Desobedecer al Algoritmo, desconectándose a ratos de las emisiones de información que esta matriz envía para darles a conocer el pasado, las lleva a confrontar los poderes que aún no saben como gerenciar un mundo posible.
Jáiber Ladino Guapacha*
Recuperar la relación con el agua, es la propuesta de Juan Álvarez (2019) para nuestro mundo contemporáneo. A través de una serie de viajes que realiza un grupo de cuhubaxies, se recorrer una alterada geografía del planeta tierra, que resulta nueva a pesar de cierta toponimia familiar. Un cataclismo, de origen antropogénico, ha generado que las divisiones continentales queden reducidas a un mundo conocido, en el que tienen lugar los viajes de estas “mujeres”: el cratón sur y el cratón norte. Al resto del planeta no se tiene acceso porque hay una cortinatóxica que lo impide y que es justamente un mojón para que la historia continúe.
Ahora bien, desde las latitudes en las que se desarrolla la historia no deja de ser interesante el pensar que una de las mayores despensas de alimentos para quienes sobreviven al desastre planetario, se encuentra, precisamente, en lo que podríamos identificar como el altiplano cundiboyacense: La recolección de alimentos se da en “las ochenta parcelas de suelo biorremediado del antiguo valle de Tenza”. Lo que podría ser una elección arbitraria, deja de serlo cuando se traen a colación las claves que ofrece la misma obra para leer un homenaje de la cultura chibcha. Tres datos que asocian a esta familia prehispánica con una filosofía del agua ratifican esta idea en un primer momento.
La triada
Dicha triada consiste en referenciar algunos eventos míticos y celebraciones comunitarias con los lugares a los que se hace referencia. Al nacer de Bachué, los chibchas tuvieron su origen en la sagrada laguna de Iguaque. Cuando por su maldad fueron castigados con el diluvio, Bochica los salvó al romper la roca del salto del Tequendama. El poder político, militar y religioso tenía por centro la laguna de Guatavita con una dorada solemnidad y una mística liturgia.
No obstante, el eco de este grupo indígena sobresale en el uso de varios términos de la lengua muisca. Para iniciar, las protagonistas, llamadas genéricamente como VH o TH más la indicación del sector del que provienen, son unos seres biotecnológicos creados por seres humanos, con IA, para: “restaurar el ciclo del agua y preparar una transmisión que descubra, para nuestros coterrícolas, el agua modular prodigiosa” (ib., 44). A estas mujeres se les llama “cuhubaxies”, cuya raíz cuhuba se puede traducir como hermana/o menor más Xíe o Síe el nombre de la diosa del agua.
Asimismo, el uso recurrente de la expresión “síansucaxie qasquamuê” expresada en momentos de angustia como un mantra para alejar los malos presentimientos y acercar un poco la esperanza, puede rastrearse en las raíces insuca (dar voz), Síe, Sía (diosa del agua), qasqua (volverse, transformarse) y mué (tú, usted, sumercé). ¿Que seamos la voz del agua, transformados en ella? ¿Que al pronunciar agua seamos en ella?
Sin embargo, volviendo a la idea de cuhuba como hermana menor del agua, ratifica una idea de cuidado cuando el Algoritmo Narrativo Inorgánico -ANI-, les hace llegar a sus receptores el siguiente mensaje:
“Después de restaurar el ciclo hidrológico, ustedes serán los primeros seres vivos en cruzar, y según la manera como lo consigan, si lo consiguen, y tendrán que hacerlo, fundarán una cultura. Aquella del ciclo hidrológico restaurado: una sola agua modular al amparo del mundo. Duden, pero entréguense por completo al ethos de la empatía de las especies y su vínculo con la Tierra”.
Un biodiseño
A las cuhubaxies, a pesar de dotárseles de un “biodiseño de rangos aumentados, así como su capacidad de modular frecuencias eléctricas cerebrales” (ib., 54) también cuentan con unas capacidades humanas potenciadas: no son entes puros que hayan aparecido de la nada como ángeles o que carezcan de sentimientos o voluntad como se podría programar a los robots. Junto a ellas se encuentran los “colegos kipús”, personajes andróginos que pueden cumplir tareas complejas por sus orígenes, pues descienden de…
“gente que antes del cataclismo cumplía oficios callejeros en los márgenes hipercontaminados de ciudades de altura; personas que desarrollaron en sus pulmones membranas protectoras de bacterias anaerofobias facultativas. Mensajeras, recicladoras de basura, vendedoras ambulantes. Luego del cataclismo fueron los primeros en lograr salir al aire libre por periodos prolongados”.
A pesar de esa alteración que implica el biodiseño, la rebeldía, como un rasgo de humanidad, se convierte en el catalizador que hace de la narración una aventura por ese universo distópico. Desobedecer al Algoritmo, desconectándose a ratos de las emisiones de información que esta matriz envía para darles a conocer el pasado, las lleva a confrontar los poderes que aún no saben como gerenciar un mundo posible.
Estructura
De ahí el valor que posee esa suerte de estructura dialógica en la que se alternan las seis voces del ANI y los siete testimonios de las cuhubaxies, pues mientras el Algoritmo intenta implantar en ellas una versión oficial del pasado, ellas dan cuenta de la restauración que puede trascender la estrecha mira de los humanos sobrevivientes. Uno de los ejemplos más interesantes se da en el momento en el que el ANI narra la fisión nuclear que creó el desbalance “geofísicoquímicobiológico” sufrido por el planeta Tierra. La versión oficial dice que…
“hubo un punto disparatado en la segunda mitad del siglo XX, y hasta entrado el siglo XXI, en el que los isótopos de uranio fueron transformados en combustible básico de aquello que llamaron reactores nucleares, donde contenían y controlaban operaciones de reacciones de fisión en cadena para producir energía”
Frente a esta posición que reduce la responsabilidad humana, las cuhubaxies demuestran su inconformidad haciendo nuevas preguntas que el ANI no tiene cómo responder y casi que aparece fuera de casillas -a pesar de tratarse de una IA-:
“¡¿Qué?! No, un momento, están confundiendo periodos… ¡¿Armas de energía nuclear?! ¡De ningún modo! Ese tipo de armas dejaron de existir mucho antes de que la industria civil de la energía nuclear languideciera a manos de las energías limpias. ¡¿Qué…?! Carajo”.
*@JáiberLadino