Hoy se apunta contra la honorabilidad, la trayectoria y el bien prestigio de las personas, y lo peor, sin fundamento y valiéndose del anonimato que permiten las redes sociales.
No es nuevo la llamada publicidad negra dentro de las campañas políticas, ni las estrategias para tratar de desprestigiar a los contrincantes, ni las medias verdades y las informaciones imprecisas para hacerle daño a los otros candidatos. Desde hace un tiempo esta es la manera como supuestamente se consigue minar la solidez de las otras campañas y se abre paso en medio de la ausencia total de propuestas y de credibilidad de los aspirantes y los partidos que los respaldan.
Es más, hay personajes siniestros que se han especializado en esta oscura práctica y se han hecho famosos al punto que son consultados y contratados por las distintas campañas no solo en el país, sino en el exterior para que con costos honorarios de por medio les diseñen una estrategia de desprestigio de los otros candidatos.
Sin embargo, nunca antes una campaña había alcanzado los niveles de bajeza como los que está mostrando esta. Ya no es la estrategia calculada que de manera abierta y pública se sigue contra determinado candidato. Hoy se apunta contra la honorabilidad, la trayectoria y el bien ganado prestigio de la persona, de manera soterrada, y lo peor, sin fundamento y valiéndose del anonimato que permiten las redes sociales.
Y mientras más matrero sea el ataque, más vulgar y más ligado a su vida personal, más parece gustarle a las campañas que utilizan esta clase de estrategias y de forma de ganar el espacio entre los electores que han sido incapaces de lograr con sus propuestas, con su limpio pasado y con su credibilidad.
Esta semana, por ejemplo, fueron vergonzosos los audios que se conocieron donde un reconocido dirigentes políticos, miembro del comité central de una de las campañas presidenciales, presentaba como su gran propuesta esculcar el pasado personal, profesional y público del doctor Federico Gutiérrez para que, con base en lo que se pudiera encontrar, se montara una gran acción publicitaria de desprestigio en su contra.
Esto en boca de un hombre este que alcanzó a ser precandidato presidencial, que aspira, de ganar su candidato, a ocupar uno de los más altos cargos en el gobierno, y que ha sido llamado, estamos seguros, al comité central de la campaña para que la enriquezca con propuestas de beneficio nacional y ayude a llevarlas a todos los rincones del país; solo demuestra hasta donde ha llegado la degradación de las campañas políticas y de quienes las orientan y dirigen.
Dolorosamente al final los únicos lastimados y perjudicados son el país y los colombianos del común que engañados o mal informados por unas noticias que están alejadas de la verdad, terminan no votando por quien en realidad era el mejor candidato o peor, depositando su voto por quien no merecía la confianza y el apoyo de las mayorías.