Uno de cada cuatro adultos mayores en el país padece de una enfermedad que cada vez es más evidente: la angustia o la ansiedad. Y esta situación no solo deriva en trastornos mentales o emocionales, sino también físicos que pueden llevar o a la muerte o al suicidio.
Óscar Osorio Ospina
El Eje Cafetero presenta los más altos índices de envejecimiento de la población en Colombia. Según estudios recientes en el Quindío la franja de habitantes mayores de 60 años es del 19.2%, en Caldas del 18.7% y en Risaralda del 17.8%. Ello significa, en nuestro caso, que 18 de de cada 100 personas ya sobrepasaron esa barrera de edad.
Y mientras ello acontece, el agitado mundo de hoy termina por arrinconar a los ancianos a un plano secundario dentro del hogar o, como sucede en muchos casos, los hijos o parientes los condenan a vivir en un asilo o en un hogar geriátrico porque los consideran un estorbo para su vida diaria o para su cotidianidad.
Esta situación ha llevado a que en los adultos mayores sean más frecuentes las enfermedades o los trastornos asociados a esa condición, en especial la ansiedad o la angustia que presentan síntomas a nivel físico, emocional o mental cada vez más severos, al punto que una investigación reciente del Ministerio de Salud dejó en claro que la angustia se ha convertido en la primera causa de morbilidad entre la población anciana en nuestro país.
Sobre este tema hablamos con el médico – psiquiatra Uriel Escobar Barrios quien ha lanzado una voz de alerta sobre el abandono y el olvido al que están siendo condenados los adultos mayores en Colombia.

¿Cómo está afectando la angustia a la población de adultos mayores en Colombia y en esta región, concretamente?
De acuerdo con los estudios que se han hecho en Colombia y en diferentes partes del mundo, la angustia ocupa los primeros lugares en lo que tiene que ver con la morbilidad, o sea, la enfermedad y las alteraciones mentales. Esta angustia o ansiedad se presenta con mayor frecuencia en personas mayores de edad y eso tiene que ver mucho con el recorrido vital que ha tenido la persona, pero también influyen enfermedades que nosotros sabemos que les dan a las personas adultas mayores, en este caso el anciano que padecen algún tipo de trastornos desde el punto de vista orgánico. Lo que se ha encontrado en los estudios en términos generales es que de la población colombiana un 18% en general presenta trastornos de ansiedad o de angustia, pero en los ancianos ese porcentaje se incrementa hasta un 25%, lo cual nos indica efectivamente que esta es una verdadera problemática que aqueja a la población anciana.
¿Cómo se manifiesta esa situación de ansiedad o de angustia, cuáles son síntomas físicos o mentales?
Esto tiene repercusiones a nivel físico, psicológico y emocional y en las relaciones que establece la persona con el entorno. De manera muy general a nivel físico las principales manifestaciones son la taquicardia y sudoración; a nivel mental, la persona tiene dificultades para concentrarse, se queja de que hay un flujo de pensamientos muy rápidos que no logra elaborarlos; a nivel emocional podemos observar que la persona tiene, además de la sudoración, una sensación subjetiva por el hecho de que no se puede estar quieto y en la interacción con los demás, esa persona pierde capacidad de concentrarse, disminuye su rendimiento laboral en caso de que esté trabajando y puede tener dificultades para recordar algunos sucesos, porque no centra la atención. Podemos decir, entonces, que es un rango de manifestaciones que afecta al ser total.
¿Esta situación puede llevar también a índices de mortalidad?
Todos los trastornos mentales son factores de riesgo para disminuir no solo la calidad de vida sino también la expectativa de vida. Sabemos que una persona con un cuadro de angustia o de ansiedad puede ser un terreno fértil, digamos así, para que se presenten alteraciones como es el caso de los infartos, los incrementos de la presión arterial que también puede llevar a accidentes cerebro-vasculares y que también puede agravar, según se ha visto en muchos estudios, las enfermedades preexistentes, especialmente las enfermedades crónicas. Se ha detectado, por ejemplo, que la persona con angustia tiene una disminución de las defensas naturales y cuando eso se presenta es presa más fácil de los virus y de las bacterias. Entonces sin duda alguna sí tiene mucho que ver con la calidad de vida y con las expectativas de vida de las personas.
¿Y también con intentos de suicidio?
Por supuesto, porque muchas personas refieren que es mucha la presión que están sintiendo, es una presión continua y permanente, que finalmente llegan a preguntarse: “¿todo lo que he sentido, para qué lo estoy yo sufriendo y padeciendo tanto? es mejor morir para descansar”. Así lo verbalizan de manera textual las personas: es mejor descansar de este sufrimiento, de esta angustia.
¿Qué tanta responsabilidad recae en la familia y en la sociedad en general que está condenando a la soledad a los adultos mayores?
Ese es uno de los principales factores de riesgo, el cual tiene un mayor impacto. Nosotros en la Asociación Internacional RED, hemos trabajado mucho en la prevención del estigma, escenario en el cual a las personas ancianas se les estigmatiza, se les considera en muchas franjas de la población como personas que ya cumplieron un ciclo, son como muebles viejos o inservibles, y de ahí la tendencia a que ellos no participen en las actividades de la familia, se los aísla y eso genera no solamente la soledad sino también un sentimiento de rechazo. La idea que siempre nosotros transmitimos es que una ancianidad bien vivida permite que la persona pueda participar absolutamente de todas las actividades y debe ser, no un motivo de vergüenza sino por el contrario un motivo de orgullo para sus nietos, para sus hijos y para las personas que están alrededor, porque se supone que el anciano en términos generales simboliza la memoria de la comunidad, la memoria colectiva y de hecho en muchas sociedades, como comunidades indígenas, por ejemplo, al anciano se le da el rol protagónico que debe cumplir, como es la persona que orienta, que ayuda y que aconseja.
¿Esta condición tiene tratamiento desde el punto de vista médico, psicológico o psiquiátrico?
La angustia es un trastorno, es una enfermedad perfectamente tratable y las estrategias son múltiples y la idea es realizar un tratamiento integral, cuando yo digo tratamiento integral hago referencia a que en caso de que la persona necesite medicamentos, pues que se utilicen fármacos, pero eso no es suficiente, se debe también hacer la psicoterapia, permitir que la persona anciana verbalice sus problemas y sus dificultades, que eso ha demostrado ser un elemento fundamental. Lo otro es la intervención a nivel de la familia, es clave y fundamental que la familia acoja a la persona anciana con cariño, con respeto, con amor, así como también son claves las actividades grupales, que hayan grupos que giren alrededor para que la persona anciana pueda tener diversión, compartir, jugar, bailar, aprender cosas nuevas, que él o ella como consecuencia de su trabajo no habían podido realizar, pero también están las actividades a nivel social que es lo que hablábamos recientemente. A los adultos mayores hay que darles el rol que ellos merecen en la sociedad, como personas que tienen experiencia, que tienen conocimiento y la consejería de ellos es importante. En la medida que la sociedad cambie esa mirada del anciano, sin duda alguna esto también contribuye a que ellos se sientan útiles, se sientan empoderados y hace parte por supuesto de su calidad de vida.