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Pereira
jueves, marzo 30, 2023

Una sociedad intolerante

La intolerancia cada vez crece más en el Departamento. Según un informe del Instituto Nacional de Medicina Legal, el año pasado se presentaron en Risaralda 1.313 casos de violencia interpersonal, un 20% mayor al registro del 2021, cuando las autoridades conocieron de 1.089 casos.

En lo que tiene que ver con Pereira, aunque esta ciudad no aparece en los primeros puestos de la lista de capitales con más alto número de casos de violencia interpersonal, si fue la población con más casos en el Eje Cafetero, muy por encima de sus homólogas de Caldas y Quindío. 

Llama la atención en el informe de Medicina Legal que las mujeres sean las principales protagonistas en los casos de violencia interpersonal. De los 1.313 casos de agresión sucedidos en el Departamento el año pasado, 687, más de la mitad, fueron causados por una mujer.

Ahora, lo que más preocupa de todo esto es que los datos que contiene el informe de Medicina Legal son apenas un porcentaje bajo de los casos de violencia interpersonal que realmente se presentaron en la Ciudad y el Departamento. Las estadísticas demuestran que la mayoría de las veces las autoridades no se enteran de las riñas que suceden en sus jurisdicciones y que son las principales causantes de la violencia interpersonal.

Salvo que los altercados dejen como consecuencia heridos graves o que sean el producto de sucesos ya ocurridos y se conviertan en enfrentamientos repetitivos, las víctimas no recurren a las autoridades a poner el denuncio, primero porque no creen que esto conduzca a algo y segundo, porque prefieren hacer justicia por su propia mano.

Por eso, no se sabe con certeza la dimensión de un problema que crece en el Departamento y en el país, no solamente en número de casos, sino en el tamaño de las agresiones. Cuando se miran las estadísticas oficiales se aprecia fácilmente que las armas o los objetos utilizados para la agresión son cada vez más peligrosos y obviamente que las consecuencias son más graves.

Es urgente, pues, trabajar en la formación de una cultura de tolerancia, de respeto por los demás, que cualquier diferencia no genere un enfrentamiento físico o verbal, sino que se pueda resolver con el diálogo, con la concesión y si es necesario recurriendo a las autoridades y a las normas legales.

La intolerancia es uno de los peores males que aquejan a una sociedad. Ella solo conlleva a la desunión familiar, a hacer ver conflictos donde no existen, a dificultar la convivencia entre los asociados y a convertir las pequeñas diferencias en grandes problemas, que casi siempre terminan en graves agresiones, muchas veces con consecuencias que lamentar.

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