Águeda Pizarro Rayo está al frente del Museo Rayo en Roldanillo, que será escenario del Encuentro de Poetas Colombianas en julio de este año, y hace poco fue informada de su designación como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua
Óscar Osorio Ospina
Una de las más gratas sorpresas que recibió Águeda Pizarro Oniçiu durante la visita que realizó a Pereira el pasado jueves fue encontrar una obra manuscrita del poeta colombiano León de Greiff, del cual no es solo fue amiga personal sino también una de sus más grandes admiradoras.
En los anaqueles de la Biblioteca Pública Municipal Ramón Correa se conserva celosamente un libro de tapas rojas escrito a mano por el maestro de Greiff titulado “Álbum para Matilda” editado en 1915. Fue tal su emoción que no dudó en leer algunos versos de esta singular obra, al tiempo que recordó que en años 70 escribió el libro “Fantasías: Nubes al viento”, una monografía dedicada a León de Greiff que publicó la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Águeda Pizarro, hija del poeta español Miguel Pizarro Zambrano y García de Caravantes y de la rumana Gratiana Oniçiu, se graduó en filología románica, artes y literatura francesa en la Universidad de Columbia en New York donde años más tarde sería profesora de francés y español. Algunas de sus obras más relevantes son: País Piel (1987), Soy Sur (1988), Saremas (1996) dedicado a su hija Sara Rayo, Labio adicto (1972), Ultramor (1998), Miguel Pizarro, flecha sin blanco (2004), entre otras.
Llegó a Colombia muy joven y aquí conoció al pintor Ómar Rayo quien la introdujo en el mundo de la literatura colombiana de la cual se enamoró, al punto que no dudó en afirmar que ésta transformó su vida. Águeda Pizarro se casó con el maestro Rayo, con quien tuvo una hija, Sara, y es actualmente la directora del Museo Rayo en Roldanillo (Valle).
Hace apenas unos días fue informada sobre su designación como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y estuvo la semana que termina en Pereira invitada al conversatorio “La Cueva de las Letras. Maestras que hablan” que organiza la Biblioteca Pública Municipal Ramón Correa. Allí, en una de las mesas de lectura, dialogó con EL DIARIO sobre este alto honor y acerca de otros temas.
“Recibí la noticia hace unos días, un poco sorprendida y contenta, voy a aceptarlo. Envié mi hoja de vida, tal como me lo pidieron, pero me sorprendí porque no soy muy académica. No he recibido aún la carta oficial, una vez surta el proceso de ratificación, si me lo ofrecen oficialmente, voy a aceptar, es un honor, sobre todo para mí que no nací aquí.
¿Ya ha pensado cuál será su discurso de posesión?
Eso todavía no está definido, pero tengo que hacerlo. Ya tengo algo en la mente, pero si se lo digo ya no lo voy a hacer. He pensado en hablar sobre como el idioma de Colombia me ha transformado en la forma en que escribo, en la forma en que hablo, en la forma en que pienso. Es decir, la forma como Colombia me ha absorbido, me ha cambiado y me ha entregado maravillas.
¿En consecuencia, en términos de su obra literaria hay que hablar de un antes y de un después?
Soy hija de un poeta español, así que hablaba español cuando conocí a Ómar Rayo y él me reveló la literatura colombiana, me regaló “Cien años de soledad” cuando tenía ventipico de años y estaba estudiando francés y García Márquez me cautivó, me pareció un genio, un poeta. Al llegar a Colombia también conocí a León de Greiff, nada menos, y me transformó totalmente.
¿Qué otros autores colombianos la han impactado?
Mayra del Mar, Maruja Vieira, dos grandes poetas a quienes conocí y han ido al encuentro de poetas en Roldanillo, Matilde Espinosa, Carmelina Soto… He leído a Juan Gabriel Vásquez y me gusta sobre todo Héctor Abad
A propósito de libros ¿Qué está escribiendo en este momento?
Risas… Mi discurso para el Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas el 18 de julio en Roldanillo. Voy a hablar de la supervivencia y la importancia del encuentro, de la importancia de lo que escriben las mujeres, acerca de cómo contribuyen a la literatura y al desarrollo de los idiomas en sus propios países.
¿Qué tanto se ha degradado nuestro idioma en este mundo manejado por la tecnología?
¡Se ha degradado en absoluto! Nuestro idioma está vivo, nuestro idioma está cambiando todos los días. Una lengua está viva, fluye como un río, se nutre de todo lo que pasa en ella: que las expresiones de la calle, que las influencias de otros idiomas que vienen de los indígenas, de los negros… Está cambiando todos los días, no se ha degradado. Es una idea que tiene la gente de que hay un idioma especial, perfecto, que podemos hablar, pero esa no es la verdad. Mira que el español viene del latín, se desarrolló desde cómo se hablaba el latín en diferentes regiones de Europa, y después el rumano, el catalán, el español, todos salieron de ese idioma que evolucionó con los eventos de la historia y con la influencia de lo que hablaba la gente que estaba allí cuando llegaron los romanos. Eso es permanente.
La preocupación viene de las formas como las personas escriben ahora mensajes de WhatsApp o de Twitter, por ejemplo
Ah, bueno. Eso es otras cosas, pero es otro desarrollo del idioma que no necesariamente es malo, es una forma como la gente se quiere comunicar. Hay quienes piensan que eso es negativo o que a veces es vulgar, pero hay de todo, en Internet hay de todo. Y eso hace parte del desarrollo de como se escribe y como la parte oral también se transforma a causa de la evolución de lo técnico, de los computadores, de los robots y todo eso. Y a veces a las personas que leemos nos parece que se ha perdido algo, pero mira: todavía existen los libros. Hay ferias del libro en todas partes, hay literatura, hay poesía y nos ponemos en contacto con la poesía y la literatura de otras partes. Esto es el mundo, el libro no se ha muerto. El libro fue un invento tan controvertido como lo es el computador, el ordenador.

En algún momento se dijo que en Colombia se hablaba el mejor español del mundo ¿cree usted que esa afirmación está vigente?
No hay mejor, ni peor. Yo creo que el español es un idioma muy fuerte, que se habla diferente en todas partes del mundo donde se habla y que todas las versiones son correctas. Cuando yo llegué a Colombia se decía eso, que Bogotá era la Atenas Suramericana y que aquí se hablaba un español muy correcto según la Real Academia Española, pero no solamente es la Real Academia Española sino como habla la gente en los distintos países.