Andrés Mauricio Molina Vargas, nació el 2 de diciembre de 1982, en Santuario, Risaralda, municipio ubicado en el flanco oriental de la Cordillera Occidental de los Andes, que es puerta al Parque Nacional Natural Tatamá, un área protegida de alto interés científico debido a su rica biodiversidad y el excelente estado de conservación de sus ecosistemas. De aquella meseta de valles de lagunas, frailejones y bosques, nacen afluentes de ríos y un rocío que viaja desde los 4.000 metros de altura hasta el pequeño pueblo, bañando a sus habitantes del aire endémico de tan mágico lugar y bautizándolos con espíritus de viajeros y conquistadores de sueños así como Andrés lo ha hecho.
Creció en el hogar de Alberto Molina, su padre y María Rubiela Vargas, su madre, Lady Johanna y Laura Sofía, sus hermanas menores, La pre adolescencia la vivió en Pereira, donde realizó parcialmente sus estudios secundarios.
Siguiendo el cauce de su existencia a finales de los 90, viajó con su familia al norte del continente americano, Estados Unidos era su nueva casa, en este país terminó sus estudios de bachillerato, desempeñó como cualquier migrante labores varias mientras encontraba un nuevo camino que lo llevaría aún más lejos.
Mientras vivía en Atlanta con sus padres y hermanas, disfrutaba de las comodidades de tener una madre amorosa y pendiente de la comida, la ropa y las atenciones de mamá y papá, pero su alma le pedía un cambio, así que un día llamó a un tío que vivía en Virginia y le preguntó que si lo recibía, él respondió que sí, y de inmediato le comentó a su padre que se iba, su madre estaba trabajando, al regresar fue una sorpresa no encontrar a Mauricio en casa.
Él ya había tomado un nuevo rumbo, se fue a vivir a una habitación donde además de un colchón, una grabadora y varios libros clásicos que estaba releyendo, tenía un lienzo y algunas pinturas que una de sus hermanas le había regalado, pero que no tenía ni idea de como utilizar, así que llamó a su tío Sebastián Molina artista que ha expuesto en varios países del planeta y le pidió que lo orientara, después de recibir instrucciones básicas en relación con la técnica de mezcla de la pintura empezó a pintar como una forma que le permite hacer la catarsis de su presente, para ese momento ya escribía poesía. Después de dos años dedicado a la pintura, decidió continuar con la literatura.
Después del ataque a las Torres Gemelas en el 2001, la guerra entre Estados Unidos e Irak se desata y él, en un acto de gratitud con este país, decide enlistarse en las fuerzas armadas americanas, una decisión que no tomó solo, pues su hermana Lady Johanna lo motivó y acompañó, ella también se enlistó creyendo que estarían juntos, pero en realidad pasaron tres años para volverse a encontrar. Rápidamente, debido a su capacidad para sobrellevar situaciones de presión, su condición física e inteligencia fue llamado a formar parte de un grupo selecto que estaba en el frente de esta guerra, pero no desde las armas sino desde la inteligencia.
Estaba por terminar el contrato con el Departamento de Defensa, pero se le presentó la oportunidad de trabajar con la OTAN en Kosovo y Albania, cumpliendo misiones de riesgo que lo hicieron reflexionar en el valor de la vida y en la importancia de dejar una huella en el mundo, entonces tomó sus escritos, los organizó y empezó a buscar los medios para publicar su primer libro de cuentos ‘Cenizas del Boom’ que lleva este nombre en honor al boom de escritores latinoamericanos que surgieron entre la década del 60 y 70. Antes de llegar al punto de la publicación validaba sus escritos bajo un seudónimo, los enviaba a sus amigos diciendo que era de un conocido y sus amigos le responden encantados por las letras ¿Quién es ese amigo que escribe tan bien?
El libro se publicó y empezó a venderse, el precio acordado por la editorial y Mauricio fue de 8 dólares, la editorial se sorprendió al conocer el precio que el escritor había asignado a su libro porque su interés no era lucrarse. Y tan solo tres meses después publica su segunda obra “Antología poética, tiempo para un café” el momento para compartir su poesía había llegado, la razón del libro era brindarle a sus lectores poemas variados para que acompañados de un café se tomaron un respiro de la cotidianidad de los días. “Mientras más olvidados seamos, más libres seremos” es su tercera publicación y su primer novela, la cual empezó a escribir 15 años atrás, cuando estaba en el ejército, leyó lo que había escrito y no le gusto, no el tema, sino la narrativa que había empleado entonces la deconstruye y con la narrativa evolucionada gracias a los años, concluye la obra.
Dos nuevos libros vienen en camino, uno de ellos ya va al 70% y se encuentra en revisión, en este, los lectores encontrarán cuentos, microcuentos, poesía, sonetos, pensamientos, fotografía y arte. Esta nueva obra es una respuesta a las peticiones de sus seguidores.
El segundo proyecto es un libro de investigación que pretende rescatar la historia de Santuario en cuentos.
Mientras Mauricio vivía todas estas experiencias decidió que debía ayudar a las personas de su país a través de la obra social, entonces con la ayuda de un su amigo Charles comprendió que no era necesario tener mucho dinero para brindarle un momento de alegría a las personas y que con pequeños aportes se puede hacer la gran diferencia, así en cada viaje que hacía a Colombia empezó a ayudar a orfanatos y ancianatos, con la ayuda de amigos y familiares.
No es millonario, pero si tiene un corazón oro
Porque su plan de vida está regido por ayudar a los demás, ha decidido crear un fondo con las ganancias de las ventas de sus libros destinado a las obras sociales que realiza, mientras continúa viviendo por un tiempo entre Estados Unidos y Colombia, tiene la convicción de que volverá a su país natal para continuar con la realización de su quinta obra literaria, pero principalmente porque entre tantos viajes alrededor del mundo donde ha descubierto gastronomías exóticas y culturas increíbles se ha propuesto redescubrir sus raíces quizás para comprenderse mejor a sí mismo.