Habla la poeta a través de sus versos, para completar un mundo llamado Dolly Mejía, que se nos abre hoy a través de la prosa serena y musical de Olga Echavarría.
Alberto Rivera
Aún llueve en Torcoroma recorre la vida de Dolly Mejía (1920-1975), la poeta jericoana que, pese a haber pertenecido a los principales círculos intelectuales de su tiempo, ha sido ignorada por el canon literario, con breves menciones a su trayectoria y apenas algunos comentarios de autores que la conocieron y respetaban su trabajo.
A través de tres voces se construye la figura de esta mujer valiente y adelantada a su tiempo. En una época en la que las mujeres no tenían derecho al voto y ninguna universidad de Colombia admitía mujeres, esta poeta supo ganarse un lugar en el entorno artístico y cultural del país y, posteriormente, del continente. Su modo de asumir y padecer la existencia, sus dolores y anhelos más íntimos se van revelando, teniendo como telón de fondo la vida familiar en su pueblo natal, su estadía en Bogotá y en Europa, así como las relaciones amorosas que la marcaron y los círculos intelectuales que tuvo oportunidad de frecuentar. También habla la poeta a través de sus versos, para completar un mundo llamado Dolly Mejía, que se nos abre hoy a través de la prosa serena y musical de Olga Echavarría.
¿Por qué Dolly Mejía, a pesar de haber pertenecido a los principales círculos intelectuales de su tiempo ha sido ignorada por el canon literario? ¿Cuál es su opinión?
En mi opinión hay dos posibles razones por las cuales Dolly fue ignorada y un poco olvidada, o escondida. La primera es que ella se fue de Colombia y vivió gran parte de su vida en Europa. Eso la alejó un poco de quienes hacían ese registro de autores a nivel de Colombia. Esta no es una explicación del todo satisfactoria, pues, aunque ella vivía en Europa, seguía publicando artículos en Cromos y en El Tiempo. Así que, por ese lado, ella estaría vigente entre los lectores de esos medios. La segunda razón es que siempre se ha menospreciado el trabajo de las mujeres y no se le ha prestado la debida atención, porque se consideran obras menores. Eduardo Carranza hizo un prólogo al primer libro de Dolly que era sumamente elogioso. De hecho, es un poema. Al parecer, esto no bastó para que los escritores de los manuales de literatura la leyeran con atención y le dieran un lugar entre los escritores que atendían a una estética en particular y a una propuesta artística, como fue el caso de Piedra y Cielo. Si Dolly se reunía con ellos, si incorporó a su trabajo elementos comunes de este grupo de autores y produjo libros a la par de ellos, ¿por qué no fue incluida? La verdad, no encuentro una razón válida. Solo se me ocurre que la dejaron por fuera por ser mujer.
Usted revela sus anhelos más íntimos, como la estadía en su pueblo, luego Bogotá y, por último, Europa…, ¿Cómo halló esos sitios en la vida de Dolly?
En mi investigación, seguí la trayectoria de Dolly partiendo desde el registro de bautismo, en la curia del municipio de Jericó. Yo crecí en ese pueblo. No nací allí, pero me llevaron a vivir a ese pueblo a los 8 años, así que yo conocía a varias personas que me ayudaron a reunir la mayor cantidad de información posible. De hecho, entre mis documentos mantengo algunos documentos de Dolly que encontré en el pueblo, como la partida de matrimonio con su segundo marido, el abogado Otto Hans Peter, quien resultó ser un bígamo que ya se había casado en Europa. Los libros de Dolly también fueron luces que iluminaron ese camino intrincado de descubrirla a ella. Las firmas y fechas que ella escribía en sus libros, los lugares y fechas de publicación, entre otras cosas, me permitieron seguirle el rastro. Entre los documentos del Centro de Historia de Jericó hay cartas escritas por personas del pueblo que la recomiendan para que sea incluida entre los ciudadanos ilustres de Jericó. Esas cartas me inspiraron para escribir la parte de la novela que se desarrolla de manera epistolar, y esas cartas hablan de su formación profesional. Así supe que viajó a Francia para estudiar museología y que perteneció a la Asociación de Periodistas en Madrid.
¿Las relaciones amorosas que la marcaron y los círculos intelectuales que tuvo la oportunidad de frecuentar fueron definitivos en su vida?
Sin duda. Me atrevo a decir que su primer esposo fue el amor de su vida y que, tras la muerte del Médico Hernández, Dolly no volvió a ser la misma. Por otra parte, del brazo de su primer esposo, Dolly conoció a personajes muy importantes de la escena cultural de Bogotá. Tras su viudez, ya no pudo adaptarse al tedio de un pueblo como Jericó, que al día de hoy es un lugar donde hay mucho movimiento cultural, pero que no puede compararse con una ciudad como Bogotá. De la misma manera, el abogado Peter, con todos los defectos que tenía, le dio la oportunidad y el respaldo que necesitaba para acceder a espacios difíciles en Madrid. No olvidemos que Dolly sufrió los rigores tanto de la dictadura de Rojas Pinilla en Colombia, como la del general Franco en España. Ejercer una profesión no era fácil para las mujeres en aquella época. Desenvolverse y trabajar en los espacios reservados para los hombres suponía en riesgo, incluso, para su vida.
Fue obra ganadora en los Estímulos al Talento Creativo del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia 2016… háblenos de esto.
La verdad es que estoy muy agradecida con el Instituto y aplaudo que exista un concurso con las características que tiene este, pues se trata de ayudar a los artistas a que se concentren durante un tiempo en su arte, de manera que no tienes que tener la obra terminada para concursar, pero sí tener un avance importante y muy claros tus objetivos. En mi caso, yo ya tenía escrita la novela cuando me presenté al concurso, y gracias al premio pude, no solo dedicarme a revisar y pulir mi trabajo, sino también viajar a Moguer, España, a presentar mi novela en la mismísima casa del poeta Juan Ramón Jiménez. Fue muy grato para mí. Ahora estoy preparando la presentación de esta novela en la FILBO, cosa que me hace mucha ilusión, pues así es posible que muchas más personas conozcan la vida de Dolly y tengan la oportunidad de leer esta novela que preparé con tanto cariño gracias al concurso.
Olga, ¿Por qué Dolly la marcó?, ¿qué la llevó a ella?
Lo primero es que, habiendo crecido en Jericó y siendo el caso que yo no me perdía evento literario en mi pueblo, no sabía que existía esta gran poeta, esto me impactó. No fue sino hasta mi edad adulta, viviendo en Medellín, cuando el profesor Jairo Morales Henao, quien dirigía la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública de Medellín, me habló de ella. Yo estaba buscando una escritora para realizar mi tesis de grado para recibirme como filóloga en la Universidad de Antioquia. Quería resaltar el trabajo de una mujer que hubiera sido ninguneada, robada o ambas, como suele suceder con tantas grandes creadoras, cuando Jairo Morales me dijo: “En tu pueblo había una gran poeta”. Yo le mencioné dos o tres que conocía y Jairo me dijo: “No, ella se llamaba Dolly Mejía, y era tan buena que fue elogiada por el propio Jaime Jaramillo Escobar”, sí, el difunto poeta X504 habla de ella en uno de sus libros sobre el arte de escribir poemas.
La leí y me enamoré tanto de su obra como de su vida. Me parecía increíble que en mi pueblo no se la mencionara, a pesar de su gran trayectoria. Claro, eso ha cambiado recientemente con mi libro, y con el documental “Jericó, el infinito vuelo de los días” donde se la menciona bastante. Ahora hay una calle con su nombre y sus libros están exhibidos en El Centro de Historia y en el museo del pueblo, pero para el año 2015, cuando yo inicié mi investigación, era casi un fantasma. Muy pocas personas sabían de ella y casi nadie la conocía en el pueblo.
Su prosa es serena, casi musical en el relato, ¿dónde aprendió a trabajarla de esa forma?
Yo me formé como escritora en el taller de escritores de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín que dirigía el profesor Jairo Morales Henao. Allí tomé la decisión de estudiar filología y profundicé en los estudios literarios. La guía del profesor Morales fue muy importante, así como las amistades que logré forjar con escritores de gran calidad y renombre, como Pablo Montoya Campuzano, quien fue también mi profesor en la Universidad de Antioquia y, de hecho, fue el director de mi tesis de grado.
Por supuesto, una historia como la de Dolly demandaba ese tono y esas figuras literarias, pues se trataba de tocar el corazón del lector para que cayera enamorado de ella, como lo estaba Ignacio, uno de los narradores; para que se identificara tan profundamente, como Malena, la otra narradora; y para que el lector conociera su intimidad y lograra reconocer la gran valentía de esta mujer para enfrentar las adversidades.
Olga Echavarría
Medellín) es filóloga hispanista de la Universidad de Antioquia. Perteneció al taller de escritores de la Biblioteca Pública Piloto, así como al grupo de escritores del método Mapea de Roger Domingo, director de varios sellos del grupo Planeta. Ha publicado cuentos en diversos suplementos, revistas y antologías, como el suplemento Generación de El Colombiano y la revista Odradek, entre otros. También ha participado en trabajos de investigación de la literatura regional antioqueña, como es el caso del libro En 2015 publicó su primer libro de cuentos, titulado Dejen la aldea a la luna, editado por la Universidad de Antioquia. En el año 2016 ganó el concurso del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, Estímulos al Talento Creativo con su obra, Aún llueve en Torcoroma, biografía novelada de Dolly Mejía. En la actualidad, trabaja en una novela de misterio, finalista del Premio Nacional Cámara de Comercio de Medellín y que será editada bajo el sello Axioma Editores.