Los vientos que acarician la gloria del frontis y la cúpula del templo de la parroquia San Sebastián son los mismo que, vagando por La Calle del Comercio, un prieto pasaje que conecta los dos parques y en los que trajina y departe la gente, ululan los aires y la atmósfera del pueblo hasta llegar a la prominente fachada de la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria y sus esbeltísimas torres. Llevan noticias, plegarias, anhelos, tristezas, alegrías, en suma, la vida misma que se hace tributo en los dos signos que configurar la vida religiosa de Riosucio, Caldas. Este municipio es el único pueblo en Colombia que tiene dos templos parroquiales y dos parques principales, esto debido a un viejo conflicto que solo a la fe le fue posible dirimir.
El padre Bernardo Cataño (1960-1772) luchó incansablemente para trasladar a los indígenas de La Montaña a lo que hoy conocemos como la cabecera municipal de Riosucio, pero se encontró con la impetuosa oposición del resguardo Quiebralomo, que reclamaba las tierras contiguas al Cerro Ingrumá como suyas, y frustró la bienquerencia del padre Cataño. Fue hasta que los prelados José Bonifacio Bonafont y José Ramón Bueno pusieron de acuerdo a las comunidades y fundaron lo que actualmente se conoce como el pueblo riosuceño, haciendo, con este signo, un emblema de paz y, como dicen algunos, el paradigma de república. Destaquemos que el 7 de agosto de 1819 no solamente aconteció La Batalla de Boyacá, acaecimiento con el que se concluyó la campaña independentista de nuestro país, comenzada el 20 de julio de 1810, sino que también fue el mismo día y año en los que Colombia escribió sobre la piel de su historia la fundación de Riosucio, Caldas.
Alrededor de esta parroquia han acontecido diversidad de sucesos. La parroquia vio la luz del sol como una capilla sencilla, hecha de humilde paja y guadua recia. La construcción de ambas parroquias sucedió simultáneamente, no obstante, Nuestra Señora de la Candelaria ha tenido más modificaciones arquitectónicas por diversas razones. Inicialmente había sido construida en madera, luego se erigió en concreto boato. Sin embargo, ahí no cesó la voluble construcción. Después de tanta evolución, había dos portentosas torres desde las que cuantiosas poblaciones de aves atalayaban la faena de sus parques. Protegían el frontis del sagrado edificio y custodiaban el pasado de esta antigua tierra. Fue en 1938 que un terremoto derribó estas torres, para ser reconstruidas nuevamente en 1958. El 25 de diciembre de 1924 la cúpula del templo ya se había desplomado, y en 1961 otro sacudión de tierra derribó el frontis. Para su colmo, el 30 de julio de 1962 nuevamente un temblor averió las dos torres y obligó a demolerlas para que posteriormente, entre los años 2012 y 2017, el padre Joaquín Elías Franco inaugurara tanto la fachada como las torres y un altivo Cristo como corona de la edificación.
Al sol de hoy, la parroquia cuenta con 19 veredas, 15 pequeñas comunidades de Nueva Evangelización, entre urbanas y rurales, y la asistencia del Espíritu Santo en el trabajo pastoral de la parroquia. A esta ancestral comunidad la acompañan pastoralmente, por gracia de Dios y voluntad de nuestro pastor, monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, el presbítero Carlos Antonio Cadavid Sánchez, párroco de Nuestra Señora de la Candelaria; su vicario, el padre David Alberto Rodríguez y cuenta también con la bendición de un presbítero adscrito, el padre Óscar Fernando Franco Botero, quienes, a su vez, trabajan ardua e incansablemente por la salvación de las almas de esta orgullosa tierra indígena.