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jueves, marzo 23, 2023

La aventura de los libros, Extractos de un diario sobre una novela

Mauricio Ramírez Gómez

El viernes 28 de febrero de 2003, el escritor pereirano Eduardo López Jaramillo intentó ofrecer una conferencia sobre su novela “Memorias de la Casa de Sade”, en la sede de la Alianza Francesa de Pereira. Ante una gran concurrencia, Eduardo comenzó destacando cómo el ‘Divino Marqués’ sobrevivió a todos sus enemigos (Luis XV, su propia suegra, Robespierre y Napoleón), quienes lo persiguieron y mantuvieron encarcelado en intervalos que suman 27 años. Seguidamente, López Jaramillo se refirió a la muerte de Sade, atribuyéndosela a una crisis respiratoria provocada por los daños a su cuerpo causados por la hipertensión. Poco a poco su voz comenzó a entrecortarse, hasta que fue necesario suspender, solicitar un médico y llevarlo a uno de los salones de la Alianza, para trasladarlo desde allí con rapidez a una clínica, de la cual no saldría jamás. Falleció el 12 de marzo, por la misma causa que el marqués.

Uno de los hallazgos hechos, luego de su muerte, fueron sus diarios, a través de los cuales él mismo se ejercitaba como escritor y hacía seguimiento a la evolución de sus ideas. De esos diarios, queremos ofrecer a ustedes algunas notas referidas a su novela, a la que pensaba darle inicialmente por título “Música privada”. Esas anotaciones quizá tengan un valor para los lectores de dicha obra y para dar una dimensión de la manera como el propio Eduardo concebía su trabajo literario.

 

 

 

 

 

 

 

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Enero 9 del 2001.

Doy comienzo a estas páginas para anotar en ellas algunos detalles significativos sobre el transcurrir de esta nueva etapa de mi vida. Será también un ejercicio de escritura espontánea, una especie de calistenia de calentamiento dentro de un estilo literario que tiene características muy definidas. Aspiro a que este Journal sea un instrumento de múltiples resonancias y que pueda interpretarlo en horas de soledad para conocerme mejor y encontrar un sentido más maduro de mis actos.

Sin duda el desafío actual más significativo es terminar “Música Privada”. Considero que esta novela está incompleta y que es necesario trabajarla aumentado algunos capítulos y precisando situaciones. Por lo demás, la redacción de “Un verano en La Coste” pone punto final a un argumento centrado en el siglo XVIII, dentro del cual circulan las presencias de muchos personajes, actuando en ambientes diversos y situaciones particulares. La narración tiene un ritmo teatral, capaz de inducir a continuar su lectura y con frecuencia la prosa se ilumina con las pirotecnias de la ironía. Una obra con una apariencia bastante común, no obstante, aunque algunos detalles pueden prevenir al lector sobre la existencia de un trasfondo turbador y enigmático. El mismo nombre de Sade, por ejemplo.

La verdad es que creo percibir en el desarrollo de “Música Privada” una fuerte corriente de opinión contraria a lo universalmente aceptado: el modelo social es mirado con ojos críticos y profundamente escépticos, tocando nervios muy sensibles de la vida contemporánea en temas como el ejercicio siempre arbitrario del poder político o la avaricia del dogma religioso, y poniendo al descubierto los maquillajes de la hipocresía. El repudio hacia los prejuicios morales se expresa con burlas sonoras, como las carcajadas de don Giovanni. Pero todo esto está inmerso en un ritmo narrativo que tiene la espontaneidad de la imaginación y que por momentos casi recrea vivencias de las Luces. Por otra parte, el texto está escrito en un estilo de gran transparencia, muy apto para las iluminaciones de la poesía. Por su valor literario toda la creación merece ser tratada al detalle y ahora debo avanzar en las notas a pie de página y en el diccionario del Dossier. Tantas palabras para concluir que debo asignarle un tiempo propio y una disciplina constante a la terminación de este libro. Este es el objetivo primordial de esta época post-morten.

 

 

 

 

 

 

 

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Enero 14, martes.

“Música privada” puede producir una cierta impresión volteriana, que ha contado con toda mi simpatía pero que es una energía propia de la evocación del XVIII europeo y en particular del ámbito francés. No hay Siglo de las Luces sin Voltaire, maestro de la crítica y cribador de toda clase de prejuicios: aristocráticos, religiosos, jurídicos, filosóficos y literarios. Y un guerrero de la libertad como ha habido muy pocos.

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Enero 18, viernes.

Falleció ayer en una clínica de Madrid, a los ochenta y cinco años, el escritor Camilo José Cela, galardonado con el Nobel en 1989. Aun cuando he leído poco de su literatura, para mi gusto groseramente española, tengo bastante que agradecerle. Él publicó mi primer ensayo, “Introducción a Sade”, en su Revista Cuadernos de Son Armadans, que editaba en Palma de Mallorca y que Ana Cela, su hermana, me prestaba en Lovaina para que pudiera leerla. En esas páginas pude seguir el ascenso de Octavio Paz en el horizonte internacional y enamorarme de esa prosa y de su pensamiento iconoclasta. Todo esto vine a saberlo más tarde, atando cabos de reminiscencias, pues en su momento no tenía ninguna conciencia de la influencia futura de Paz en mi formación ni del valor de la publicación de mi ensayo en la bella isla española. Camilo José tuvo inclusive la bondad de hacer una tirada aparte del trabajo sobre Sade y de remitirme 50 ejemplares a Chicago, en 1971. Cuando regresé a Colombia en 1973, repartí esas separatas entre mis amistades y no logré reservar sino 3, que hoy atesoro entre mis papeles. Vamos a incluir a Cela entre mis lares europeos, junto a mi querido Gastón, ¡ay!, tan injustamente olvidado.

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