Hoy se posesiona el nuevo presidente de Colombia. En un acto muy singular y bien distinto a lo que ha sido la tradición en el país, el doctor Gustavo Petro asume las riendas del país en medio de la expectativa de muchos, de la satisfacción otros tantos, de la esperanza de no pocos y de la incertidumbre de buena parte de los colombianos.
Han sido tantos los mensajes enviados, desafortunadamente no por el nuevo mandatario sino por quienes se consideran sus intérpretes y voceros, y también por los que se han enterado por las redes sociales que harán parte del gobierno que empieza, que el país realmente no sabe qué está pensando el presidente Petro, ni cuál es la ruta que va a trazar.
Mientras unos dicen una cosa, notifican decisiones importantes y, lo más preocupante, anuncian políticas públicas, otros dicen completamente lo contrario, y, lo peor, el doctor Petro guarda un silencio que en nada contribuye a dar claridad a las distintas inquietudes y en cambio sí aumenta la oscuridad y ahonda la incertidumbre de un país que, con toda la razón, está expectante y confundido.
Ya veremos lo que el nuevo presidente diga hoy en su discurso de posesión. Eso será la voz oficial y a lo que los colombianos debemos atenernos. El resto son, de un lado el deseo de muchos, entre los que hay bastantes deseosos de revancha, y del otro, la innecesaria prevención en torno a asuntos que quizás ni siquiera estén en la próxima agenda del entrante mandatario.
Por ahora, lo único cierto es la designación de la mitad del gabinete, de algunos altos funcionarios y de unos pocos embajadores, y aunque hay de todo, personas conocedoras, con mucha experiencia y destacada trayectoria, y otras que es difícil entender los motivos que animaron su designación, muy poco dejan en claro cuál es el mensaje del Presidente sobre lo que será su gobierno.
El país espera que hoy el presidente Petro en su tradicional discurso de posesión ponga en orden todo lo que han dicho sus anunciados colaboradores y diga cuál va a ser la política de su gobierno en cada unos de los temas fundamentales para el desarrollo del país, para el mantenimiento de la producción, para la protección de los derechos humanos, para la reducción de la brecha social, para la recuperación de la seguridad ciudadana y para la consecución de lo que él ha llamado la Paz Total.
Empieza, pues, una nueva y desconocida era para Colombia. Ojalá, la especial concepción del Estado, los severos cambios propuestos, los singulares funcionarios escogidos para que lo acompañen en el reto que se ha impuesto y el propuesto gran acuerdo nacional, tengan el desarrollo y los frutos esperados y que tanto necesita el país.