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Pereira
sábado, septiembre 30, 2023

¿Por qué pasa esto?

El fin de semana pasado este periódico dio cuenta de la captura en el centro de la Ciudad de dos jóvenes, casi adolescentes, 19 y 21 años, por el delito de hurto a mano armada, y decía la información que durante todo el proceso de detención, legalización de captura y judicialización, no dejaron de reírse.

Claro, los jóvenes delincuentes sabían que cuando mucho pasarían una o dos noches en la unidad intermedia de detención y que una vez, si no aceptaban los cargos, pasada la audiencia de legalización de captura, serían dejados en libertad, como ha ocurrido tantas veces con ellos y como ocurre regularmente con quienes, luego de un trabajo oportuno y efectivo de la Policía, son capturados luego de cometer un delito.

Según informaciones oficiales, ambos delincuentes tenían antecedentes penales. El uno registraba cinco anotaciones por los delitos de hurto en todas sus modalidades y el segundo tenía igualmente varias detenciones por los delitos de hurto calificado y agravado, y en todos los casos habían sido puestos en la calle por considerar los jueces que no constituían un peligro para la sociedad.

Ese día como ocurrió todas las veces anteriores, los delincuentes luego de ser detenidos y pasar un par de noches en la unidad de detención preventiva, fueron presentados ante el juez de control de garantías quien luego de escuchar que no aceptaban los cargos que les formuló la Fiscalía, fueron dejados en libertad.

Hasta aquí digamos que no hay nada nuevo, que es lo que ocurre diariamente con las decenas de delincuentes que son detenidos luego de arrebatarle el celular a un ciudadano, o de arrancarle la cartera a una señora, o de robarle el vehículo a una persona, o de hacerle el paseo millonario a un ciudadano, o de extorsionar a una joven mujer, o de cometer un fleteo con un desprevenido trabajador. Lo distinto ese día es que los dos atracadores que habían sido dejados en libertad a las seis de la tarde por no ser un riesgo para nadie, fueron vueltos a capturar a las 11 y 25 de la noche de ese mismo día, luego de haberle robado una cadena de oro a una persona después de haberla intimidado con un cuchillo.

La pregunta que se hace toda la gente de bien es por qué un delincuente que ha sido capturado luego de haber cometido una de sus tantas fechorías no es enjuiciado y enviado a la cárcel donde debe estar una persona de esta naturaleza, sino que es dejada libre para que a los pocos minutos esté cometiendo los mismos o peores delitos.

Mientras esto suceda en la Ciudad es imposible que se pueda recuperar la seguridad y se le pueda devolver a tranquilidad a los ciudadanos, y, por supuesto, que los delincuentes, como lo hicieron este par de atracadores, no se sigan riendo de la Policía, de las autoridades, de la Justicia y de  los ciudadanos.

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