El libro está estructurado de manera cronológica en cinco secciones, cada una organizada alrededor de un siglo y cada sección incluye entre cuatro y seis capítulos, cada uno estructurado en torno a un mapa o un grupo de mapas. Sello Crítica de Editorial Planeta.
“¿Qué es un mapa? Durante las últimas dos décadas, un renovado interés en la historia de la cartografía ha llevado a muchos historiadores a comprender que la respuesta a esta pregunta no es nada sencilla. Siguiendo los pasos de J. B. Harley, un creciente número de historiadores ha interiorizado la idea de que los mapas son mucho más que “representaciones gráficas del espacio” o simples “reflejos de la naturaleza”. Gracias a Harley, hemos aprendido a entender los mapas como textos que deben ser leídos e interpretados teniendo en cuenta los contextos sociales y políticos en que fueron producidos y la audiencia a la que están dirigidos. Los mapas, en resumen, narran historias. Al hacerlo, resaltan ciertos elementos de interés para el autor y su público objetivo, lo cual, a su vez, implica atenuar o silenciar otros. Como toda narrativa del pasado, por lo tanto, los mapas deben ser leídos tanto para entender lo que muestran como lo que sus autores deciden no mostrar. Adicionalmente las historias que los mapas narran incluyen interpretaciones del pasado (el periodo anterior al momento de creación del mapa), el presente (el momento de su creación) y el futuro (lo que puede resultar de la coyuntura particular que el mapa presenta)”. (Página 158)
Las líneas que dan forma a los mapas son capaces de unir o dividir, de mostrar accidentes o cauces, de representar con fidelidad la realidad de un territorio o de falsearla. Los autores de Entre Líneas indagan los propósitos que construyeron los mapas de Colombia, descubren de qué manera estos trazos influyen en quienes los esbozan y en las poblaciones que representan. La cartografía no solamente permite medir, ubicar y representar, sino también imaginar y construir diferentes formas de territorialidad y de habitar el mundo. Es precisamente en los mapas que la idea de una nación, como Colombia, se materializa. ¿Qué codifican las líneas de los mapas, qué nos dicen y qué nos dejan de decir? Este impactante estudio, en el que se publican representaciones cartográficas desde el siglo XVI hasta nuestros días, reúne a historiadores, geógrafos, arquitectos, economistas, topógrafos, sociólogos, entre otros investigadores, que en conjunto componen una historia poco conocida, pero deslumbrante y lúcida, en la que el territorio y sus mapas hablan a luz de la imaginación, del poder y del tiempo.
Siglo XVI
Los mapas de la sección “Siglo XVI: la expansión atlántica y un nuevo reino en los Andes” muestran cómo el contacto entre indígenas y europeos transformó para siempre la geografía, los territorios y la representación del mundo de los europeos, de los grupos indígenas y de gran parte de las sociedades del globo. Los paisajes americanos y sus representaciones visuales cambiaron con la invasión hispánica, a medida que los espacios indígenas eran re-imaginados y cartografiados como reinos cristianos que formaban parte de las monarquías ibéricas. El Nuevo Reino de Granada, en particular, empezó a perfilarse como una categoría territorial cartográfica desde la década de 1540, con las primeras invasiones de los Andes del norte, lideradas por Gonzalo Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y Nicolás Federmann.
Siglo XVII
Los mapas de la sección “Siglo XVII: adaptaciones al orden colonial y fin del monopolio ibérico” permiten aproximarse a varios procesos de transición, adaptación y resistencia al orden colonial que ocurrieron simultáneamente en distintas regiones del Imperio español, incluyendo el Nuevo Reino de Granada y otros futuros territorios colombianos. Varios mapas de esta época muestran también la creciente interferencia ejercida por potencias enemigas de la Corona española en poblaciones y territorios reclamados por los ibéricos. Holanda, entonces llamada la República de las Provincias Unidas, por ejemplo, publicó mapas detallados de distintas regiones del Nuevo Mundo —incluido el Nuevo Reino de Granada— como parte de su lucha contra la Corona española y de su pugna con los reinos ibéricos por el control de las rutas de navegación, los recursos, las poblaciones y los territorios en Asia, África y América. Los mapas muestran procesos internos de transición local al orden colonial, o procesos externos de rivalidad y competencia interimperial por estos territorios.
Siglo XIX
“Siglo XIX: revoluciones y primeros esbozos del mapa nacional”, presenta los múltiples vaivenes, transformaciones, revoluciones y conflictos que a lo largo del siglo pretendieron definir cuál era ese territorio que conforma lo que hoy llamamos Colombia, de manera paralela al proyecto de nación y de república. Los mapas decimonónicos fueron construyendo paulatinamente la noción misma de territorio nacional como una entidad demarcada, historizada y dueña de un pasado, de un presente y de un futuro prometedor, así mismo promovieron una idea de país que privilegió la participación e inclusión de sectores blancos y “criollos” de la población, pero que invisibilizó y excluyó enormemente a la población indígena, negra y mestiza.
Siglo XX
Los mapas de “Siglo XX: la institucionalización de las prácticas cartográficas y la consolidación del mapa nacional” aparecen en el contexto de las mayores transformaciones sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales del país y del mundo. Un periodo en el que no solo se aceleró la creación e implementación de toda suerte de tecnologías cartográficas, sino que se intensificó y se modificó profundamente el papel de los mapas en la planificación de la realidad social y cotidiana, tanto a nivel nacional, local e internacional como a nivel colectivo.