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sábado, septiembre 30, 2023

Extraviado en la décima con décima

Carlos Arturo Arbeláez Cano

La décima es quizás una de las formas de versificar más antigua en la lengua castellana, Lope de Vega fue de los primeros decimeros. Llaman “decimeros” a aquellos bates que se trenzan en la búsqueda de un arreglo fonético y una estructura gramatical precisa que garantiza la musicalidad y el ritmo de una composición poética.

Aunque hoy la poesía tiene una evolución demostrada en las creaciones de poetas como León de Greiff, Jorge Zalamea o Juan Manuel Roca, para no nombrar a todos, la poesía de academia refina la pluma y ejercita la lógica del formato poético, pues nos fuerza a luchar, permanentemente, no solo con la imagen poética, sino también con la búsqueda de nuevos giros y nuevas propuestas compositivas de las escrituras líricas, sean ellas en versos libres o métricos.

 

 

 

 

 

 

En este sentido no olvidar que la métrica no disputa su rigor con el rigor mismo de los contenidos que aborda el arte poético; por tanto, la métrica no necesariamente condena las emociones, el sentido del verso, los paisajes o las circunstancias vitales que acosan al hombre en su devenir cotidiano, también con ese rigor podemos visibilizar y recrear un momento histórico como el que vivimos en Colombia.

A continuación, algunas décimas.

1

Déjenme pasar de lado
en esta búsqueda ingrata
antes de meter la pata
en embrollos de letrado.
Por la décima he buscado
ocasión de alguna rima,
y a la vía solo arrima,
el clamor del mediodía;
y era más la algarabía
que entender una proclama.

2

Buscaba encontrar al bate
que todos cargamos dentro
para llegar al encuentro
de un verso o algún sainete
que ilustrara el despelote.
Tiempos de gran cobardía,
de corruptela y desidia
que en Polombia se declara
al tener por jefatura
tan pérfida cofradía.

 

 

 

 

 

 

3

Encontré al pueblo llano
con pregones protestando
ante semejante absurdo
que lo condena a lo insano.
Intentaba alejandrino,
redondillas o un octeto;
intenté con un soneto,
la décima me costaba,
y se secaba mi baba
en medio del alboroto.

4

Salí al final lisonjero,
pues me uní a toda esa gente
que marchaba con la frente
izada con mucho esmero.
Le exigían el decoro
a la caterva de ineptos
que fungían como honestos
siendo tan solo indecentes,
bandidos de mil agentes
de cuello blanco dispuestos.

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