docente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Durante este período, enfrentó críticas y controversias, pero también alcanzó reconocimiento por su obra «La Camara degli sposi (Homenaje a Mantegna)».
A lo largo de su carrera, Botero tuvo múltiples exposiciones en diferentes países, incluyendo Estados Unidos, Europa y Colombia. Su trabajo fue ampliamente reconocido y valorado, y en 1976 donó dieciséis obras al Museo de Antioquia, siendo honrado con una sala dedicada a su hijo fallecido, Pedrito Botero.
Además de su trabajo en pintura, Botero incursionó en la escultura a partir de la década de 1970, utilizando principalmente bronce y mármol de Carrara.
En el año 2012, se llevaron a cabo varios homenajes en honor al octogésimo aniversario del renombrado pintor colombiano Fernando Botero. Estas celebraciones incluyeron exposiciones de su obra en museos de diversas ciudades, destacando su contribución significativa al mundo del arte. El gobierno colombiano también reconoció la importancia cultural de su trabajo al declarar que 479 de sus obras eran de «interés cultural del ámbito nacional».
En el año 2013, Fernando Botero presentó la colección denominada «Boterosutra», y en el 2015, otra colección titulada «santas», continuando su prolífica carrera artística y explorando nuevas temáticas en su característico estilo.
Además, entre los meses de noviembre de 2015 y abril de 2016, China fue el escenario de una importante retrospectiva dedicada al artista colombiano. Esta exhibición permitió a los espectadores chinos y visitantes internacionales apreciar la vasta y diversa obra de Botero a lo largo de su carrera.
Fernando Botero, conocido por su estilo único y distintivo, ha dejado una huella duradera en el mundo del arte a través de su extensa obra y su contribución a la cultura artística colombiana y global.