Dice el columnista José Miguel Alzate que: “Reconforta el alma encontrarse a un poeta que, si bien no sigue los cánones de la poesía clásica, en su intento por renovar las formas de expresión poética alcanza momentos deslumbrantes con su lenguaje. En la introducción al libro, en un texto denominado Umbral, el autor explica de qué se nutre su poesía cuando dice que no trata en sus versos “de celebrar la métrica y la preceptiva, sí las emociones y la nostalgia, que son repasos por el corazón”. “Y emociones y nostalgias, angustias y desvaríos, exaltaciones de la existencia y actitudes de rebeldía, celebraciones al amor y exaltación a la palabra son constantes en sus versos”.
Anota el periodista cultural José Miguel Alzate de este libro: “Aconteceres y nostalgias” del poeta Carlos Arturo Arbeláez, es un libro donde sobresale la musicalidad, el encanto de la palabra hecha fuego, el tono desolado de algunos poemas, el desgarramiento interior del alma, la plenitud del encuentro amoroso, la fuerza cósmica de una voz que no se resiste a los requiebros tiernos y la expresión viva de la admiración por un cuerpo de mujer. Hay aquí eso que Eduardo Carranza llamó en su momento “fina inspiración y delicado sentimiento”. “Este lenguaje pleno de ternura lo reitera en otro poema cuando dice: “Del agua nace el pozo/ de la caricia mi mano/ de mi boca tus pechos/ del lecho la ternura”.
Carlos Arturo Arbeláez Cano es un poeta en toda la dimensión de la palabra”.
SIGA…ESTA ES SU CASA
Mire la calle. ¿Cómo puede usted ser
indiferente a ese gran río de huesos, a
a ese gran río de sueños,
a ese gran rio de sangre, a ese gran río?
(Nicolás Guillén)
Quienes transitamos por esta inmensa casa
Sí sabemos de abrojos y ternuras:
Amplia y llena de sombras,
En sus enredaderas se quedan en jirones
Mis días y mis noches.
Palpitando en temblores y temores,
Errando por lugares de vicio y de suplicio
Mis pasos vagabundos
No hallan descanso alguno.
No están por el jardín del patio
El rumor de los grillos o el trino de los pájaros.
El pasillo que lleva al cielo dominguero
No brilla con el sol de las tardes
tediosas de otros días.
No está la cama hecha ni las sábanas blancas
Donde yacer mi cuerpo confundido
Por inviernos de aguas inclementes,
Apenas guarecido con terno de miseria.
Blasfemando del rey y de la plebe,
No me siento al calor del hogar en la sala
Sino que me acurruco a azuzar en la calle
Dentelladas de fuego
Rebotando en la estufa improvisada.
Solitario, desnudo, alucinado.
Los demás inquilinos de esta casa
Despachan sus asuntos con premura.
Los sonidos se agolpan en la esquina,
Todos proclaman algo:
Por triste que parezca, el rebusque
Acude a la absurda nimiedad
Para mitigar hambres y desastres.
Clamores y alegatos invaden las aceras
Se proclaman mesías, príncipes y heroínas:
Todos con sus afiches pegados a los muros
Más parecen forajidos oscuros
Que ilustres personajes de una casa modesta.
Y la casa se llena de sonidos
En cada esquina los motores vociferan
Su sarta de improperios.
Despiertan con sus gritos la tragedia.
Los unos mendicantes, los otros triunfadores:
Los inquilinos pugnando por su diario.
Volando entre la higuera y el durazno
Los pájaros huyeron de sus nidos.
El zaguán que esconde los adioses
Y los pasos y los besos perdidos
Por encuentros y adioses postergados,
No acogen más que pasos
De sórdidos vecinos.
Algunos sitios hay en esta casa
Donde se hospeda el boato y la hartura:
Pasarela y glamur de refinados íconos,
Lugares donde viandas, licores y enervantes
Esperan el asalto de los próceres.
Ya no hay asombros ni desconciertos.
En la casa todo ocurre en blanco y negro
Como un daguerrotipo
Evocativo y melancólico
Retornando a lo prístino: a la desnudez
De cuerpos y de almas.
Los guetos con sus muros y sus perros guardianes
Con su alambrada macabra de púas
y de choques eléctricos
Amainan la sicosis, el miedo y la vigilia
De algún “desadaptado”.
Mientras tanto a mi casa
Yo la he habitado en su recogimiento,
Yo la he disfrutado en las labores
Transitándola por senderos de ensueño
Que al final,
Son una sumatoria de amores y detalles.
A esta casa yo le debo las dudas
Que me enfrentan al mundo.
Le debo la intimidad de los recuerdos
Y el alma de una música lejana
Que se va definiendo en mi memoria
Mientras voy trashumando
Por estancias y espacios repasados.
La casa es un altar de sacrificios,
De conjuros, de frustraciones y plegarias.
¿Cuántos besos perdidos
Y cuántos prodigados
En la infeliz deshora de las separaciones.?
¿De los adioses implorados
Y de las añoradas bienvenidas.?
¿Cuántos besos mentidos…?
……………………………………….
Poco falta para que compartamos
Esta casa tan grande y demolida
Que trepida por todos los rincones
Sus temblores y miedos y pasiones.
Que respira sus humores malignos
Y exuda sus vapores nauseabundos.
……………………………………..
Siga… esta es su casa…
AGRADECIDO
Despacio…
Muy despacio a tu sombra fui llegando
Con pasión y calor de madrugadas
Recibidas de pronto y con sorpresa
Resurgidas acaso de una noche
Lunática y traviesa.
La luna en cada vuelo
De noche y madrugada
La luna en cada borde
De acariciado ensueño.
Del panal de tu beso
Se alimentó el durazno
Y en arrebol de ocasos
Lanzó sus floraciones.
Un puñado de estrellas
Rebotadas, dispersas
Rutilando en la cópula
Del deseo confeso.
La luna en cada vuelo
La luna en cada encuentro.
La luna deslumbrada
De tanto sortilegio.
SONETO FALLIDO
Rescoldo de emociones manidas y dispersas
Acopio de silencios en la hora llegada
Donde el verbo transita un ansia constelada
Donde el verbo persigue una sombra locuaz.
Rumbos que se desprenden en la búsqueda loca
De un diáfano sentido entre un mundo confuso.
Idioma de mil voces tatuadas en la roca
Inertes como ecos que hieren el reposo.
El verbo no fue tacto, se extravió en la maraña
De un intento confeso, de una acción contenida.
El verbo fue tan solo sabor de un desencuentro.
Luego de la vigilia de noche para un sueño,
Quedó latiendo en trazos hasta la madrugada,
Aquel fallido impulso… y no produje nada…