Aunque los consumidores de alimentos que ofrecen las tiendas alternativas (agroecológicas) desarrollan una dieta diversa que contribuye a una alimentación sostenible, todavía se perciben prácticas de desperdicio de alimentos perecederos como frutas y verduras.
Agencia de Noticias UN-
Así lo detalla la investigación de Daniela Idárraga Tunjo, magíster en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia, quien durante año y medio trabajó con 170 consumidores de Armenia, Bogotá, Medellín, Manizales y Pereira, quienes tienen intereses comunes en torno a la salud, el medioambiente y el campo.
Con ellos se realizaron encuestas y entrevistas que permitieron conocer sus hábitos de consumo y su dieta, y aunque practican la alimentación sostenible, que pretende que el consumo de alimentos no afecte la economía ni el equilibrio del medioambiente –al aumentar las diferentes huellas ambientales y la pérdida de la biodiversidad–, también desarrollan prácticas que no le aportan a la sostenibilidad, como el desperdicio y la baja gestión de residuos, pues se sigue presentando un preocupante desperdicio de frutas y verduras, y en menor medida de cereales.
Esta investigación fue desarrollada en el marco del proyecto de investigación de Colciencias “Características de estructuras alternativas de distribución de alimentos en Colombia y su potencial para la construcción de políticas públicas de soberanía y seguridad alimentaria y nutricional”, de las Universidades de Antioquia, Pontificia Bolivariana y la UNAL.
Según el estudio, aunque estos consumidores contribuyen con algunas de las prácticas que forman parte de la sostenibilidad no se puede asegurar que se alimentan de forma sostenible, pues al generar residuos y desperdicios de frutas y verduras se afecta el logro de la sostenibilidad, pues se comprometen los recursos naturales de las futuras generaciones. “Muchas de esas prácticas no se deben al consumidor ni a la tienda o modelo alternativo de distribución de alimentos, sino al sistema alimentario. Un ejemplo de ello es la gestión de los residuos, pues muchas veces la institucionalidad no hace fácil esa tarea, es decir que aunque los consumidores separan los residuos en casa, al final estos terminan en un relleno sanitario, algo que ocasiona una brecha”, observa la investigadora.
Uno de los hallazgos no esperados fue el desperdicio oculto, entendido como la percepción del exceso de peso como una forma desperdicio, pues una alimentación excesiva ejerce presión sobre los recursos naturales y sobre todo el sistema alimentario, lo que no contribuye con la sostenibilidad.
Si una persona tiende a consumir al día más porciones que las que debería, existe un exceso que probablemente a largo plazo se convertirá en sobrepeso u obesidad, una condición que ya afecta al 56 % de los adultos en Colombia.