Pereira fue en el pasado mes de febrero, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, la ciudad más barata del país. Mientras la inflación promedio nacional se ubicó en el 13.28% la más alta de los últimos veinte años, con excepción del tiempo de pandemia, en Pereira fue del 12.41%, lo que la coloca en esa destacada condición.
Este alentador resultado lo consiguió la Ciudad a pesar de que también fue la capital en la que el servicio de energía, uno de los rubros que más afecta el costo de la Canasta Familiar, tuvo el más alto incremento al registrar un aumento del 3.12% durante el mes de febrero, mucho más del doble de la media nacional que fue de 1.40%.
Los otros grupos que llevaron la inflación a ser la más baja del país, fueron el de los alimentos y bebidas no alcohólicas con el 24.14%, seguido de los restaurante y hoteles con el 18.77%, de los muebles y artículos para el hogar con el 16.88%, el del transporte con el 14.89% y el de los bienes y servicios diversos con el 14.61%.
El presidente Petro se apresuró, una vez se conocieron los datos del IPC de febrero, a decir que la inflación había tocado techo y que de aquí en adelante se empezará a dar una disminución progresiva que permita terminar el año con un Índice de Precios al Consumidor cercano al 8.5% y el año entrante, no superior al 4%; y además, celebró que, según, él, ya no fueron los alimentos los jalonadores de la inflación.
Desde el año pasado el Gobierno está diciendo que la inflación tocó techo y que va a empezar a bajar, lo que, por supuesto, no sólo no ha ocurrido, sino que cada mes se confirma su espiral alcista. Se había prometido que el 2022 terminaría con un costo de vida de un solo dígito y ya el país conoce la cifra con la que se cerró el año y también con la que terminó febrero.
Difícilmente la inflación podrá ceder mientras se mantenga el ritmo de ajustes periódicos a los precios de algunos productos básicos como la gasolina y los servicios públicos, o sigan creciendo los costos de ciertos factores fundamentales para el sostenimiento de la dinámica económica, como las tasas de interés.
Cómo puede bajar el precio de los alimentos, si todos los días cuesta más cultivarlos, abonarlos, recogerlos, transformarlos y transportarlos hasta los sitios de comercialización; o el de los arriendos si el valor de los inmuebles está disparado y costos asociados como las administraciones o el impuesto predial o el crédito, están por las nubes; o el de los servicios públicos, si nadie los controla.
Por ahora, celebramos que dentro del incierto futuro de la inflación y de un crecimiento que no conoce techo, el costo de vida en Pereira sea el más benévolo del país. Ojalá, las autoridades sigan trabajando para controlar aquellos elementos que son posibles de vigilar y que, de alguna manera, son los que han permitido que la Canasta Familiar no se haya desbordado y mantenga unos niveles todavía razonables.