Samuel Ceballos Vásquez
El mar lleno de urgencias masculinas
Leopoldo Lugones
El sol se va yendo en la barca de don Ramón
inmóvil en la punta de la roda de su proa
como mascarón calcinando mar.
Don Ramón patrón de su embarcación
esa tarde zarpó para no regresar
al puerto de registro.
Oteando en el horizonte una gaviota solitaria
se posó sobre el sol que navegaba
en la punta de la ronda de la barca de don Ramón.
Proa cortando viento y ola
camino donde el sol caería sobre el abismo
del otro día de su cardenalidad.
El color fucsia de los cardenales
es mezcla de color sol y color de mar,
el más violeta de las púrpuras
para urgir la fe del no regreso.
Don Ramón nunca regresó,
dejó caer el sol en el abismo
donde termina el horizonte
le dijo adiós a la gaviota que navegaba
sobre el calor calcinante del sol.
Terminando este poema
nadie sabe dónde está don Ramón.
Espera
Con la palma de la mano roza
mi cuerpo cuando paso.
Walt Whitman
Solo me dejó ver
en medio de la noche
la palma blanca de su mano
espera.
Nunca llegó.
Sigo esperando
en una mañana
llena de sol.
Grito con sonido de mar
Qué es definitivamente el mar?
Por qué seduce? por qué tienta?
Mario Benedetti
He descubierto
que estoy viviendo
una gran vida
interior.
Donde me descubro,
me invento, me reinvento
donde me miro
y me vuelvo a mirar.
Mis sueños son mis silencios,
donde solo yo soy el diálogo,
soy el camino de una melodía
donde el viento sólo me roza.
mi azar azaroso aparenta
mi suerte, a la que quiero
atropellar en mi sueño
del que no quiero despertar.
Solo, en este silencio interior,
sin sofá de Freud,
al que asisto de erección en erección
enarbolando la bandera del soñar
con ojos abiertos, color de mar.
Paso una preciosa mirada en amarillo
la vía láctea se tornó verde,
grito y concha
con sonido de mar.
Noches con sabor a sal
Tus ojos me recuerdan las noches de verano.
Y tu morena carne, los trigos requemados.
Antonio Machado
Invitar a una margarita
es casi saborear
una mandarina
Una margarita reventando en labios
llenos de volúmenes rojos
sobre piel de ébano
Ella, la bisnieta de una esclava
en una goleta holandesa
viajando a la isla de tortuga
Noche
de susto
y vida.
Samuel Ceballos Vásquez
Nació en Manizales, en 1932, en plena depresión económica. Obrero del color y la palabra, ha sido marino mercante, periodista, hombre de mucha trashumancia se ha tomado la vida a tragos largos. Después del naufragio de su primer matrimonio se mantuvo a flote hasta encontrar la mujer que tiene el color del sol de los venados en su cabellera. El nadaísmo lo salvó de la nada. Ha logrado sobrevivir como argonauta en las playas de San Andrés, desde hace 33 años. Desde entonces se engolosina de sol, viento y ola. Poemas tomados del plegable Bitácora de Insomnios. Murió en Bogotá el 19 de marzo de 2015 y fue enterrado en Sound Bay a la orilla del mar.
*Tomado de Puesto de Combate-La revista de la imaginación
San Andrés, Providencia y Santa Catalina en el corazón de las artes.