Liliana Cardona Marín
En tiempos de Inteligencia Artificial, cada vez hacer buen periodismo es un reto, este hacer como se conoce en la actualidad tiende a desaparecer en solo 20 años. Las redes sociales son un arma de doble filo, le sirven a la comunidad para las denuncias, ponen a los medios tradicionales en la aldea global y a la vez permite que muchos irresponsables promulguen hechos sin constatar o copien y peguen información sin mayor esfuerzo.
Abelardo Marín Aristizábal – de Boy Scout a periodista
Hablar con esta institución del periodismo, es recorrer la historia de Colombia, cuando esta patria a pesar de que recién había iniciado la época de la violencia, era por así decirlo, un país de las maravillas. En la capital del país el periodismo se hacía a pie por el centro administrativo y hasta altas horas de la noche.
Cuando Abelardo tenía 15 años y por esas cuestiones de la vida apenas cursaba segundo de bachillerato (séptimo), se vio en la necesidad de acudir a las emisoras de radio para llevar los volantes en los que su grupo Scout invitaba al Jamboree (gran campamento Scout). Ayudar con la economía del hogar de una madre viuda con tres hijos era urgencia y por eso le preguntó al director del radioperiódico Democracia, si tenía trabajo después de las 4:30 de la tarde que acababa el colegio. Era el 15 de mayo de 1958.
“Claro que sí, necesito un mensajero que trabaje de 5:00 de la tarde a 11:00 de la noche. Váyase para la oficina de El Colombiano y dice que yo lo mandé”. Ese día el primer encargo fue ir por el boletín que el Palacio de Gobierno entregaba a las 7:00 p.m. todos los días. Ahí empezó un camino sinuoso que por más de 60 años ha tenido a este valluno en los medios y del que a pesar de haberse pensionado, no tenga el retiro a la vista con 80 años de edad.
¡Para aprender vaya a una sala de redacción!
Cuando Marín aprendió el oficio, este se hacía en máquinas de escribir Remington, las de teclas duras que obligaban a chuzografiar, las noticias escuetas se mandaban a Medellín por telegrama y allá las armaban. Los periódicos de provincia se demoraban en llegar a Bogotá entre uno y dos días. El periódico se entregaba a diagramación a las 2:00 de la mañana y con este ambiente nocturno, el ser bohemio y loco era casi una religión.
Abelardo aprendió mirando a los otros periodistas, con lectura por montones, ‘reencauchando periódicos’ y practicando en la Remington cuando no la estaban utilizando. Por ese entonces la mayoría de edad se alcanzaba a los 21 años. La operadora de Telecom se convirtió en la mamá de sus tres hijos, con solo cuatro meses de noviazgo. El que era su jefe una de las tantas emisoras, se convirtió en el Ministro de Fomento de Guillermo León Valencia y cada mañana a las 7:00 en punto le entregaba la lista de funcionarios a llamar para la noticia del día.
Por esto es que insiste en que en las universidades se aprende poco, que el periodismo se aprende yendo a buscar la información, no con el facilismo que las redes sociales han propuesto en el presente. De una conversación con él se aprende que este oficio es pasión, aguante, es tocar puertas y no dejar pasar oportunidades, la hora, la fecha y la familia le ceden paso a la tenacidad.
Dato
Marín empezó en la oficina del Colombiano en Bogotá, pero sus pasos periodísticos lo llevaron por Colombia Press, Teleprensa, Radio Renacimiento, Radio Sutatensa, Todelar, Agencia EFE, RCN, Radio Santa Fe, noticiero TV Hoy, La Tarde, El Diario y hasta hoy en Qué Buena.
Fabio Castaño – “No quiero ser tendero, seré locutor”
Este manizaleño, desde que estaba en el colegio en lo único que pensaba era en ser periodista. Su padre tenía una tienda ubicada en la Avenida Santander y por eso llevaba la prensa a la casa todos los días, situación que él aprovechaba para leer en voz alta las noticias.
En el Colegio de Cristo y en el Instituto Universitario de su ciudad natal era el director de ‘Voz Estudiantil’, por eso al terminar bachillerato y a pesar de poder quedarse cómodamente en el negocio que el padre le montaba a cada hijo, mejor se fue para Bogotá a estudiar locución y se encontró con que los periodistas que más admiraba, Gustavo Niño Mendoza y Juan Harvey Caicedo, le darían clase.
Sin licencia pero todo un profesional
En 1978 regresó a Manizales, se presentó ante Javier Giraldo Neira y este lo asignó a cubrir camerinos en el antiguo estadio Fernando Londoño. Para 1986, ya estaba en Radio Reloj, pero era cola de león. Mariela Márquez le comentó que en Radio Robledo de Cartago necesitaban un locutor (la oportunidad para ser cabeza de ratón). Así llegó a esta región que lo acogió. También hizo tránsito por Todelar, RCN, El Tiempo y Telecafé.
Cuando la Corte Constitucional tumbó la tarjeta de periodista porque iba en contravía con el derecho a informar y ser informado, todos los periodistas de vieja guardia asistieron según Castaño, al nacimiento del paraperiodismo, todos podían ser periodistas ¿pero de qué manera? Por fortuna la Universidad Jorge Tadeo Lozano, sacó la profesionalización de todos aquellos que por años y años habían hecho periodismo de verdad.
Se casó muy joven con la novia del colegio, va por 40 años de matrimonio con dos hijos, quienes le han perdonado los horarios del periodismo que le modificaron hasta el reloj biológico. Todos los días se levanta a las 3:40 a.m. y se acuesta pasadas las 9:00, por terrible que parezca, este horario le ha permitido ser autodidacta y también hacer cursos o diplomados “el día me alcanza para todo”.
Esto último es lo más certero, pocos colegas han estado en todos los medios de comunicación y con tanta vigencia, como Fabio. El tránsito a los medios digitales lo ha hecho con una naturalidad de nativo y el turismo (otro de sus fuertes) lo mantiene en la movida del periodismo escrito con la revista Destino Café.