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Pereira
jueves, septiembre 28, 2023

Un problema conocido

La tragedia ocurrida al amanecer de este miércoles en el centro carcelario de mediana seguridad de Tuluá, y que dejó medio centenar de muertos y por lo menos dos docenas de heridos graves, entre ellos varios que permanecen en las unidades de cuidados intensivos de varios hospitales del Valle, dejan al descubierto una vez más los graves problemas que tiene el sistema carcelario y penitenciario del país.

Sin saberse con exactitud qué fue lo que produjo la tragedia, ni cómo se inició el incendio que terminó en la hoguera que quemó vivos a varios reclusos y asfixió a muchos otros, todo apunta a que lo sucedido es consecuencia de la guerra interna que se libra en todos los centros de reclusión por su control y por el manejo del tráfico de estupefacientes.

Como es bien sabido las cárceles del país son manejadas por mafias que controlan absolutamente todo, desde la autorización para utilizar el baño, hasta los permisos para salir del penal, pasando por la posibilidad de hacer una llamada telefónica, recibir una visita extra, o ingresar algún elemento prohibido, y, por supuesto, comprar droga, o recibir seguridad.

En medio de esta guerra de poderes, de mafias y de querer controlar todo lo que se mueve en el interior de las cárceles, ocurren los enfrentamientos entre grupos que terminan generando hechos como los de este miércoles, con las consecuencias que no por tratarse de personas privadas de la libertad y algunas condenadas por delitos graves, dejan de ser menos dolorosas.

Ahora, aparte de estos males ya conocidos, vale la pena preguntar también, por qué unos sitios que siempre permanecen sobrepoblados, y esta vez no es la excepción, no cuentan con sistemas de emergencia para atender una conflagración como esta y que podrían evitar que un simple incendio en una celda o en un patio causara semejante tragedia.

Y por qué unos lugares donde hay tantas personas hacinadas, no tienen unos sistemas de seguridad que permitan abrir automáticamente las celdas en casos extremos como este y dejen salir los internos a un patio o a un lugar donde no sean alcanzados por el humo y no corran la suerte de los internos de Tuluá.

Por otro lado, por qué, por ejemplo, hubo tanta demora en la guardia de la cárcel, de un lado para llamar a los bomberos y del otro, de estos para responder al mensaje de auxilio que se les enviaba, y luego en atender y sacar hacia los hospitales a los internos que estaban en estado crítico.

Ya, como ocurre cada vez que sucede un hecho lamentable como este o que se fugan unos cuantos presos de una cárcel, se han escuchado toda clase de propuestas, unas utópicas y otras más sensatas, para evitar nuevas tragedias, hasta el propio presidente electo dijo que el Sena debería tener la tarea de resocializar a los presos; pero ninguna que ataque el verdadero problema de los penales que es la corrupción y la inoperancia del Inpec.

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