Lo que está sucediendo con el proceso de liquidación del Deportivo Pereira es algo sencillamente increíble. Es sabido que los pleitos jurídicos en Colombia son demorados y que los abogados se valen de cuanta argucia e inciso encuentran para demorarlos o para tratar de obtener lo que se quiere; pero lo del equipo Matecaña se sale de toda consideración.
Se dirá que esta novela no importa a nadie distinto a unos acreedores reunidos en cabeza de quien precisamente causó lo que hoy vive la institución, y al liquidador que no se sabe que intereses representa, pero que todas sus actuaciones, anteriores y actuales, demuestran que detrás de él hay propósitos no claros; sin embargo, se trata del equipo de la Ciudad, el que lleva sus colores y el que sienten los pereiranos como propio.
Este viernes estaba prevista la realización de la audiencia presencial de liquidación de Corpereira, en la que la juez que lleva el proceso se suponía que iba a tomar la decisión final sobre el futuro del equipo y en especial sobre los acuerdos presentados tanto por el liquidador como por el mayor acreedor; pero inesperadamente ella rechazó las propuestas aportadas, porque según su criterio ambas tenían irregularidades y otorgó un plazo para presentar un nuevo proyecto de acuerdo.
Así las cosas, el liquidador tiene tres días hábiles para presentar un archivo completo de todo el proceso de liquidación, desde que se inició hace ocho años hasta hoy, y ocho días el acreedor mayoritario para que entregue, conjuntamente con el liquidador, un único acuerdo que además, debe incluir, como un gasto, los honorarios de este y los pasivos que se tienen con algunos jugadores.
No va a ser fácil por las declaraciones que dieron tanto el liquidador Candamil como el abogado del mayor acreedor, e inclusive este, que ambas partes se pongan de acuerdo y presenten una propuesta conjunta para estudio de la funcionaria y esta pueda tomar una decisión que permita acabar de una vez por todas un proceso que ya parece no tener solución.
Más bien lo que dejan translucir las últimas actuaciones de todas las partes, incluidas las de la juez, es un nuevo distanciamiento entre liquidador y acreedor, y una dilación adicional en el proceso y en la toma de una decisión que ponga fin a un proceso que no solo ha agotado la paciencia de todos, sino que una vez más está dejando en evidencia la inoperancia de la justicia en el país.
Ojalá, la semana de arriba que se venzan todos los plazos no vuelva a aparecer otro ingrediente que dilate una vez más el proceso y que enerve la paciencia de quienes tienen interés en que este largo pleito se defina y, por supuesto de los pereiranos, que quieren tener su equipo libre de enredos jurídicos que distraigan y dificulten el buen accionar del equipo en lo deportivo.