Lisandro López
La reflexión esencial después de la Feria Paisaje, Café y Libro, evento emblemático de la Cámara de Comercio de Pereira, es la fundamental importancia del libro como promotor del pensamiento creativo, la imaginación, de las estrategias dirigidas al fomento del pensamiento lateral. La ciudades creativas son las más pacíficas y respetuosas de su patrimonio cultural en todas sus dimensiones. Gabriel García Márquez escribió un texto genial donde dice: “debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Samsa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea le símbolo de nada y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Balaán habló -como dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- en realidad era de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que sí no lo vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura”.
Y tiene razón: hay que leer para soñar, porque a la lectura tenemos que ir como somos y una vez entrado el gusto no dejaremos de hacerlo. Aunque la lectura le robe tiempo al descanso nunca saldremos desfavorecidos por el contacto con el libro. A veces hasta una frase feliz puede salvar la vida. Yo como muchos tengo libros de cabecera: la Biblia, las “Vidas paralelas” de Plutarco, los clásicos, biografías, mucha poesía, “El Quijote”, Shakespeare, el Ulises, la trilogía de Marechal, la colección de libros de misterio de Agatha Cristie, “Rayuela” de Cortázar,Juego de Tronos,Los Juegos del Hambre, ensayos, teología, historia, filosofía y más; mucho más. Pero como a muchos, falta todavía, eso da cierta impotencia al saber que ya habrá millones de libros que nunca podré leer. También soy un gran lector de diarios y revistas. Ya sea en soporte papel o la edición virtual. Leyendo soy feliz. Aprendo. Descubro perlas. Transito lugares donde nunca estaré. Y hasta viajo en el tiempo hacia el pasado o hacia el futuro. La lectura es compañera desde niño y jamás ha defraudado. Tan es así que en los momentos difíciles de la vida supo mitigar dolores y ayudó a superar los trances. En este mundo posmoderno, especializado y exigente la lectura es la base de la sociedad del conocimiento; pero cuidado, porque leer despierta conciencias y menos personas pueden ser engañadas. Si la lectura fuera patrimonio de todos, sin duda que este mundo sería un lugar mejor para vivir y no se cometerían tantas atrocidades. No en vano el Evangelio de San Juan dice que “en el principio era el Verbo”: la palabra, el logos, y la palabra está en los libros y los libros están para leerlos.
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