Terminó el viernes pasado la Semana de la Seguridad Vial organizada por la Agencia Nacional de Seguridad Vial y el Ministerio de Transporte, y fuera de boletines de prensa, entrevistas a los altos funcionarios del gobierno, divulgación de estadísticas y los mismos anuncios de siempre, nada se dijo en concreto que permita reducir la creciente accidentalidad en las vías del país y de la región claro está.
La accidentalidad vial y los registros de víctimas en accidentes de tránsito crece cada día más producto de la anarquía que se vive en las calles y carreteras del país, de la inconsciencia de los conductores, de la falta de cultura de los distintos actores viales y, por supuesto, de la falta de presencia y control de las autoridades.
Las vías se han vuelto verdaderas trampas mortales en donde la velocidad, especialmente de las motos, es el común denominador, las señales de tránsito son un adorno, el transporte público no respeta los espacios asignados para él, los conductores transitan por donde no les es permitido, las motos pareciera que fueran los dueños de las vías y los peatones prácticamente se les lanzan a los vehículos.
Mientras tanto las autoridades de tránsito en las zonas urbanas y las de policía en las carreteras, es como si no existieran. Nadie sabe dónde permanecen y cuando por algún milagro aparecen, se dedican a todo menos a poner orden en las vías, a controlar los excesos de los conductores y a sancionar a quienes ponen en riesgo la seguridad de los demás usuarios de las vías.
Las autoridades de seguridad vial más que gastarse la semana dedicada a su tema, en divulgar datos que ojalá, en estricto rigor, correspondan a la realidad, debieron promover y poner en práctica campañas tendientes a crear conciencia en los conductores y en los ciudadanos, sobre la necesidad de respetar las normas de tránsito y tener un buen comportamiento en las vías.
Para hablar solo de un caso, si se lograra que los motociclistas entendieran que las vías no son pistas de carreras y menos escenarios para exhibir sus destrezas como conductores, que las normas de tránsito están para cumplirlas, que las motos son vehículos de transporte y no de carga y que los peatones también tiene derechos, la accidentalidad vial y las muertes en las calles y carreteras se reducirían en más de 60%.
Ha terminado pues una semana que solo ha servido para que el Gobierno se eche flores por lo que en la calle no se siente que corresponda a la realidad; mientras el desorden sigue avanzando, la accidentalidad continúa creciendo, las muertes no paran, son más los vehículos que circulan sin SOAT y las vías son tierra de nadie.