James Llanos Gómez*
El maestro Javier Montoya, un artista prolijo, con más de 25 años extasiado en una labor pictórica impregnada de cataclismos, furias tectónicas y el sereno abrazamiento de la luz trasladado en ráfagas de color, formas, manchas y chorreados cargados de vitalidad.
Sumergirse en sus tapices multicolores, es como atravesar una estela de finas fibras construidas de millones de fotones luminosos en un oleaje de colores que se mezclan, entrelazan, dialogan, chocan, armónicamente sobre la piel del lienzo de gran formato, lanzándose hacia el espectador cual abrazo sensible, permeándonos a través de su capacidad de generar sensaciones, propias del brillo de la ensoñación.
Toda definición de una pintura es ardua, pese a la naturalidad óptica y original del estilo del maestro Montoya; su obra se puede emplazar en cualquier espacio, oscuro o iluminado, igual, llevan su propia luz; un dintorno cargado de dramatismo y cinetismo en su bidimensionalidad. La materia de esta labor pictórica es contundente, como el crepúsculo en la juntura de la estrella solar atrapada en el lienzo a través de gamas de colores vibrando luminosamente.
Su obra es el retrato de las cosas vistas, que luego traslapa en abstracciones, apuntes directos, como su forma de pensar, caminar, hablar claro y seguro; en ellas se advierte la influencia de su entorno: texturas, formas, cromos, aromas y el esplendor paisajístico.
En la obra del maestro, es posible atrapar lo bello. Ver las pinturas de Javier, es como ver una mesa servida, donde dan ganas de deslizarse en una noche con sus golpes de luz para disfrutar.
*Curador