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Pereira
sábado, junio 3, 2023

Presencia, pero permanente

El viernes de la semana pasada, al día siguiente que asesinaran de una puñalada a plena luz del día a una persona en El Lago Uribe, una veintena de uniformados de la Policía acompañados de perros y demás, estuvieron todo el día haciendo presencia en el lugar, requisando a los transeúntes, confrontando sus antecedentes y prestando seguridad a los ciudadanos.

Claro que cualquier acción de la Policía en un lugar como El Lago, que ha caído en manos de la delincuencia, del microtráfico, de la prostitución y de la indigencia, es buena porque le devuelve la esperanza a los ciudadanos y a los vecinos del lugar, y le recuerda a los bandidos que en la ciudad todavía hay autoridad.

Sin embargo, de muy poco sirve que hoy El Lago este lleno de policías, que lo limpien de la presencia de tanto indeseable, que verifiquen la identidad de tantas personas sospechosas que permanecen en el lugar e inclusive que recojan toda la suciedad que acumula el abandono y la negligencia oficial; y que mañana no haya un solo policía y todo regrese a la anarquía de antes, como evidentemente está ocurriendo ahora.

El sábado El Lago estaba otra vez en manos de los atracadores, de los vendedores de estupefacientes, de las prostitutas, de los habitantes de calle, de los orates, de los pordioseros y de cuanto delincuente haya en espera de una oportunidad para cometer sus fechorías.

El Lago, como la Plaza de Bolívar, como Ciudad Victoria, como el Guadalupe Zapata, o como cualquier otro sitio de la ciudad, necesitan de la presencia permanente, de día y de noche y los fines de semana, de la Policía para evitar que se conviertan en madrigueras del delito y en sitios invisitables para los ciudadanos.

Porque si la aparición de la Policía es, como ocurrió el viernes, esporádica y por un rato, simplemente los “dueños” del lugar se escogen a la vuelta de la esquina y esperan que los agentes de policía terminen con la revisión de documentos y con la eventual requisa a unos cuantos venteros ambulantes señalados de vender estupefacientes, y se vayan, para regresar a su lugar y a sus andanzas.

Es mucho mejor para el rescate de El Lago y para devolverle el papel que por años jugó en la comunidad pereirana, que la Policía disponga de menos agentes, pero que estos estén permanentemente en el lugar, especialmente en las horas de la noche cuando la gente que trabaja hasta tarde y los estudiantes de la jornada nocturna, caminan hacia sus viviendas o van a tomar el transporte público.

Está bien, pues, que la Policía haya recordado que todavía está acantonada en Pereira y que cuando hace presencia, le devuelve la seguridad y la tranquilidad a los habitantes del sector; pero es indispensable que esto lo haga de manera permanente y, en lugares como El Lago, lo tanto de día como de noche.

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