El Ministro de Defensa, Diego Molano, ha dicho que investigaciones de inteligencia alertan sobre posibles infiltraciones de grupos al margen de la ley y de bandas criminales en las marchas que las organizaciones sindicales y sociales están preparando para realizar el próximo martes 20 de julio, día en que el país rememora la independencia.
No sería raro que quienes han aprovechado las marchas pacíficas de jóvenes y amplios sectores de la comunidad para expresar su desacuerdo con algunas decisiones del Gobierno Nacional, para cometer toda clase de actos de vandalismo, para subvertir el orden público y tratar de desestabilizar las instituciones; quieran aprovechar esta nueva jornada para emprenderla nuevamente contra el transporte público, contra los bienes de todos, contra los elementos que le sirven precisamente a los más desfavorecidos, contra los locales de los pequeños comerciantes y contra todo lo que encuentren en su camino.
Está demostrado que estas personas no son jóvenes que piden mejores oportunidades laborales, ni padres de familia que quieren educación gratuita para su hijos, ni trabajadores informales que buscan mejores condiciones laborales, ni campesinos que solicitan apoyo para la comercialización de sus productos, ni amas de casa que anhelan un techo para su familia, ni ciudadanos del común que abogan por una mejor atención en salud.
Son simplemente delincuentes dedicados a destruir lo público y privado, a saquear los almacenes y supermercados, y a robar lo que otros han conseguido con su esfuerzo y trabajo, y terroristas interesados en generar el caos, en sembrar el terror y en deponer la autoridad legítimamente constituida.
Por eso, insistir en organizar y convocar al país a una nueva marcha nacional el 20 de julio, es servir en bandeja de plata una inigualable oportunidad para que los vándalos y terroristas desfoguen todas sus oscuras pasiones y cumplan con sus protervos intereses de destruir todo y acabar con lo que hay en pie.
Los lideres convocantes de la jornada del 20 saben bien que sus marchas de la mañana van a terminar en la noche en otro día de disturbios, de saqueos, de destrucción y de horror, y en que los enfrentamientos con la Fuerza Pública van a dejar muertos y heridos. Para qué entonces, insistir en realizar esta marcha.
Para qué darle la oportunidad a los terroristas de generar el caos y arrinconar al país. Para qué hacer mas daño a nuestras ciudades, a la economía y al empleo. Por qué no suspender o aplazar esa convocatoria para otra oportunidad en que los ánimos no estén tan caldeados y buscar otros mecanismos e instancias para tramitar sus peticiones; salvo que lo que se quiera, que no lo creemos, sea hacerle juego al bandidaje, al terrorismo y a los que quieren acabar con las instituciones.