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domingo, mayo 28, 2023

Ojo con el Cine, La prostitución del cine

Germán Ossa

Hace unos años, no muchos si se quiere, era imposible imaginar que la industria del cine se iba a convertir en un hecho tan calamitoso, pobre, triste, bajo, ruin, miserable y hasta de dudosa ortografía, para los amantes de este arte que se llegó a considerar “El Arte del Siglo XX”, la mejor de las artes, el arte estrella, lo mejor que el hombre (los hermanos Luis y Augusto Lumiere) hubiera podido inventar para formar y entretener a los miles de millones de espectadores que debían poblar este planeta donde de manera regular respiramos hoy por hoy.

Siempre y cuando sea el dinero, el que esté de por medio, en la producción, realización y comercialización del producto cinematográfico, lo que va a estar contenido en la película como producto final, va a estar condicionado por los intereses más perversos de quienes tienen el mismo, para hacer posible eso que llamamos película, como resultado final.

No es mi intención hablar de las películas que toman la prostitución como tema, como eje argumental, porque ese no es ni siquiera un género y los que lo han tratado y se han hecho ricos con los hombres y mujeres desnudos haciendo cositas en diferentes escenas, son una clase aparte de los afortunados con la fortuna y obvio, eso sería tema para otra nota.

 

 

 

 

 

Incómoda situación

Lo que de verdad me asusta, me incomoda y me motiva para hacer mi columna de hoy, es ese terrible mercado que existe ahora y que inunda los medios que nos permiten ver miles de millones de series, cortos, mediometrajes y películas y contenidos que esas tales plataformas “fabrican” a diario, con la intención dizque de satisfacer “a todo tipo de público”, porque es tan grande su talento, que piensan en todos, absolutamente en todos nosotros, puesto que son impresionantemente generosos sus propietarios. Y es allí donde está la verdadera prostitución del cine, del audiovisual, porque por cada una de las cintas de calidad que producen, que realizan, que sacan al mercado estas plataformas, nos encontramos con decenas, centenares, miles y hasta millones de películas malas, ordinarias, ridículas, sosas, que llenan las parrillas que debemos revisar para escoger esa que nos hará quedarnos sentados frente a nuestros receptores para disfrutar durante una hora y media, para transportarnos a esos mundos que deseamos y soñamos.

Las tales plataformas

El aislamiento que trajo la pandemia desde comienzos del 2020 consolidó y, al mismo tiempo, incrementó la oferta de plataformas de series y películas vía streaming en muchas partes del mundo.

A los ya conocidos Netflix, Amazon Prime Video, Cablevisión Flow, Movistar Play, DirecTV GO y Disney+ se les sumaron en los últimos años HBO Max, Star+, Paramount+ y Apple TV+. Cada uno se caracteriza por ofrecer contenidos originales, incluidas varias producciones locales, y con precios para todo tipo de público. (Esto lo dice don Google).

En la actualidad, varios proveedores de televisión por cable -Flow, DirecTV y Telecentro- decidieron incluir en su servicio básico opciones que tienen no solo a Netflix o Amazon Prime Video como bandera, sino también a Paramount+ o Universal+ como servicios adicionales y sin cargo.

Incluso la propuesta se amplió a otras plataformas, como Mercado Libre, quien por el solo hecho de suscribirse al nivel 6 de usuario, tiene incorporados los contenidos digitales de Disney+ y Star+ con una oferta superadora a contratar ambos servicios en forma independiente.

 

 

 

 

Añoro los teatros

Sigo añorando el cine en los teatros grandes, con crispetas en mano, silla cómoda, mucha gente en silencio acompañándome y una bella muchacha a mi lado, sonriéndome cuando sabe que esa escena, ese momento, ese beso dado en la pantalla o ese sueño soñado por los protagonistas, se parece a nuestra vida.

Y algo mejor, experimentar esa sensación de amistad y diálogo con esos espectadores amigos que han compartido la misma proyección con uno en la misma sala y comentar la película vista y hablar de su posible Óscar de la Academia, al salir del teatro, con esa emoción que lo hacíamos años atrás, así no coincidiéramos en la asignación de los premios días, semanas o meses después, pero que nos animaron la vida en esos momentos inolvidables.

Esas plataformas nada de eso nos permiten. Así de sencillo.

Para estar informado

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