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miércoles, marzo 22, 2023

El asunto de la creación, es una cuestión desafiante

James Llanos Gómez

Crear no es nada fácil, ni mucho menos alentador, no. Aunque a veces, puede serlo. La creación es un acto de extrema complejidad, en el que juegan un papel importante el entorno, la vida, el conocimiento, los sentimientos, las emociones, la muerte y el ego.

La creación viene también incrustada, articulada de esos puntos del espacio, de esos viajes por la breve área donde se desata el placer o el dolor, dependiendo de aquel o aquella que lo habita o, solamente del espacio vacío. Los quejidos, sonrisas, la palabra quebrada, las cantatas, la interesante creación con las propias manos inimaginadas, alimentan el inconsciente más, que el consciente, del que lo aprecia o lo mira; ahí, nace un reino que sirve a la creación. Una especie de idea para allegarse a las imágenes como modelo para instaurar lenguajes, todo se transforma en una imagen tardía. Adentrarse en la clara vida del objeto, por medio de lo dibujado, fotografiado, pintado o escrito, es una estela traslúcida que abre las puertas de la retícula creativa, gracias al afecto de los ojos, que con destreza lo atrapan todo. Lo indiviso alimenta la angustia. Conmuevo todo para descubrir la vida, en una gota de agua, que al igual contiene, toda la pesadez del mar.

La vida que carga la arquitectura de todo con savia. El cuerpo como un cerno, compuesto de recipientes llenos de palabras líquidas y densas, que tienen su respectivo relato, o, el metálico y simple carruaje de los objetos que recorre el tibio diseño tridimensional del espacio, donde uno no está, empero también. A través de la emisión gestual del organismo sonoro, se atrapa todo en vocablos, para describir la vida en una composición abstracta, que detiene a la filosofía. Todas las cosas, tienen un espejo, para determinar, cómo comienza y cómo termina la vida. Todo lo nuestro es una exhalación matérica desenredada en figuras que nutren lo creado.

Bernd Stiegler dijo: “Las cosas marcan la historia de sus habitantes, y el habitante trata de enfocar su propia historia describiendo las cosas. La casa no es ni un museo ni un archivo o una colección especializada: es de todo un poco, y es sobre todo un espacio en el que las cosas comienzan a tener vida y donde la vida de los habitantes está hecha, sobre todo, de viajes de su mirada por la superficie de trama tupida de las cosas”.   

Cuando nos enfrentamos a una idea, cualquiera sea ésta, es algo supremamente peligroso, desafía toda posibilidad de vida. Igual nace lo anterior de las cosas. La idea para un creador, llámese artista o ser humano cualquiera, es un reto o un duelo, que se traza en el mismo instante que llega al cerebro, en ese mismo momento, llega un problema: la angustia en medio del tiempo y el espacio. Es una diatriba, un soliloquio, un reel, que suma esfuerzos para determinar los métodos que saquen la idea abstracta de la mente, como víbora de la cama, para ponerla en el papel, como un acto objetivo, esto es una forma o método que profesa catarsis. Describe algo, no describe nada, luego que esto, -la imagen planteada-, se parezca a la idea inicial más o menos, es un paso adelante. Aquí llegan los primeros mensajes al espíritu, una felicidad prematura, que permite darle un golpe certero a nuestra angustia, para luego revolcarnos en lo creado. El creador-espectador lo dice, lo siente como ser crítico, y, esto permite que las ideas vuelvan frescas y maduras.

 

 

 

 

 

 

 

La angustia permanente es la penosa realidad del creador, un estado que deviene de la opción, entre el estar o huir, es una carga de lo instintivo, lacera el cuerpo la inteligencia, declara la impotencia del poder, saca lágrimas del corazón. Uno cree permanentemente, que está realizando una propuesta de vida, una obra de arte con historias, que lleva sentimientos revestidos de emociones, y a la vez, una traición al amor de los que nos rodean. Entender el desprendimiento del ser querido por la obra de arte o viceversa, el desprendimiento de la obra de arte, por el ser querido, es el Quid del momento al plantear este florilegio.

Cuando caminamos por la creación, en su cresta, inmersos en el elemento constante y repetido, estamos en un punto alto del egoísmo con los demás, no ponemos interés, ni traemos seres queridos al cuerpo y menos a la mente, y, cuando terminamos la jornada, esa idea hecha realidad con gozo, con esa mirada de satisfacción, que sin verla en el espejo, creemos que esa máscara la tenemos puesta, estamos indefensos, luego al cabo de un tiempo de la jornada, seguimos, caminamos entre nuestros propios lugares testigos de la creación, comprendemos  y vemos la soledad a nuestro alrededor, nos atrapa la intranquilidad, una fuerza que nos reduce, nos abraza la fragilidad. Por lo anterior, creo, que el artista creador, pasa por el estado morfológico de la vida, como un relato condensado en una cuartilla emborronada, sus hechos como palabras equivocadas, con las que vive en razón.

Ese territorio de la creación, sin hacer cosas maravillosas; el pensar en hacer, el estar haciendo y asimismo evadiendo, o, por el contrario, pensar muchas cosas, sin hacer nada, es un estado de pensamiento, es un qué hacer. Tener todo hecho y creer que se superó un mal o triste momento, es un consuelo imperdonable, como un necesitado con buena voluntad. Concretar algo y sentir que no se ha superado nada y que la angustia, la soledad y la tristeza, llaman al creador, sin saber qué decirle o contestarle a la realidad, a sabiendas de que ella, ya sabe la respuesta, es muy fuerte.

El arte al final, nos da fortaleza, nos abrevia en el mundo de la naturaleza, nos recorre por la inexactitud de las cosas como acto estético.

Volviendo al comienzo, o mejor al título de este texto, “la creación”, no debe considerarse ésta como absolutamente infernal. Muchos creadores toman esta cuestión muy profundamente, al punto que los desacomoda, los ensimisma, los lleva a atenuarla con elementos externos. Existen dos variables de angustia, una de las cuales es valiosa mientras que la otra es grotesca. La valiosa, se basa en la ausencia de substancias venidas de Dios, mientras que la ridícula, en la ausencia de actividades vitales. La angustia vs la creación, es una dinámica, un round: la primera es la estrategia y la segunda es una táctica. Es una dinámica de vencer o ser vencido, de darle vuelta al problema jugando con los dados entre los dedos.

Cada que se piensa de manera categórica en estas dos palabras, debe tenerse un estado de conciencia, para no echar por la borda el acumulado que llevamos dentro.

En lo personal y de manera recurrente, por muchos días, no quiero entrar al taller o mirar el dibujo empezado, solo quiero que lleguen otros y den punto final a estas cuestiones, que se ocupen en distensionarnos de los temas vigorosos y dignificantes que finalmente nos dan sustento y vaho para seguir en el confuso mundo de la creación.

 

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