Pereira y Dosquebradas son dos de los municipios de Colombia con mayor porcentaje de Personas que se Inyectan Drogas (PID), especialmente heroína. Desde el Ministerio de Justicia y otras entidades, visibilizaron algunas dinámicas de estos consumidores.
En lo que respecta a la hepatitis B y C, los usuarios de drogas inyectables son más propensos a adquirir estos virus, teniendo en cuenta que es común entre esta población, el préstamo de jeringas.
Según el informe mundial de drogas de 2021, las proyecciones basadas en cifras de 108 países, entre ellos Colombia, indican que dos de cada cinco nuevos casos de hepatitis C, correspondientes al 43%, se asocian a la inyección de drogas. Se estima que las PID tienen 37,2% más riesgo de exponerse a este virus que la población general y que la prevalencia global de este virus en 2019 entre PID fue de 50,2%, lo que equivale a 5,6 millones de personas en el Planeta que se inyectan drogas y viven con hepatitis C.
Para el caso de la hepatitis B, hay que decir que también representa un riesgo para la salud y la vida de las personas, aunque en este caso se cuenta con vacunas efectivas y seguras. La prevalencia estimada es de 8,7%, equivalente a 0,97 millones de personas que se inyectan drogas y viven con esta enfermedad (UNODC, 2021).
Jeringas
Además de tener que conseguir la droga ilícita, los consumidores de sustancias como la heroína también deben contar con jeringas para el uso de esta.
En el estudio mencionado se consultó sobre este aspecto. Entre quienes no usan siempre jeringas nuevas, el 73% dice que no dispone de ellas, en tanto que el 12,6% indica que las jeringas son difíciles de conseguir. El 44,8% indica que casi siempre reutiliza sus propias jeringas, el 12,4% lo hace siempre y el 25% ocasionalmente. El 17,6% no lo hace nunca.
Pereira y Dosquebradas cuentan con programa de reducción de daños por el consumo de drogas inyectables, el cual consiste en la entrega de material higiénico a las PID para que no haya préstamo de jeringas y así evitar la propagación de enfermedades como el VIH y las hepatitis virales.
En estos dos municipios el 97,6% dice haber tenido acceso a jeringas nuevas en los últimos tres meses. El 89,3% indica que accede a ellas a través de los programas de reducción de daños, el 34% a través de farmacias y llama la atención que el 16,4% las consigue a través de vendedores de drogas.
A dónde van a parar las jeringas una vez son usadas por los consumidores, es de suma importancia para evitar que estos elementos contaminados puedan afectar a la ciudadanía que no utiliza estas sustancias.
En la capital risaraldense y el Municipio Industrial, el 31% de las PID descartó la jeringa en un recipiente bioseguro tipo “guardián”, el 9,6% la arrojó a una caneca, el 8,5% la dejó en el piso y el 29,1% la guardó para emplearla de nuevo. El 7% la retornó al programa de acceso a jeringas.
Relaciones sexuales
Teniendo en cuenta que los consumidores de drogas inyectables viven unas condiciones socioeconómicas difíciles, y que son más propensos a ser portadores de las enfermedades mencionadas e infecciones de transmisión sexual, las relaciones sexuales en esta población también hicieron parte del estudio.
El 66% de las PID que tienen pareja sexual estable nunca usa condón en sus relaciones sexuales de este tipo, mientras que el 13% lo usa siempre y el 10% casi siempre u ocasionalmente, respectivamente. El 77,8% no usó condón en el último encuentro sexual con pareja estable.
Algunas de estas personas ejercen la prostitución. El informe señala que con clientes en los últimos 6 meses, el 77,1% indica haber usado condón siempre y el 10,7% nunca. En la última ocasión el 88,8% usó condón con cliente.
En Pereira y Dosquebradas el 90,6% de los consumidores de drogas inyectables, aseguró que no han sido forzadas a tener relaciones sexuales sin su consentimiento. Hay que mencionar que sí se han identificado casos de PID que se prostituyen o brindan servicios sexuales a cambio de una dosis de heroína u otra sustancia.
Recomendaciones
Con el propósito de controlar las epidemias de VIH y hepatitis virales en personas que se inyectan drogas, en el estudio mencionado se dan a conocer unas recomendaciones para alcanzar dicha meta.
Por ejemplo, intervenir de manera decidida las barreras de acceso socioculturales a equipos de inyección estéril que se reflejan en la negativa de venta de jeringas en farmacias y en decomiso de equipos por parte de autoridades de policía en las ciudades.
Así mismo es necesario revisar las estrategias de identificación, aproximación y contacto con estas redes, para determinar la mejor manera de llegar a ellas con los programas de reducción de daños.
Igualmente aumentar los programas de acceso a material de inyección, sustitución con metadona en el primer nivel y/o en unidades móviles, flexibles y de bajo umbral. Hay que recordar que en Pereira y Dosquebradas son decenas de consumidores que están en proceso de rehabilitación a través del uso de metadona.
Reducir las barreras de acceso identificadas como la exigencia de abstinencia, el sometimiento a síntomas de abstinencia para acceder a los programas de sustitución, optimización y ajuste a las dosis recomendadas.