Alfredo Cardona Tobón
La región llamada Anserma por los españoles, estaba comprendida entre la parte alta de la cordillera occidental y la ribera del río Cauca dentro de los límites de los municipios de Anserma, Apía, Belén de Umbría, Guática, Quinchía y Riosucio.
Las enfermedades, las guerras, la violencia y el mestizaje diezmaron la población agrupada en varias tribus de recolectores, cazadores, orfebres y alfareros que tenían la misma cultura y se comunicaban en el lenguaje umbra.
Apenas ahora estamos redescubriendo a los primitivos pobladores de Anserma y su lenguaje umbra es el eslabón primario para conocerlos y reconocer su papel en la historia.
En una aula improvisada en una ramada de la vereda de Mápura, un grupo de niños y niñas escuchan atentamente las lecciones del lenguaje umbra que siglos atrás hablaron sus ancestros en la extensa región que se extendía desde la cordillera occidental de los Andes hasta las orillas del rio Cauca.
Hoy muy pocas personas hablan umbra, un lenguaje proscrito por los clérigos y los letrados criollos, que vieron en la cultura nativa un obstáculo en sus planes de evangelización, conquista y despojo. Sin embargo, ahora que renace la identidad indígena en la zona y se buscan las huellas ancestrales, se intenta revivir de los rescoldos y el olvido la lengua que unió una comunidad que sobrevivió a los ataques de las tribus chocoes, a la persecución de los españoles y a los mestizos caucanos y antioqueños, que como en la época de la conquista, les arrebataron la sal, el oro y la tierra.
En su cruzada la iglesia católica borró las creencias nativas, desterró a su dios Xixaraca y a la diosa Michua que desde la cúspide de los cerros Carambá y Picará protegían a los umbras y estableció internados donde borraron la memoria de los niños y los convirtieron en peones serviles .
Durante siglos acallaron el lenguaje umbra; sus palabras solamente se escuchaban en la intimidad de los hogares y se fueron apagando a medida que desaparecían los abuelos; poco a poco los nombres indígenas se remplazaron por otros que nada tenían que ver con los nativos, no se volvió a mentar a Mismis a Currumí, a Guarguará y Opirama, Anchisme, Sausaguá, Suaiba, Guacuma, Picará y Carambá… vocablos hermosos que cantaban a la naturaleza y
fueron cambiados por nombres de santos o de próceres ajenos.
RESCATE DE LA LENGUA UMBRA
Durante el Frente Nacional el INCORA parceló una extensa finca de Alejandro Toro y en la vereda de Ginebra adjudicó parcelas de ocho hectáreas a campesinos sin tierras, que dentro de las mayores dificultades, por falta de recursos y vías, empezaron a cultivar café, cacao y caña panelera. Entre los jóvenes de la nueva comunidad se destacó Merardo Largo Trejos quien sin descuidar las labores agrícolas consiguió un cupo en el Hogar campesino de Riosucio y luego estudió Etnoeducación y Desarrollo comunitario en la Universidad Tecnológica de Pereira, Etnolingüística y fonética en Ecuador y el Perú, fue gobernador del Resguardo Escopetera- Pirsa y elegido concejal de Quinchía.
En sus ires y venires Merardo se empapó de las costumbres de su gente y vio que algunos tenían un lenguaje distinto al que hablaban los emberas-chamies de la región. Merardo cotejó las palabras y las frases de unos y otros y cayó en cuenta que había encontrado el lenguaje de los descendientes de los primitivos ansermas cuya existencia se testimoniaba en los numerosos petroglifos de las vecindades.
A la par de sus labores administrativas y políticas Merardo inició el rescate de la lengua umbra como primer eslabón en la recuperación de la identidad de los nativos de Anserma, pero en el año 2001, militantes del EPL atentaron contra su vida y lo obligaron a emigrar y radicarse en Canadá. Ahora la labor está en manos de Jhony Largo Trejos , hermano de Merardo, quien con el apoyo del Cabildo de Carambá está desplegando una campaña para recuperar el lenguaje umbra .
En la actualidad siete familias hablan la lengua umbra: dos en la vereda de Batero, dos en Ginebra, dos en Juan Díaz y otra en Sardinero, todas ellas ubicadas en Quinchía. Para evitar la desaparición de la lengua umbra el maestro Guillermo Rendón trató de conformar una escuela de umbra en la vereda de Batero, pero el proyecto no pasó de la idea pues no se ha contado con el apoyo de las autoridades locales ni con los lideres culturales permeados por las manifestaciones antioqueñas y sordos a lo que tenga que ver con la cultura indígena.
En la región de los antiguos umbras, los vecinos de Anserma perpetúan la memoria de Jorge Robledo y de sus crueles lugartenientes y han olvidado a Ocuzca y a los indígenas que lucharon por la libertad de su pueblo. En Guática los ocupantes paisas ignoran el pasado de su pueblo, y en Riosucio los embera-chamies han marginado a los umbras y tomado su vocería; por su parte los quinchieños descendientes de los umbras le han bajado volumen a la ruana, a las cotizas y a los arrieros y emprendido el rescate de sus valores en festivales de música y poesía umbra y en campeonatos que unen a los vecinos.
LA PRESENCIA DE LOS ESPAÑOLES
Sebastián de Belalcazar fue el primer español que cruzó la tierra de los umbras, luego Pedro Badillo y le correspondió a Jorge Robledo consolidar la sucia presencia de los europeos en este territorio con la fundación de Anserma y el establecimiento de avanzadas militares en Guntras y en Morga ..
Los caciques Ocuzca y Chiricha encabezaron la resistencia nativa, pero fue inútil su esfuerzo ante la superioridad española en armamento y tácticas guerreras a lo que se sumó la desunión de los indígenas que facilitó el avance de los conquistadores. En 1557 se prepara una rebelión en la región y el capitán Luis de Guevara apresa a los caciques principales para evitar que apoyen a los quimbayas y los panches. Los españoles recluyen a Opirama, Aytamara, Ocupirama y otros jefes umbras , los encierran en un rancho y los dejan morir de hambre.
Los españoles concentraron a los umbras en las encomiendas y luego en los resguardos con el objeto de aprovechar su fuerza de trabajo, reducirlos al cristianismo y cobrar los impuestos. Los religiosos franciscanos, por su parte, establecieron doctrinas a cuya sombra surgieron los poblados indígenas de Quinchía y de Tachiguí mientras los curas doctrineros borraban la cultura umbra en los resguardos de Apía, Tabuyo y Guática
Hubo una estrecha relación de los umbras con las comunidades de los pirsas y los irras, con ellos comerciaron y establecieron nexos familiares y culturales; fue notable la influencia del pueblo minero de Quiebralomo sobre el diario vivir de los umbras y fueron muy importantes los nexos comerciales con los irras y los quimbayas de la otra orilla del rio Cauca, pero con las tribus del Chocó las relaciones de los umbras fueron hostiles, principalmente con los noanamaes y los tatamaes, quienes en varias ocasiones atacaron a los umbras por considerarlos aliados de los españoles.
LA PRESENCIA EMBERA
Desde fines del siglo XVIII los embera-chami fueron ocupando los espacios de los umbras menguados por la viruela, la gripe, el trabajo mitayo y la guerra contra las tribus del Chocó. Hubo una inmigración interna que tocó a los resguardos riosuceños y sumó la cultura embera a las tradiciones, leyendas y lenguaje de los pirsas y los umbras.
En 1949 se disolvió el Resguardo Escopetera-pirsa por la presión de los notables que ambicionaban sus tierras, pero en 1992 los vecinos del corregimiento de Bonafont restablecieron el resguardo La Escopetera- pirsa incluyendo varias veredas quinchieñas de ascendencia umbra que ante la hegemonía riosuceña han intentado separarse de la Escopetera y consolidar el resguardo de Carambá con ocho globos de terreno y 22 veredas con 4896 indígenas cuyos objetivos son la titulación de las tierras y el rescate de sus valores culturales.
.Los embera han migrado hasta el sur colombiano y en esta zona han conformado resguardos en los municipios de Belalcázar, Anserma y Quinchía y controlan los resguardos de Lomaprieta, La Montaña y Pirsa Escopetera en Riosucio, copando recursos y tomando la vocería de los antiguos asentamientos indígenas.
LA PRESENCIA PAISA EN LA ZONA UMBRA
Como lo afirmó Boussingault en sus memorias, numerosos mineros antioqueños llegaron a Marmato a trabajar en los socavones y aluviones, allí permanecían un tiempo y luego regresaban a su tierra o se instalaban en la zona fría de los resguardos indígenas donde establecían cultivos o se dedicaban a la ganadería y el barequeo del oro..
En 1843 los paisas fundaron el caserío de Oraida y con la aquiescencia de las autoridades del Cauca los Jaramillo, Naranjo, Navarro y Hoyos, provenientes de Andes, Támesis, Carmen de Viboral y de Marinilla levantaron la aldea de LLanogrande y posteriormente la de Pueblo Nuevo, hoy Sanclemente, en la parte alta de los resguardos de La Montaña y Guática. Hacia los años cuarenta del siglo XIX otro grupo de mineros se asentó en la desembocadura de la quebrada Papayal en el rio Risaralda y fundaron a Papayal, un caserío que alcanzó la dignidad de distrito y desapareció sin dejar huella.
Una vez ocupado el suroeste de Antioquia, los empresarios de ese Estado fijaron sus ojos en las tierras del norte del Cauca ocupadas por los resguardos o consideradas como baldías de la Nación. Al interés económico se sumó el político, pues los dirigentes riosuceños, aliados de los conservadores antioqueños, después de contar con el respaldo de los Resguardos de San Lorenzo y la Montaña, buscaron el control de los Resguardo umbras de Arrayanal, Guática y Quinchía que mantenían nexos con los radicales de la ciudad de Cartago
Hasta la década de los setentas del siglo XIX la ocupación paisa de la franja izquierda del río Cauca fue tolerada por los indígenas que cedían tierras con la condición de que se portaran bien con ellos, pero a partir de entonces la colonización de los antioqueños se convirtió en una invasión descarada como lo muestra una carta de Tomás Ladino, gobernador del Resguardo de Guática dirigida a las autoridades caucanas y de la cual se extractan los siguientes párrafos:
“ nos vemos precisados a llevar nuestra débil voz al Tribunal que nos protege y favorece elevando la petición siguiente: Hace nueve meses que se dirigió una presentación al despacho del Señor Presidente del Estado de Popayán solicitando una providencia favorable sobre los perjuicios graves que nos están causando los advenedizos del Antioquia que procuran hacerse dueños injustamente del terreno de nuestro Resguardo y se han apropiado de parte de él sin las formalidades prescritas por la ley, y hasta el presente, no ha habido contestación alguna ni de esa y otra demanda de antes, las cuales deben estar en el Despacho Superior de Gobierno y deseamos saber su resultado porque esos señores antioqueños se han declarado como enemigos y nos aborrecen porque somos defensores del gobierno caucano y ellos son notoriamente declarados contrarios a sus instituciones. Hará espacio de cinco meses que atacaron en pandilla armada e hirieron gravemente al indígena Manuel Rivera y han ultrajado a otros amenazando a que nos van a quitar la vida. Es público y notorio los grandes perjuicios que nos están causando con sus crías de animales, que nos están tumbando las casas y asolando las sementeras… sin consentimiento han destinado la casa cural que pertenece a la parcialidad a servir como despacho del corregidor de los antioqueños que se han apoderado de nuestro pueblo y de los mejores terrenos que nos han quitado injustamente”.
Luego de erigir a Pueblo Nuevo como cabecera del distrito de Guática, los nativos consiguieron que la legislatura del Cauca diera marcha atrás y restituyera tal dignidad al poblado de Guática. En la carta enviada por Ladino denuncia los atropellos paisas y solicita se tomen las providencias necesarias “porque nos hallamos en peligro -dice en el documento- con esa clase de gentes” y pide que los antioqueños desocupen a Guática y los territorios que injustamente se han apropiado.
En el año de 1875 el gobierno caucano permitió la venta de la tierra de los resguardos indígenas con la condición de reservar 50 hectáreas para el área de un poblado. Como los nativos no tenían dinero para contratar topógrafos se pagó con extensos globos de terreno y al repartir las cincuenta hectáreas reservadas para la zona urbana, se adjudicaron los solares a los nativos y también a numerosos antioqueños que dejaron esos lotes como bienes de engorde.
Como las poblaciones de Guática y de Pueblo Nuevo (San Clemente) quedaban a escasos dos kilómetros de distancia los paisas quisieron trasladar la aldea de Guática a la fundación antioqueña, Los indígenas se opusieron inicialmente , pero ante la presión de curas y alcaldes, acceden al traslado como se ve en el documento fechado el 23 de julio de 1896, dirigido por el Cabildo al Presbítero Clemente Guzmán;
“Nuestro dignísimo y muy respetado doctor y cura de la parroquia:
Los abajo firmados a usted muy respetuosamente y con humildad decimos; que habiendo usted visto y reconocido el punto de Mismis donde se trata de la nueva población y reuniendo este todas las ventajas que requieren, entre estas la más importante y principal de todas las buenas y suficientes aguas, hemos venido a resolver que de nuestra parte se trance y arregle el asunto en definitiva conviniendo pues, en trasladar la población al punto mencionado…. Nada más debemos y queremos de nuestra parte, lo que hemos querido, queremos y deseamos es que todo se arregle bien y con la equidad y la justicia que en todo caso reúne la paz, la buena armonía entre los vecinos que componen un pueblo”.
Potreros- julio 23 de 1898 Gobernador Pedro Bueno.
En este documento no figura el resguardo de Guática, sino el de Potreros, pues los nativos desplazados hacia la tierra cálida se concentraron en la franja denominada Potreros, que en adelante identificó a la comunidad ancestral pues los antioqueños se apoderaron hasta del nombre de Guática.
La guerra de los Mil Días desbarató las intenciones de los paisas de Pueblo Nuevo, pues el caserío asolado por las guerrillas liberales, perdió su importancia y sus habitantes, para resguardarse de los ataques, abandonaron a Pueblo Nuevo y se refugiaron en Guática, desplazando a su vez a los indígenas
EL RESGUARDO DE TABUYO Y LA PENETRACIÓN ANTIOQUEÑA
A fines del siglo XVIII los españoles y criollos de Ansermaviejo dejaron la antigua fundación de Jorge Robledo y se asentaron cerca de Cartago para protegerse de los ataques indígenas y atender mejor sus ganados. Pero la antigua ciudad no quedó deshabitada pues en su vecindad continuaron viviendo los nativos tabuyos, que aunque diezmados por las enfermedades y por los desplazamientos hacia las minas de Quiebralomo y Supía poco a poco levantaron sus ranchos en la desolada ciudad. En 1870 Ansermaviejo era un villorrio dentro del Cantón de Toro, con apenas 760 vecinos y tierras fértiles codiciadas por los empresarios del suroeste antioqueño .
El primer empresario paisa que llegó a Ansermaviejo fue Jorge Orozco, luego su hermano Pedro y los demás hermanos Orozco quienes asociados con los corruptos funcionarios caucanos compraron y adquirieron por medios lícitos e ilícitos las tierras de los tabuyos. Como por ley los indígenas se catalogaban como menores de edad, los antioqueños representaron a los nativos. Entre ellos se recuerda a Ponciano Taborda, quien fue corregidor y jefe político y se enriqueció a costa de los tabuyos. Por la mensura del Resguardo, Ponciano Taborda cedió al topógrafo William Martin extensos lotes del resguardo de Tabuyo y en 1873, siendo procurador de Ansermaviejo, vendió a Rudecindo Ospina, por apenas $800 pesos, un enorme globo que incluía varias veredas del actual Anserma.
Fue infame la manera como despojaron a los tabuyos de su territorio. El treinta de julio de 1878, según lo indicado en acuerdo No. 1 del 8 de noviembre de 1875 la Junta repartidora del Resguardo compuesta por el corregidor Azarías de la Pava, por el procurador Jerónimo Betancur, por Jorge Orozco, notario, Eloy Ribera y Juan de Dios Gamboa, ninguno de ellos indígena, precedieron a fraccionar el Resguardo incluyendo en el reparto a los Orozco y otros antioqueños. Posteriormente por sumas insignificantes Pedro Orozco compró a los comuneros las tierras del Horro, de Paloblanco, Cauya y Chápata y en 1881 el corregidor Sebastián Mendoza cedió a Rudecindo Ospina. Exjefe ´político de Marmato 10.000 hectáreas entre el río Risaralda, la quebrada el Pital y el Alto del Madroño.
Los curas de Támesis y Palermo en las misas dominicales hacían propaganda a la empresa de los Orozco, que fíaban, cambiaban tierra por reses o marranos, cedían lotes a cambio de trabajo en caminos, compraban cosechas y repoblaban a Ansermaviejo con paisas del suroeste antioqueño.
LOS ANTIOQUEÑOS EN TACHIGUÍ
Al empezar el siglo XVII la comunidad franciscana estableció una misión en Tachiguí y a la sombra de los frailes creció un caserío que se convirtió en una puerta hacia el Chocó. Durante la guerra de la Independencia las guerrillas españolas asolaron la aldea y lo mismo sucedió en la guerra de 1860 cuando tropas manizaleñas llegaron como langosta, arruinando cultivos y despoblando el caserío. Tachiguí al igual que las lomas del Tatamá se convirtieron en refugio de maleantes y aventureros de Antioquia. Por allí no ejercía presencia el Cauca, cuyas débiles autoridades se plegaban al capricho de los bandidos.
Al igual que en Tabuyo, los nativos de Tachiguí vendieron a menosprecio sus tierras; el 13 de septiembre de 1874 el Cabildo cedió un enorme globo de terreno que abarcaba gran parte de lo que hoy constituye el municipio de Belén de Umbría al empresario antioqueño Rudecindo Ospina y poco después el Cabildo, atendiendo exigencias legales, cedió igualmente, el terreno para fundar a Arenales, embrión de Belén de Umbría, adonde se trasladaron los habitantes de Tachiguí que en el crisol del mestizaje se perdieron dentro de la gleba de los colonos paisas.
LOS UMBRAS Y LA VIOLENCIA POLÍTICA
Los resguardos umbras siguieron los lineamientos políticos del radicalismo liberal pero ls influencia de la iglesia cambió el rumbo y a fines del siglo XIX los resguardos de Guática y Tabuyo se alinearon en el bando conservador. Los quinchieños, por su parte, comandados por Guillermo Vinasco apoyaron a Mosquera en la guerra de 1860 y bajo el mando de Zoilo Bermúdez lucharon en las filas de Payán en la guerra de 1877 y engrosaron las guerrillas liberales en la guerra de los Mil Dias.
En los regímenes conservadores de Ospina Pérez y Laureano Gómez los nativos de Guática perdieron casis todas sus tierras y acosados por los “pajaros” fueron desplazados a la zona de Potreros. En esa época se intentó desalojar a los quinchieños de sus territorios ancestrales, pero Medardo Largo Trejos, alias el “ Capitán Venganza”, puso en armas a miles de campesinos y se impidió la acción de los violentos.,
LAS FUNDACIONES UMBRAS
Los nativos levantaron poblados cerca de los cultivos y de los salados, tal fue el caso de los llamados pueblos de la sal, entre los que se recuerda a Mápura y Opirama, que convertidos en Resguardos sobrevivieron hasta el siglo XVIII.
Los encomenderos trasladaron en dos oportunidades el caserío de Guática y el Cabildo indígena trasladó a Quinchia del sitio donde estuvo la doctrina hasta un punto al pie del cerro Gobia. En épocas recientes los quinchieños conformaron los caserios de Naranjal, Santa Elena y Batero y los guatiqueños nativos fundaron el poblado de Santa Ana en terrenos del Resguardo de Potreros.
Llegaron los africanos, pasaron los caucanos y se asentaron los antioqueños y poco a poco se cierra el ciclo de los umbras. Es el ocaso de un pueblo que agoniza dejando la huella de su etnia, algunas palabras umbras en el idioma castellano y las leyendas de sus dioses, Las plantas de Xixaraca quedaron estampadas en las rocas mientras las lágrimas de Michua siguen despeñándose por las cascadas que se precipitan desde las alturas del cerro Batero.