De diferentes formas, tamaños y materiales usados, el cartel es un medio comunicacional que resulta de un proceso de sintaxis de la información. Su función puede corresponder principalmente a aspectos relacionados con lo social, político, publicitario, cultural o informativo. Pero, ¿qué tan efectivos resultan ser estos carteles cuando de protesta se habla? Es difícil precisar cuál fue el primer cartel de la historia, pero sí recordar que la vida humana en sociedad se ha visto representada gráficamente desde sus orígenes. Para David Jurado, docente del programa Diseño Gráfico de Areandina, “el lenguaje gráfico ha encontrado sustrato y pigmentos que han dependido de las tecnologías de cada época. Su carácter de enunciación ha sido dar testimonio y evidencia de las experiencias humanas. En ese orden de ideas, el cartel se desarrolla fuertemente a finales del siglo XIX bajo la técnica en auge de la litografía, principalmente en Francia. Los elementos gráficos que lo constituyeron fueron la tipografía, la forma y el color”. El diseño de los carteles de protesta cuenta con una historia destacada en Europa y Estados Unidos en el siglo XX y a principios del siglo XXI, fechas importantes donde muchas de las cuestiones se redujeron a pocos temas con independencia de la época; la lucha entre ricos y pobres, la guerra frente a la paz, conservadores contra liberales, entre otros.
La sátira como técnica y discurso
En 1931, John Heartfield, famoso por los carteles de protesta satírica que hizo durante la época de la República de Weimar y la II Guerra Mundial en Alemania, usaba carteles con el texto: “¡Blanco o negro, unidos en la lucha! Sólo conocemos una raza, sólo conocemos un enemigo: la clase explotadora”, sin mostrar siquiera las caras, solo dos brazos fuertes con los puños en alto, uno de piel oscura y otro de piel clara, para reflejar su punto de vista. El diseño de un cartel social depende no solo de la técnica implementada, sino en mayor medida de los elementos de significación que se inserten en la gráfica. Según el docente Jurado, “en su construcción se requiere una lectura inteligente sobre el contexto para abstraer los signos culturales que permitirán una pragmática cercana al lector, a fin de cumplir con su objetivo que es la persuasión y la pregnancia. De lo anterior y su correcta difusión, dependen sus resultados que siempre deben estar enfocados a informar”. En las manifestaciones culturales, los procesos de significación buscan la congregación de argumentos que permitan aportar a una idea o pensamiento conjunto. En el caso de la protesta y como explica el docente Jurado, “el cartel social puede hallar su discurso en la divulgación, denuncia o de caracterización gráfica o textual de los eventos asociados a la coyuntura particular, de manera retórica o figurativa”. En otras palabras, le da voz al ciudadano de a pie, capta la atención, encapsula un tema, exhorta, inspira y reafirma. El acto gráfico es una respuesta multisensorial, donde su lectura en primer lugar es abstraída por la vista. De acuerdo con el docente experto, “su interpretación es cognitiva, por tanto, las miradas tendrán diferentes formas de ser entendida. Su carácter de dispositivo comunicacional lo hace efectivo para instalarse con alto impacto en los lectores y generar diversas reacciones”. Y añade, “si bien un cartel debe responder a la inmediatez del evento, su responsabilidad debe estar atada a la construcción de argumentos sólidos, confiables y sujetos a verificación en aras de lograr una comunicación asertiva y no la desinformación”.
El cartel de lo offline a online. La llegada de la tecnología digital ha sido una ventana que ha permitido que los carteles tengan un mayor alcance en su difusión. En el pasado, la mayoría de los carteles de protesta se hacían de modo analógico y de baja fidelidad. Actualmente, los medios digitales utilizados en el diseño, ofrecen a los mensajes de protesta dos canales de distribución, al generar material impreso que puede verse en el mundo real y por otro, productos digitales que se comparten en internet. “Las evidencias que tratan la historicidad de la imagen gráfica nos reafirma el hecho de su adaptación a épocas, técnicas, movimientos artísticos, instrumentos de representación, sustratos y medios. En ese sentido, el cartel se ha adaptado con facilidad y aprovechamiento a cada cambio. En la actualidad, el medio digital ha brindado un soporte ideal que supera en gran medida la reproductibilidad técnica de otras épocas”, sostiene Jurado. Para finalizar, los carteles de protesta nunca han sido una actividad de diseño exclusiva o principalmente profesional, ya que cualquier persona puede hacerlo usando implementos básicos como tijeras, papel y un pincel para apoyar una causa.