El autorretrato es una forma de descubrir el Ego disimuladamente, es una buena configuración de indagar quienes somos, sin preguntarle a terceros.
James Llanos
El autorretrato, un sub-fondo del inconsciente que permanece y sale de la quietud de su zona de confort. Estamos con el miedo permanente de la problemática física, espiritual y emocional, es como el Locker escolar cuando se termina el año, ahí, quedan los exámenes, cuadernos y cartas. Las evidencias y objetos que uno no quiere mostrar en casa. El nido donde hemos nacido, ese círculo básico, generoso, amable y también putrefacto, oscuro, es antinatura, la familia, bendita familia. Un núcleo sin calor y con mucho frio.
Si, muchos defienden la familia, es lógico, yo también la defiendo, la quiero, la amo, es un estado natural de la especie humana, igual, lo que escribo, es también con mi emoción, que a veces es muy subjetiva.
Si hacemos un poco de esfuerzo en leernos, descubrimos el fondo de las cosas. Quizá todo está normal, las cosas fluyen sin problema, el amor latente nos acompaña en la espalda y, al lado, el dolor también, los fardos de la razón, llenos de cosas falsas, pero nos pertenecen.
Son muchas las teorías de nacionales y extranjeros que se han referido a este fenómeno temático y artístico como el autorretrato, no solo a nivel teórico sino creativo, por ejemplo, el periódico El Nacional de España, escribió sobre Lucían Freud, Nieto de su abuelo, el connotado austríaco y psicoanalista Sigmund Freud, lo siguiente «Muchos artistas han cultivado la técnica del autorretrato, pero pocos lo han hecho de forma tan sistemática como Lucian, que durante toda su vida se pintó así mismo. El resultado no es solo un gran legado artístico, sino también un análisis psicológico de cómo se sentía el artista en cada época de su vida. Algunos incluso se atreven a sugerir que la huella de su abuelo, está muy presente en su forma de mostrar su intimidad».
Esta obra de Picasso, realizada el 30 de junio de 1972, es, con otro dibujo menos individualizado que hizo dos días después, el último autorretrato del artista. El mismo cuando se lo enseñó a Pierre Daix al día siguiente de haberlo realizado, le dijo: «Creo que di con algo…No se parece a nada de lo hecho».
Vincent Van Gogh, hizo el mejor autorretrato de su vida, se lo describió a su hermano.
«Mi querido Théo: En fin, te envío un pequeño croquis para darte una idea aproximada del giro que toma el trabajo. Porque hoy me he vuelto a poner a la tarea. Tengo los ojos fatigados todavía; pero, en fin, tenía una idea en la cabeza y éste es el croquis. Siempre tela de 30. Esta vez es simplemente mi dormitorio; sólo que el color debe predominar aquí, dando con su simplificación un estilo más grande a las cosas para llegar a sugerir el reposo o el sueño en general. En fin, con la vista del cuadro debe descansar la cabeza o más bien la imaginación. Las paredes son de un violeta pálido. El suelo es a cuadros rojos.
La madera del lecho y las sillas son de un amarillo de mantequilla fresca; la sábana y las almohadas, limón verde muy claro. La colcha, rojo escarlata. La ventana, verde. El lavabo, anaranjado; la cubeta, azul. Las puertas, lilas. Y eso es todo -nada más en ese cuarto con los postigos cerrados. Lo cuadrado de los muebles debe insistir en la expresión del reposo inquebrantable. Los retratos en la pared, un espejo, una botella y algunos vestidos. El marco -como no hay blanco en el cuadro – será blanco. Esto, para tomarme el desquite del reposo forzado1 a que me he visto obligado. Trabajaré aún todo el día de mañana; pero ya ves qué simple es la concepción. Las sombras y las sombras proyectadas están suprimidas; ha sido coloreado con tintes planos y francos como los crespones. Esto va a contrastar con, por ejemplo, La diligencia de Tarascón y el Café nocturno».
Todos los dibujos, todas las pinturas, las creaciones de los artistas, muertos y vivos que han tenido el soporte de vida con personalidad y decisión para enfrentarse al espejo, han dejado una huella que nos permiten viajar a través de esa líneas frenéticas y precisas o escribiendo con letras, los significados de su forma de ser o pensar, expresiones con temperamento que surten efecto, para poner en nuestras vidas de manera vívida, para llegar a entendernos o hallar el entorno imaginado, que nos lleve más livianos, por la senda de la vida hacia la muerte, de manera lenta o súbita. Esto también pasa en las personas común y corrientes que se describen, se cuentan, alucinan, se imaginan o son de una extremada forma de vida sufrida, sus autorretratos son casi o más impactantes para la sociedad, que el de los artistas que están en algún museo o todavía en casas o talleres colgados, torcidos y empolvados.
Es por ello que un autorretrato es un desafío al Ello y fundamentalmente al Ego.
La máscara dibujada o pintada, con las mismas manos que nos hacemos daño. Nos pintamos con la derecha y con la izquierda, con los ojos, con la boca, los oídos y el tacto. Nos dibujamos para seguir vivos en espacios oníricos, surreales, que están surtidos de colores inexistentes, líneas concretas y curvas, rígidas, orgánicas, borrosas, nerviosas, manchas y colores inventados, donde no hay sino vacío, pero, ante todo, nos autorretratamos con cuidado, para bosquejarnos y parecer algo más de lo que somos.