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domingo, marzo 26, 2023

La Aventura de los Libros, Nuevas notas para contribuir a una discusión literaria

Nuestra madurez cultural llegará el día en que antes de preferir que se acaben las iniciativas o las ideas que ya existen, porque no nos gustan, hagamos lo posible por crear otras nuevas.

 

Mauricio Ramírez Gómez

Gran relevancia ha cobrado la discusión sobre la existencia de una literatura propiamente pereirana y la obligatoriedad o no de leer las obras escritas por los coterráneos. Eso demuestra que hay una inquietud sembrada en el ámbito literario de la ciudad y lo deseable es que trascienda para convertirse en acciones concretas que proyecten la literatura escrita en Pereira a nivel nacional e internacional.

Considero valioso insistir en la idea de que no existe una literatura específicamente pereirana, entendida como un modo exclusivo de crear, mezclando unos elementos particulares. Existe una producción literaria de calidad, pero esto no depende que los escritores hablen o no de Pereira o usen la ciudad como decorado. Esas obras son valiosas por el talento de sus autores y por supuesto, por el gusto de los lectores. Poco importa si los libros de los escritores pereiranos se refieren a Egipto o al corregimiento de La Florida. Lo que importa es la capacidad de esa persona para hacer sentir al lector que descubre algo por primera vez. A Eduardo López lo tildaron de exótico, anacrónico y extranjerizante por escribir sobre el Marqués de Sade, Cavafys y el faraón Akhenaton, en una ciudad como Pereira, mientras que a Luis Carlos González lo han proscrito por ser “excesivamente pereirano”. Sin olvidar que de Albalucía Ángel hay quienes afirman en privado que no es una escritora pereirana porque no escribió su obra en la ciudad.

Sí hay obras

Lo primero, entonces, es coincidir, como efectivamente se ha hecho, en que sí hay obras apreciables en el ámbito literario local. Si alguien quiere batirse con otro por imponerle los autores que son de su gusto, allá ellos. Cada uno tiene su canon personal y eso está perfecto, porque es su derecho legítimo como lector. Lo segundo es que considero necesario llevar la discusión a un plano más constructivo, pues poco importa si hay obras valiosas o no, si no se avanza en la resolución del problema del fomento, la circulación y el acceso a los libros.

 

 

Luis Carlos González

 

 

 

 

La construcción o el aumento de un público lector no depende exclusivamente de que haya críticos, especialistas, investigadores o académicos, ni de que los escritores se lean entre sí o de que los inviten a los festivales, las ferias o los encuentros que se realizan en la ciudad. Eso contribuye a su reconocimiento, sin duda alguna, pero de nada vale que las personas reconozcan a un escritor si no consiguen sus obras. Los libros son un artículo como cualquiera otro y los lectores escogen aquel al que puedan acceder más fácilmente, por precio o por cercanía, y que les ofrezca una compensación mayor, entendiendo por compensación la garantía de placer que genera la lectura. A nadie se le puede obligar a adquirir y leer un libro de un autor que no conoce y del cual no tiene al menos una referencia que lo motive a adentrarse en sus páginas.

Me ratifico: El lector que gasta en cada página tiempo efectivo de su propia vida, tiene todo el derecho de escoger. Leer es un placer, no una obligación. En ese sentido, es más bien problema de los escritores de la ciudad, con la ayuda de los editores y el impulso de las políticas públicas, pensar cómo convencer a ese “lector local” de que esos libros impresos y publicados en Pereira son también una opción y garantizan compensación.

El problema del ámbito literario de la ciudad no es de escasez de autores. Lo que falta es consolidar procesos potentes de promoción de lectura, que incorporen a sus ‘repertorios’ las obras de los escritores locales, pero que de esos escritores haya libros para obsequiar, prestar en las bibliotecas o comprar en las librerías. Eso no ocurre de manera consistente, excepto por algunos ‘quijotes’ que imprimen sus propios libros y se van a venderlos de colegio en colegio. También depende del fortalecimiento de los proyectos editoriales, que hacen un trabajo valioso, pero que deben recorrer todavía un camino en procesos como la edición, el diseño, la impresión y la distribución de los libros, pues nuestras editoriales pasan todavía trabajos para lograr que sus libros tengan espacio en librerías o plataformas de reconocimiento nacional. La labor de las editoriales locales sería más valiosa si tuvieran un mercado base a nivel local para sus libros y eso depende de los procesos de formación de lectura, no de los subsidios.

 

 

Eduardo López

 

 

 

 

El Estado

En lo anterior, claro que tiene una responsabilidad inmensa el Estado, representado en el plano local por la Secretaría de Cultura y la Dirección de Cultura y Artes del Departamento. El Estado tiene la obligación de trazar la política y hacer las inversiones adecuadas en formación y apoyo económico, pero no es deseable que sea el único actor, porque los gobiernos cambian y con ello los énfasis: “cada torero llega con su cuadrilla y su manera de torear”. Hay una responsabilidad de todos: escritores, editores, promotores de lectura, lectores, libreros, críticos, académicos, periodistas y mecenas, quienes deben ponerse de acuerdo en los objetivos, para que cada uno los incorpore a su propia agenda de trabajo y aporte desde su tarea a la proyección de la literatura escrita en Pereira. No se trata de seguir ciegamente a alguien, porque tiene la verdad revelada. Se trata de comprender que mientras no se modifiquen esas circunstancias que impiden la circulación y el acceso a los libros de los escritores de la ciudad, no van a sobrar excusas para seguir creyendo que estamos condenados a la pobreza cultural o que los únicos buenos escritores son aquellos que se consideran a sí mismos excluidos de los concursos o los encuentros literarios.

El esfuerzo real debe consistir en la construcción de posibilidades para todos, no en la negación del otro o en la creación de mártires y mesías literarios. No se trata de competir ni de tener razón a toda costa, sino de crear alternativas para que esas obras, que estamos de acuerdo en que son apreciables, sean capaces de llamar la atención de los lectores de otras latitudes. No es con autores vociferando encerrados en la torre de su propio ego como se construye una literatura. Es con acciones concretas, comprometiéndose en la práctica cotidiana con la creación y la formación de lectores. Es claro que hay muchas personas que lo hacen, quizá sin reconocimiento, y de lo que se trata es de sumarle a esos esfuerzos, no de quedarnos solo con ellos.

 

 

Alba Lucia Ángel

 

 

 

 

Al fin y al cabo, una literatura es un compendio de obras diversas, de todas las épocas y tendencias, que exaltan lo mejor que una sociedad es capaz de crear y que otros consideran necesario preservar y compartir. Ese compendio lo crea en conjunto una comunidad, luego de un proceso de apropiación que va más allá del reconocimiento inmediato de unos escritores. Se necesitan las ideas y el compromiso de todos, cada uno desde su posición, por modesta que sea, con la generosidad y honestidad intelectual de la que es capaz.

Nuestra madurez cultural llegará el día en que antes de preferir que se acaben las iniciativas o las ideas que ya existen, porque no nos gustan, hagamos lo posible por crear otras nuevas.

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