Maritza Salazar Velásquez Columnista En los pasillos de mi mente vivía una frágil niña asustada, buscando siempre afecto porque yo la dejé olvidada. Su alma es un dulce cuarto, con cobijas y sábanas rosadas, flores dibujadas en las paredes, finamente decorada; A pesar de la belleza del lugar, la soledad le incomodaba, así que corría…

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