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miércoles, marzo 22, 2023

La Aventura de los Libros, Notas acerca de la creación literaria en Pereira

Mauricio Ramírez Gómez

Una de las señales inequívocas de que el ámbito literario de Pereira avanza en su proceso de maduración son las constantes discusiones, en redes sociales, cafés o publicaciones, acerca de la existencia de una literatura propiamente pereirana y de la obligatoriedad o no de leer las obras escritas por los coterráneos.

Personalmente, no creo que exista una literatura pereirana, entendida como un modo exclusivo de crear, mezclando unos elementos particulares. Es evidente que la ciudad y sus personajes han sido temas de numerosas obras literarias, pero este no es su rasgo distintivo ni el más loable. No dudo que se pueda hacer literatura escribiendo sobre Pereira o usándola como decorado. Pero eso depende del talento y el oficio del escritor.

Al mismo tiempo hay autores que se han dedicado a explorar otros temas, otras voces y otros ámbitos, y la ausencia de la ciudad en sus obras no puede entenderse como una manera de denigrar de su pertenencia a este territorio.

Discusión anacrónica

La discusión sobre una literatura característica de un grupo humano o de un terruño es un poco anacrónica, pertenece al momento de la configuración de los estados nación, cuando los países buscaban reconocerse en unos valores específicos, para diferenciarse de los demás. El resultado no fue siempre afortunado, si bien algunas de esas obras consiguieron enaltecer el ‘genio’ de una nación. El chauvinismo fue a menudo la plaga que carcomió el talento de muchos escritores que creyeron que cantando a sus líderes, a sus gestas y a sus símbolos, automáticamente recibirían la consagración como recompensa.

Continuar la discusión asociándola a la existencia de la “pereiranidad” es creer, con Hipólito Taine y muchos de sus autorizados seguidores, que la calidad de las obras literarias es producto de ‘la raza, el medio y el momento’. No hay grupos humanos ni territorios ni épocas más privilegiadas que otras para la creación. Simplemente hay condiciones propicias y estas se crean. Hay escritores pereiranos por adopción y porque nacieron en esta ciudad, solo por eso, no porque sus obras reflejen un común modo de ser y habitar. La calidad de nuestras creaciones no depende del clima, del mestizaje, de la alimentación o del agua del río Otún. Depende de circunstancias que son en cualquier momento modificables, como la masificación de la lectura, la circulación, la crítica y la autocrítica, todos procesos cambiantes a corto, mediano y largo plazo.

Y como ya dejé claro que no creo que haya una literatura específicamente pereirana, también creo que no tenemos la obligación de leer las creaciones de nuestros coterráneos, a menos que medie, como ocurre siempre con la literatura, una seducción o un convencimiento. El lector que gasta en cada página tiempo efectivo de su propia vida, tiene todo el derecho de escoger. Leer es un placer, no una obligación. En ese sentido, es más bien problema de los escritores de la ciudad, con la ayuda de los editores y el impulso de las políticas públicas, pensar cómo convencer a ese “lector local” de que esos libros impresos y publicados en Pereira tienen valor literario y no lo van a defraudar.

No quisiera enfrascarme en la discusión sobre quién es nuestro mejor autor o autora, porque me parece banal. La discusión no debe personalizarse. Creo que es más edificante preguntarse por los libros de escritores de la ciudad que son más representativos. Construir un listado acotado de obras que permita comprender el proceso creativo y las tentativas de los autores de todas las épocas, y pensar quizá en masificar su circulación.

Discusión válida

La discusión sobre la calidad de las obras publicadas en Pereira es válida, por supuesto. Pero considero erróneo afirmar que los libros de los autores pereiranos no se conocen ni son referenciados en el contexto nacional exclusivamente por su falta de calidad. Admitirlo como la única causa sería poner en evidencia el complejo de inferioridad que subyace en el ámbito literario de la ciudad, que nos lleva a pensar que lo bueno es lo que viene de afuera y creer que nuestra mayor aspiración solo puede ser la imitación perfecta de los “maestros”.

El desconocimiento de las obras de los escritores de la ciudad se debe a circunstancias como la escasa circulación, problema presente en todas las épocas. También a que en Pereira no se han configurado grupos literarios, similares a los de otras ciudades, dedicados a defender causas estéticas o ideológicas. La importancia de esos grupos radica precisamente en que el escritor no está solo en el proceso de hacer conocer su obra, sino que está rodeado por sus compañeros. En Pereira, a cada autor le toca responsabilizarse de escribir, imprimir y hacer lo que esté a su alcance para circular su obra, dentro y fuera de la ciudad, en contra incluso de los demás escritores, que lo asumen como un rival, no como un compañero de camino. Por eso, a menudo, en los corrillos literarios se destrozan los libros antes de leerlos y “no se le reconocen a nadie sus méritos en tanto puedan negárselos”.

Es imperativo llevar a otro terreno la discusión sobre lo que acontece en el ámbito literario de Pereira. Es hora de pensar más generosamente y fortalecer o poner en marcha iniciativas diversas que creen condiciones para la circulación de las obras literarias. No se trata de competir, sino de crear alternativas. El problema actual es de ausencia de propuestas consistentes, de mediano y largo plazo, enfocadas en la seducción de nuevos lectores. No se puede pasar por alto que el gusto literario es una construcción social, no una cualidad innata de las personas. Pensemos en conjunto cómo diversificar ese gusto, para que en su universalidad el lector nuevo sea capaz de reconocerse también en la producción literaria más próxima.

 

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