Nunca será suficiente agradecerles.
Liliana Cardona Marín
Cada 24 de junio se celebra el día internacional del Socorrista y en Risaralda coincide con el aniversario de la seccional de la Cruz Roja, este año cumplieron 48 años. En la sede de esta entidad humanitaria ubicada detrás del Pereira Plaza, se reunió un grupo de voluntarios no superior a 25 personas, la celebración fue sencilla y honró totalmente lo que son estas personas, héroes anónimos de los que poco se sabe, pero son quienes en las emergencias están puestas las esperanzas de toda una familia, una comunidad o una ciudad, como ocurrió en reciente tragedia de la Avenida del Río.
Al homenaje a su gran trabajo y aporte a la sociedad no asistió ningún mandatario, tampoco personalidades, fue de verdad una fiesta de quienes han compartido y saben de verdad lo que son horas interminables sin comer a horas, sin dormir y mucho menos sin ver a la familia por entregar el tiempo y poner en riesgo su propia vida por los demás. Es justo reconocer en este espacio también a los demás socorristas de instituciones como la Defensa Civil, el Ejército Nacional, la Policía Nacional y tantas otras personas que sin formación se entregan para colaborarle al que lo necesita.
“Armero ha desaparecido”
Cuando se decide ser socorrista lo primero que se comprende no con la razón sino con el corazón, es que se conoce la hora de salir a una misión. Cuando se es joven eso no importa, porque está el ímpetu y la energía para cargar con el mundo si es necesario y de esto sabe muy bien Luis Hernando Montañez socorrista desde 1981, a quien también le tocó la tragedia ocasionada por el Ruiz en 1985.
“Hace 37 años había gran fortaleza en las radiocomunicaciones y aunque era un sistema incipiente en la Institución, alcanzaba para jugar ajedrez entre seccionales a altas horas, en una de esas el radioperador de Armero informó sobre una situación preocupante, luego a eso de la medianoche no se comunicó más, no respondió a los llamados desde Bogotá. Ya a las 6:30 a.m., un operador aficionado dijo: “Armero desapareció’”. La descripción que hace Montañez, todavía eriza la piel. Las labores de los socorristas de Pereira se enfocaron en Chinchiná, la anécdota es que allí sobrevivieron dos semanas solo con tarros de salchichas y gaseosa Castalia.
Una pareja ejemplar
En la celebración se encontraban Álvaro Torres y Sandra Milena Castrillón, dos socorristas que en medio de rescates y capacitaciones se enamoraron, él llegó hace 20 años a la Cruz Roja, su vocación empezó desde el colegio con los grupos de atención y prevención de desastres. Sandra lleva 14 años, inició siendo voluntaria juvenil en Belén de Umbría. Él era un instructor que no le caía nada bien a ella.
El 24 de mayo de 2017, hospitalizaron a Sandra por un cólico renal, allí adquirió una bacteria que le ocasionó una falla multisistémica, el medicamento que se utiliza en estos casos tiene como efecto secundario la necrosis de miembros distales del cuerpo. Sandra perdió los dedos de manos y pies, suceso que no le impidió seguir rescatando y tampoco fue motivo para que su relación terminara, porque a la resiliencia de ella se sumó el tratamiento y acompañamiento psicológico de Álvaro, quien se siente afortunado de contar esta historia al lado de ella.
Los estragos de IOTA
Después del huracán lo que se necesitaron fue manos, porque a pesar de ser una isla pequeña la magnitud de la devastación fue tal que Víctor Hugo Rico, un socorrista pereirano con siete años de experiencia permaneció en Providencia por cuatro meses y dijo: “Se rescata de muchas formas, estuve llevando agua a las comunidades, también en la transformación de residuos sólidos en instrumentos musicales con los niños, fueron historias muy duras y a todo eso se sumó la dificultad para comunicarnos con la familia, pero todo eso es lo bonito de ser socorrista”.
“En momentos de dificultad se le debe permitir a los familiares que lloren, que griten, que abracen a sus familiares y hacerles ver que estamos ahí no por hacer montón, sino para colaborarles de verdad”.
Cifra
126 socorristas conforman la Cruz Roja seccional Risaralda.
Dato
El banquero suizo Henry Dunant hace 163 años fue el primero en dar ayuda y alivio al sufrimiento humano que resulta tras las guerras.