«Escribir Linaje de lavandera me enseñó a valorar y visibilizar la historia de Elisa que no es sólo su vida, sino que es la vida de muchas mujeres colombianas..»
Pureza Villa Lorenzana es una mujer de mirada dulce, palabras sabias y manos bondadosas, maestra de profesión y escritora por vocación, que ha decidido narrar una memoria íntima, un texto que habla al corazón de los lectores, y más que eso, un testimonio femenino de vida que sucedió y sigue sucediendo.
Aunque vallecaucana de nacimiento, pero con raíces paisas y de otras partes de Colombia, su relación con Pereira es profunda, pues nuestra ciudad la recibió luego de un desplazamiento forzoso que vivió años atrás ella y toda su familia. Acá fue maestra en instituciones de sectores como Las Brisas, El Rocío, Providencia, El Poblado, y hasta en la Institución Educativa José Antonio Galán en la salida hacia Armenia. Así que Pereira, como ella dice: «Me adoptó» y por ello presenta su obra en esta parte del país.
Entre risas y conversación afirma que su libro es como la música de Luis Alberto Posada, es decir, para la gente. Y es cierto, porque aparte de que su obra tiene dibujos tiernos, contiene también un gran sentimiento, mucho color y mucha vida. Afectos que han sido posible, igualmente, gracias al trabajo cuidadoso del editor Gustavo Acosta Vinasco y la directora de arte María Isabel Isaza Echeverry y por supuesto, al Instituto Colombo Americano donde se presentará el texto «Linaje de lavandera».
Como dato adicional, hace más o menos cinco años ella vive en Estados Unidos donde ejerce de maestra, y como latina, enseña con amor y paciencia a los niños norteamericanos. En esa aventura de vida fuera del país también ha emprendido la tarea de dar clases de Español en la biblioteca de Portland, Oregón, y así han llegado a su grupo siete mujeres universitarias que aprenden el idioma mientras leen su libro. Y esta anécdota nos parece digna de resaltar, ya que una de sus alumnas al ver los dibujos en un capítulo de «Linaje de lavandera» pregunta: «Y la niña se cayó, se murió qué pasó. ¿Quedó bien?» Pureza responde: «Pues los hermanos de la niña dicen que quedó loca«. «¿Y quién es la niña?» pregunta de nuevo la norteamericana. «Yo», responde Pureza. Historia real que deja ver esa magia de la personalidad de la autora, y magia fantástica que emana igualmente de cada página de su libro.
¿Quién es Pureza Villa Lorenzana y cuál es la importancia de su profesión para el mundo?
¿Quién es Pureza? es algo que siempre me he preguntado y para ser sincera aún continúo haciéndolo. Para mí es más fácil decir de qué estoy hecha… estoy hecha del amor de mis ancestros quienes me forjaron con tesón y valentía; me dieron un espíritu libre, soñador y una fuente inagotable de fantasía, de poder hacer, de poder llegar, de nunca rendirse, de crear, de llorar por lo perdido, pero al mismo tiempo de aprender de ello y sacar provecho; de reír, de reinventarme, de creer en la gente y sobre todo me dieron una gran dosis de compasión. De eso mismo está hecho mi trabajo como docente y como psicóloga.
¿Por qué ha decidido escribir una novela y cómo inició toda esta aventura literaria?
Siempre quise escribir, desde niña amaba escribir cuentos, inventar poemas. Cuando estaba en la Escuela Normal usaba el recreo para irme a la biblioteca y leer; cuando terminaba el descanso estaba tan ensimismada en la lectura que no escuchaba la campana, cuando me daba cuenta había perdido clases enteras, esto me acarreó muchos problemas con mis maestros y con mi madre. También ocurría que cuando había luna llena, danzaba y componía canciones y poemas… mis hermanos se reían y decían que yo estaba loca porque los locos en tiempo de luna componían canciones y cuentos… eso me hizo controlar mis impulsos y convertirme en una persona “normal”; poco a poco dejé de cantar, de componer y de recitar, pero en mi mente siempre continué hablando con mis seres mágicos, y ellos permanecieron en mi vida.
En julio de 2020 tuve un encuentro con una de mis hadas madrinas en una hermosa cabaña en el valle del río Oregón, y ella me dio un regalo que en ese momento sentí que hubiese servido mucho en mi infancia… No tanto ahora sino años atrás, en los tiempos difíciles. Fue tan grande el impacto que empecé a llorar y no podía parar. Entonces me senté frente al río y comencé a ver cómo mi vida empezó a pasar por mi mente, capítulos olvidados de mi vida llegaron en ese momento, entonces vi que ese sueño frustrado de escribir se hacía presente de nuevo. Tomé un cuaderno y escribí el capítulo: “Sola en casa”. Se lo di a leer a mi hada madrina y a su esposo, ellos no pararon de llorar, pasamos el fin de semana llorando y riendo, les narré el libro casi de principio a fin aún sin ser escrito y el hada madrina dijo: ¡Tienes que escribirlo!
¿Cuál es la relación de la obra Linaje de lavandera con sus recuerdos personales, con su vida privada?
Linaje de lavandera es el resultado de mis recuerdos, linaje de lavandera es el reconocimiento de la grandeza, de la capacidad de criar, de sanar y de sobrevivir de Elisa mi madre de quien aprendí lo fundamental de la vida. Cada historia narrada es cierta solo que matizada un poco para que no sonara tan cruel.
La magia, las hadas, la fantasía, la imaginación, la literatura ¿Desde cuándo cree en esto y cómo esta forma de ver el mundo le ha ayudado a sobrellevar procesos difíciles en materia de migración, familia o sociedad?
Las hadas madrinas, quizás con otro nombre, han estado presentes en mí desde que tengo memoria; si no fuera por ellas probablemente no estaría hoy aquí. Recuerdo que cuando estaba sola en casa, por una rendija en el techo entraba un rayo de luz, ese rayo con todas esas partículas flotando, me transportaban a mi mundo mágico, yo metía las manos en el rayo de luz tratando de atrapar las partículas de polvo, miraba el agujero donde entraba la luz y viajaba a través de él hacia un mundo mágico donde todo era hermoso, con luz y colores, flores, y no había hambre ni dolor. Entrar en mi mundo fantástico me permitía superar el hambre, el miedo y la soledad. En otras palabras, me permitió sobrevivir.
Háblenos de los dibujos. ¿Qué significan para usted, y qué experimentó al pintarlos? ¿Hay uno o algunos que son más significativos que otros? ¿Por qué?
Los dibujos reflejan la forma como yo veía mi mundo en mi infancia. La imagen del desplazamiento me persiguió siempre al igual que las demás. Dibujarlos fue algo curioso… cuando hice el primer dibujo “Sola en casa” traté de dibujar como una persona adulta, y no salió así, entonces dejé de lado el borrador y unos días después hice otro dibujo y salió igual y todo lo que hice continuó en la misma línea como si fuera la pequeña niña dibujando y no la adulta que soy… entonces me dije: los haré, les pondré el color de mis recuerdos y los daré a un artista para que los haga usando los detalles y colores escogidos pero, mis hijos y personas que los vieron dijeron que el libro debería llevar las imágenes hechas por mí. Hacer cada dibujo fue un proceso tan doloroso como escribir cada capítulo. Hubo dibujos que fui incapaz de hacer por el dolor que causaban.
¿Qué ha sido lo más difícil de escribir Linaje de Lavandera y tiene alguna anécdota sobre esto?
Fue muy difícil escribir, los recuerdos se aglomeraban en mi mente y producían un profundo dolor y desasosiego, por lo que la escritura fue lenta… Muchas veces dejaba de escribir porque el llanto no me lo permitía, o la rabia, el enojo, la vergüenza, o la risa… todo tipo de sentimientos afloraban en mí.
¿La misma Pureza Villa Lorenzana que empezó es la misma al final del libro?
Escribir Linaje de lavandera me enseñó a valorar y visibilizar la historia de Elisa que no es sólo su vida, sino que es la vida de muchas mujeres colombianas y del mundo que tienen que hacer frente a las adversidades y sacar a flote a sus familias y hacer lo que sea por llevar pan a la mesa de sus hijos. Ahora me siento más liviana, ligera y lista para compartir mi vida y ayudar a otros. Hoy veo muchas familias y mujeres sufriendo grandes crisis sociales y personales… y me pregunto dónde está su linaje, la fuerza que da el origen…
*Ojoaleje