El 16 de febrero de 2023 se presenta en el salón de eventos sociales Casa Blanca, del municipio de Victoria, un nuevo libro sobre la historia de Victoria, la más antigua población del oriente de Caldas.
Ángel María Ocampo Cardona
Presidente de la Academia Caldense de Historia
El historiador victoriano, Jaime Vargas Moreno, quien es Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia, se ha dedicado en los días de su buen retiro de la actividad jurídica, a desempolvar archivos, libros antiguos, documentos historiográficos y estudios viejos y recientes sobre la historia de los pueblos del oriente caldense, en el loable empeño de darle cada vez mayor claridad al asunto de las múltiples fundaciones que tuvo la primera ciudad colonial asentada por los españoles en el siglo XVI en la sección oriental de la actual región caldense. Desde la publicación de su libro Victoria, historia y colonización (2009), en la que dio muestras de poseer un gran talento como investigador riguroso y metódico de la génesis de su tierra nativa, hasta ahora cuando ha decidido presentar este libro bajo el título de Victoria Caldas: Trazos de Historia como un balance de lo que ha sido su infatigable tarea de escudriñar las confusas versiones que se han construido a lo largo de 469 años, sobre los verdaderos emplazamientos y las reales fechas de los asentamientos de Victoria, Vargas Moreno no ha descansado hasta podernos mostrar unos resultados más confiables sobre la enmarañada materia de la fundación colonial.
En virtud de la lectura de este libro de ahora nos va quedando más diáfana la idea de que la población de Victoria en el oriente de Caldas ha tenido por lo menos cuatro hitos fundacionales o de poblamiento que de manera panorámica recapitulamos aquí para coadyuvar a la honrada visión pedagógica que ha inspirado a Vargas Moreno en la construcción de su nueva obra:
La primera
La primera fundación de Victoria es casi simultánea con la fundación de Mariquita, y ocurrió entre los años 1553 y 1557. Mientras Francisco Núñez Pedroso sometía a las tribus marquetonas y daba inicio al desarrollo de una población que con el tiempo iba a crecer en franca emulación con su hermana Honda a la ribera izquierda del Magdalena, Asencio de Salinas y Loyola avanzaba con sus hombres más hacia el norte y establecía en las que los conquistadores llamaron “Sabanas del Guarinó”, el primer emplazamiento de Victoria. Sobre la ubicación geográfica de esta primera fundación, los historiadores no han llegado aún a ningún acuerdo. Algunos la ubican, en un lugar cercano a los nacimientos de los ríos Guarinó y La Miel, argumentando que Salinas “al no ser bien recibido por Núñez Pedroso prosigue su marcha por las márgenes del río Guarinó hasta encontrar una explanada entre los nacimientos de este río y el río La Miel, lugar que elige para en el año 1557 fundar la primitiva Vitoria”. Otros historiadores en cambio ubican la primera fundación de Victoria, entre los ríos Gualí y Guarinó, versión más creíble si se tiene en cuenta que la segunda fundación tuvo lugar en un sitio ubicado más al norte, en la ruta seguida por Don Francisco de Ospina hacia Antioquia, para fundar a Nuestra Señora de los Remedios en 1561, lo cual hace difícilmente pensable la primera ubicación de Victoria por los lados de los valles altos de San Félix o por la actual Marulanda (cerca de los nacimientos de los ríos Guarinó y La Miel), que están más distantes hacia el occidente de la citada ruta hacia Antioquia. Sobre esta primera fundación nos dice Aguado en el 2º volumen de su Recopilación Historial entre otras cosas lo siguiente:
“En esta provincia que demás de los nombres dichos se llama las Sabanas de Guarinó, por algunas manchas de sabanas que en ella había, pobló el Capitán Salinas un pueblo, día de la ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, por el mes de mayo de 1557, al que llamó Nuestra Señora de la Vitoria (subrayado mío). Pobló con aditamento de mudarlo a mejor sitio y lugar cada vez que le pareciese”.
La segunda
La segunda fundación ocurrió en el mismo año de 1557 y gozó de una mayor duración en el tiempo, pues como lo dijo Aguado, la primera fundación fue de carácter deliberadamente transitorio y no debió haber permanecido sino a lo sumo algunos meses. De hecho, siguiendo al mismo Aguado, sabemos que Salinas en su búsqueda de mejor sitio para la fundación de Victoria, llegó a un paraje ubicado en los actuales linderos entre Marquetalia y Samaná, habitado por unos indígenas, a los que bautizó con el nombre de marquesotes, para recordar que allí sus soldados hubieron de cortarse las barbillas y acicalarse “a la marquesota”, con la sotabarba a la altura del cuello para evitar que los belicosos aborígenes las utilizaran como medio de atraparlos. (Ver más detalles sobre estos hechos en mi ensayo titulado El Oriente tras las huellas de sus orígenes, incluido en el libro Caldas: Cacicazgos, invasión y tragedia, editado en el 2021 por la Academia Caldense de Historia, pp. 99-184). Los españoles siguieron avanzando por entre pequeños pueblos de indios y hallaron en lo alto de una loma, cinco o seis casas en pie, donde se alojaron por algunos días, al cabo de los cuales, pareciéndoles que, aunque montuoso, el lugar era alto y de buen clima para fijar en él la nueva fundación. Trazaron el poblado, repartieron solares y establecieron su permanencia en el sitio.
Esta segunda fundación se ubicó en un lugar alto, desde donde “se veía y señoreaba el río Magdalena y la provincia de los Canapeyes y otras muchas tierras, once leguas más abajo de la ciudad de Mariquita hacia la parte de Cartagena y nueve leguas del río grande metida la tierra adentro y cuarenta leguas de la ciudad de Santa Fe” (Aguado). Se trataba de unos terrenos localizados entre los ríos Miel y Manso, a los cuales se refiere el historiador Vargas Moreno cuando afirma que esta fundación “fue abandonada por la considerable disminución de indios para trabajar en las minas y por la enemistad de dos familias de apellidos Salcedo y Ospina”.
Fue con toda seguridad en las circunstancias de esta segunda fundación que se basó el cronista Aguado para dejarnos entre otros sus pintorescos relatos sobre la afamada rebelión de los amaníes, sobre los matrimonios y casamientos entre los indios patangoros, sobre la escogencia de los médicos e intérpretes por parte del demonio y sobre las formas de curar las heridas de yerba. También corresponde a la época de la segunda fundación de Victoria, el relato de Juan Rodríguez Freyle en su obra El Carnero sobre las célebres, aunque poco estudiadas por los historiadores del oriente caldense, Bodas de españoles en Victoria, celebradas por Doña Beatriz, la hija del fiscal de la Real Audiencia Alonso de la Torre, con un caballero de apellido Bustamante, oriundo y criollo de Victoria y hombre muy rico.
La tercera
El historiador Vargas Moreno nos habla luego de una tercera fundación. Posteriormente y por tercera vez, nos dice Vargas, Vitoria fue fundada en tierras cercanas a la desembocadura del río Guarinó, en el Magdalena, pero ante lo malsano del clima y la resistencia de los indígenas, los españoles abandonaron en el año 1585 definitivamente esta región para trasladarse a la ciudad de Mariquita. Al no existir muchas evidencias históricas ni documentales de esta ubicación de Victoria, nos inclinamos a pensar que la Victoria que desapareció en 1585 fue la misma que ha quedado descrita para la segunda fundación.
Las ruinas de esa fundación fueron absorbidas por la selva, la misma que durante casi tres siglos permaneció anónima, nombrada apenas con el temor que inspira lo desconocido, y bautizada por los antioqueños, tolimenses, caucanos, boyacenses y cundinamarqueses como “la montaña de Sonsón”. Una cuadrilla de mineros encabezada por Escolástico Arias halló por casualidad sus vestigios en 1890. Al practicar una trocha para evitar un largo rodeo del sendero que comunicaba su establecimiento de explotación de oro con la Hacienda La Norcasia, punto de donde llevaban la mayor parte de sus provisiones, se vieron de improviso con las ruinas, consistentes en unos marcos o rectángulos cercados de tapias, de diversas dimensiones, una calle ancha tirada de suroeste a nordeste y algunos edificios de tapias sólidas, entre otros. La descripción completa del hallazgo aparece en el informe presentado el 12 de octubre de 1911 al Centro de Estudios Históricos de Caldas por Jesús María Arias Jiménez (tío militar del escritor Arias Trujillo), y que luego se publicó en el Boletín de Historia y Antigüedades con el aval del académico Ernesto Restrepo Tirado.
La cuarta
Así pasamos al tercer proceso de poblamiento de Victoria, que para el historiador Vargas sería el cuarto. Es la primera fundación del poblado en el siglo XIX, ocurrida poco después de la revolución de Independencia, más exactamente por los años de la Revolución de los Supremos. El historiador Emilio Robledo Correa en su obra Geografía Médica y Nosológica de Caldas, publicada en 1916, afirma que la actual población de Victoria data desde principios del siglo XIX, época en que se instalaron algunas familias en la cuchilla que queda hacia la parte Noroeste de la población. Y agrega que habiéndose escaseado las aguas a consecuencia de un largo verano se trasladaron en 1879 al sitio de los Planes.
En efecto, en el interregno entre la guerra de los Conventos (1840) y la Revolución de Mosquera (1860), en la Cuchilla de Bellavista, al noroeste de la actual ubicación, se formó el nuevo sitio de Victoria, compartiendo su hermandad con fincas y parajes tales como Guadualito, El Aguacate, El Piñal, Mesones y Quebradaseca.
Así se llega al cuarto movimiento fundacional de Victoria, ocurrido con el traslado, en 1879, de los pobladores de Bellavista, a los Planes o Guadualito, que es la actual ubicación de Victoria. Asentamiento definitivo que logró estabilizar un conglomerado cuyo desarrollo comunitario, cívico, político, económico y social es la materia de los últimos capítulos de este libro que con lujo de detalles historiográficos presenta el historiador Jaime Vargas Moreno.