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martes, junio 6, 2023

La fotografía, la habilidad de delinear la luz

«No haces fotografía sólo con la cámara. La haces con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado». (Ansel Adams)

James Llanos

Las fotografías son anécdotas, acontecimiento que denotan un estado, un sentimiento; son infidentes, siempre hay algo más allá, un querer contar las cosas hechas consientes o inconscientemente. Una fotografía aloja la vida con todos sus matices: Lo exótico, la belleza, la creatividad, la ternura, la picardía, la locura,  la tristeza, la felicidad sin dinero, la  infidelidad, entre otras. 

Desde que nació la técnica de suspender una acción, un momento, de inmortalizar la relación del ser con la naturaleza, se ungió como un fenómeno sociocultural, estético, artístico y sobre todo un texto en imagen, que guarda en su ausencia física la condensación de lo descubierto, es como hablar frente al auditorio. Las fotografías cuentan las cosas en tiempo real, suspendidas en el aire con la misma fuerza del acontecimiento, sin perder validez y, por el contrario, despierta con mucho aprecio, momentos olvidados, con veracidad y contundencia, como una evocación de las buenas y lindas cosas.

Una fotografía puede desencadenar en los seres humanos: niños, jóvenes y adultos, estados incontrolables, emociones y sentimientos, que podrían llevarlos a entrar en un camino de efectos, poco favorables o, por el contrario, a curar, tranquilizar el animus, esto es definitivo.

Recordar

Cada que se trae una imagen se presenta la necesidad o la sensación de recordar; esta imagen mental, desencadena una cognición, que al ser observada procesa momentos en ciernes, descubriendo después de años o décadas, cosas que no tenían relevancia en su momento.  Un conocimiento que lleva al que lo padece hacia algo que, según su resultado, podría ser importante, en cuanto los seres humanos nos construimos, con imágenes en tiempo real, o inmortalizadas en la fotografía. 

Una foto, puede encarnar una vida generacional llena de honores y orgullo. La imagen, es un tratado filosófico desde el cuerpo presente en ausencia efímera, pero con memoria. Es una acción que rinde venía, “ahí sucedió un acontecimiento.

Es por ello, que en una imagen cuando el cuerpo habla, la voz se proyecta, y las emociones interactúan, desprenden gestos que trasmiten un decálogo de imaginarios hacia los receptores.

La fotografía es una inmersión en los espacios del patrimonio mundial, en especial, si pasa, de un hecho normal a la imagen cronista. Es un contenido intangible del conocimiento de los habitantes planetarios, puesto que nutre la historia cultural y artística, política e ideológica, social y económica de la especie humana, y se lleva a cabo, casi de manera subversiva. 

Una serie de fotografías en secuencia o individual, hace un recorrido por el materialismo histórico, construye una narración protagónica de la vida, como testigo y contenedor de todos los niveles existentes. Es un tratado de genialidad desde la sensibilidad, las pasiones, las turbaciones y la estética, un vademécum de los acontecimientos presentes, que tiende hilos conductores de manera diáfana como hoja de ruta, en cualquier circunstancia. Descubre la vida y la muerte, como en la película (Blow-Up) de  Michelangelo Antonioni. Basada en el texto de Julio Cortázar -Las babas del diablo-, aparecido en la obra -Las armas secretas-, a su vez inspirado por un relato del fotógrafo Sergio Larraín. Solo bastó para hallar la muerte. Cortázar aparece como cameo en una de las fotografías mostradas en la película.  Aquí hay una fábula.

Un relato

Un relato, es también una imagen, presentada literariamente, son otras estéticas de la imagen, que igual, debe ser limpia y acertada en lo compositivo, en la intensidad, la interpretación, en el significado y sobre todo en su luminosidad, que define el punto de oro de la escena. 

Las fotografías e imágenes de seres transformadores con experiencias sociales, marcan los estados de la guerra de clases, brindan un parte de que las cosas en colectivo se llevan bien, que la pausa sin prisa, es una fórmula compatible con el tiempo como mayor aliado.

Las imágenes llenas de historia a través de las cosas y los seres humanos, de las magnitudes sociales, permiten el asombro, tienen el aplomo de la montaña, para no caer, detonan postulados, revientan otros y construyen la receta de vida, orientan dónde está el norte, para rescatar pensamiento.

Las fotografías tienen miradas sin filtro, entre la mente y el corazón, dirigidas al mejor escenario, que es el espectador sentado, crítico, actuando de la misma forma, seres pensantes y políticos, es el espíritu del otro.

Obra de arte

Podríamos decir que los actuantes inmóviles dentro de una fotografía son una obra de arte, un faro desde la acción lícita, indispensable para dirimir las acciones entre los humanos la balanza, con las leyes de la belleza. Un pensamiento femenino, si así quisiéramos llamarlo, lleno de vivencias con pies descalzos, impróvida, de alforjas rápidas. Las fotografías son la mirada del ave agorera que delimita, que muestra el flanco, que vuela y llega, gracias a su perseverancia sin cejar un solo minuto, sin titubear nunca, para no fallar, y, para terminar, hecha imagen. A la estampa la antecede una performance, un texto, un poema, una metáfora, un pensamiento, una composición que está dibujada, con caracteres del cultivo de las pequeñas cosas, con traje de actor, hecho materia.

El cuadro fotográfico es una mirada de actor parado y protagónico, que viene, desde la periferia al centro de su ser: es fija, es ineditable y perdurable en el tiempo, son tres momentos, como el bronce que se embellece con el tiempo y la acción artística. La imagen cargada, como un estado exquisito, es fundamental para la posteridad en cualquier momento, que encarne trascendencia.

«Si pudiera contar la historia en palabras, no necesitaría llevar una cámara encima» (Lewis Hine)

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