Maritza Salazar Velásquez Columnista Estoy enferma tengo que confesarlo, es una enfermedad que me condena al exilio, un delirio que me acerca a la muerte. Mi sangre está contaminada, no tengo cura, no hay salvación para mí. No hay medicina ni tratamiento, nací defectuosa, sin opciones, sin redención. Desde muy niña me acompaña éste mal…