Gonzalo H. Vallejo A. Columnista En la Roma Antigua, los potentados caminaban seguidos por un enjambre de escoltas, mercachifles, lagartos, tinterillos y clientelistas de toda laya. Este acto de exhibicionismo, ostentación y vanidad era conocido con el nombre de “adesectatio”. Cuanto más largo y ruidoso fuese el empastre, más se les admiraba a estos opulentos...
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